Chillida despliega sus ramas en el Bellas Artes
Con motivo del centenario del creador, se muestran nueve esculturas y cincuenta grabados que revelan la evolución de un genio
Solía decir Chillida que se sentía como un árbol, muy anclado a la tierra, pero desplegando sus ramas por el mundo. El hermoso ramaje del ... creador vasco de quien se celebra este 2024 el centenario de su nacimiento se despliega hasta diciembre en el Museo de Bellas Artes de Asturias con ánimo de rendir homenaje a uno de los grandes artistas españoles de la segunda mitad del siglo XX, que tiene además una conexión muy singular con Asturias, donde se ubica el 'Elogio del horizonte', una de sus obras más icónicas y de gran escala. Esas dos razones eran más que suficientes para rendirle tributo, pero es que hay una más: el propio museo conserva cinco estampas suyas y una escultura en depósito de la Fundación Azcona.
Dicho lo dicho, «era inevitable» rendir este tributo a Eduardo Chillida, que convive en el tiempo con el del también centenario Tàpies, aunque en espacios diferentes del equipamiento museístico. Chillida aloja su arte en el Palacio de Velarde. En el patio emergen sus primeros trabajos escultóricos y en dos salas se despliega su obra gráfica instalada sobre una franja rosa que la enmarca en la pared. Son 50 estampas y nueve esculturas, seleccionadas por Laura Baños, comisaria de la muestra, y que llegan a Oviedo gracias a préstamos realizados por la Fundación Telefónica, la Fundación Azcona y la colección Arango, además de otros coleccionistas privados.
Se recorre en 'Chillida. Contestación y pregunta', que así se titula la propuesta, un amplio abanico temporal, de 1958 a 1998 (Chillida falleció en 2002) en el caso de la obra gráfica, y de 1955 a 1985, en el de las esculturas, y en todo ese tiempo se advierte la obsesión y la pasión del creador por el espacio y la materia y también por dar respuestas a las preguntas que en su opinión siempre ha de formular una obra de arte.
Todas esas contestaciones a su concepción también en cierta forma filosófica del arte se revelan en la evolución de su propio trabajo, desde los yunques de sueños en madera y hierro, a través de sus hierros forjados, el acero, las terracotas, desde los aguafuertes que emergen sobre el papel primero como líneas, más tarde cómo espacios llenos o vacíos, como manchas negras puras o en las manos –único elemento figurativo común en la obra de Chillida–, en serigrafías, xilografías y aguatintas y con diferentes ánimos. Esa renuncia a la perspectiva en favor de las dos dimensiones con alguna concesión al relieve se deja ver en esas salas que hasta el 1 de diciembre permitirán conocerle aún mejor.
Se ha editado para la ocasión un pequeño catálogo financiado por la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de Asturias y se conmemora además el centenario con la edición de medio centenar de fotograbados realizados a partir de una instantánea del 'Elogio del horizonte' de Jesús Uriarte, el fotógrafo que documentó con su cámara toda la obra de Eduardo Chillida.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión