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Javier Gutiérrez estará mañana en el FICX. EFE
Javier Gutiérrez: «El cine es una cosa y asaltar la taquilla, otra»

Javier Gutiérrez: «El cine es una cosa y asaltar la taquilla, otra»

El inolvidable poli de 'La isla mínima' y entrenador de 'Campeones' recoge mañana el premio Isaac del Rivero antes de la proyección de 'El autor'

MARÍA DE ÁLVARO

GIJÓN.

Jueves, 21 de noviembre 2019, 01:11

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Tiene todos los premios posibles, los que da el público, los de la crítica y los de sus compañeros. Javier Gutiérrez (Luanco, 1971) recibe mañana (22.15 horas, Teatro Jovellanos) el Isaac del Rivero del FICX, un galardón apadrinado por el Aula de Cultura de EL COMERCIO cuyo palmarés estrena dedicado a quien fuera uno de los impulsores del festival. Llega a Gijón mañana mismo, recoge su premio, habla sobre el escenario de su película 'El autor', que se proyecta seguidamente, y al día siguiente está en Langreo, de nuevo sobre las tablas, con su '¿Quién es el señor Schmidt?', con el que ya estuvo en Gijón y en Avilés y que lleva meses de éxito en el Teatro Español de Madrid. Así transcurre su vida, entre películas, series y teatro, siempre teatro. Además de su hijo Mateo, el «motor» de todo.

-Recibe el premio porque es nuevo, si no ya lo tendría.

-Tampoco es para tanto. Me considero una persona joven a la que le queda mucho trabajo por hacer, por aprender y espero que por recibir. No me considero un experto en recibir premios, pero desde luego los recojo con enorme gratitud, en cierto modo tengo claro que avalan mi trabajo.

-Dedicó su último Goya a los «compañeros y compañeras a los que no les suena el teléfono».

-Es que este oficio es muy hermoso, pero muy cruel. Yo soy un privilegiado, siempre he trabajado, y esa es una responsabilidad enorme. Y, ojo, tampoco tengo un salvoconducto que me asegure nada. Suelo decir que soy un 'obrero de la interpretación'. Valgo lo que vale mi último trabajo.

-Hubo un tiempo en que su teléfono sonaba de un modo diferente, con otro tipo de papeles, hasta que llegó 'La isla mínima'. ¿Cambió esa película, ese policía, a Javier Gutiérrez de alguna manera o esa es solo es una impresión desde fuera?

-Javier Gutiérrez es el chico que con 18 se fue a Madrid, es Sátur de 'Águila roja', es un montón de comedias, es teatro, no puedo olvidarme de los comienzos con Animalario, claro... Era todo eso cuando llegó 'La isla mínima' y por todo eso pude enfrentar el proyecto.

-Y llevarse un Goya con un Juan Robles que le abrió mil puertas, ¿no?

-Mido 1.65 y tengo una cara normal, ni guapa ni fea. Soy un poco el españolito medio, como López Vázquez o Alfredo Landa en su momento. El acierto del casting, más allá de mi interpretación, fue elegir a un tipo así para el personaje. En un mundo tan cargado de testosterona en el que tanto manda la belleza yo juego a la contra. Y eso sucedió en 'La isla mínima' y eso es lo que me ha salvado.

-Hablando de personajes que marcan tiene que salir el entrenador de 'Campeones'. Para usted, mucho más que una película, porque ahí volcó todo su compromiso.

-'Campeones' es la película de mi vida. Tengo un hijo con discapacidad y, cuando leí el guion, pensé «esto no se me puede escapar». Consigue dar una lección y abrir los ojos hacia un mundo en el que viven a diario miles de personas.

-Y que soportan cada día, entre otras cosas, la condescendencia.

-He sufrido tantas veces esas miradas con mi hijo por la calle... 'Campeones' es la punta del iceberg del trabajo de muchísimas personas por revertir esa compasión. En 90 minutos consigue hacer volar por los aires todos los prejuicios y que los veas como 'campeones', que es lo que son. Es una película que consigue eso y también educar. Los niños que la ven serán personas adultas que sepan como tratar a una persona con discapacidad.

-Hablando de su hijo voy a hacerle ahora la pregunta que se le hace en esos casos a sus compañeras y no tanto a ustedes: ¿cómo concilia?

-Pues es verdad que ser mujer es mucho más complicado en ese sentido, pero cada vez que voy a buscar a Mateo al colegio veo más padres. Hago encaje de bolillos, es la verdad, y procuro darle a los míos -y especialmente a él, que es el motor de mi vida- más calidad que cantidad de tiempo, así que, sí, concilio porque además soy, como tantos, un padre separado que se enfrenta a criar a su hijo igual que su madre. Pero queda mucho por andar en ese sentido, que tiene mucho que ver con la educación y el respeto. Por ejemplo, hay un dato escalofriante que nadie debe olvidar: las más de 1.300 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas desde que hay contabilidad (2003).

-Lo suyo no es callarse. ¿Es cierto que sus titulares le han dado problemas hasta con Hacienda?

-Con Hacienda y con mi madre, que los sufre, la pobre. Se me calienta la boca, es verdad, y muchas veces también se va a por lo más llamativo, pero es que yo suelo entrar al trapo, y eso que hablar en contra de los políticos o disparar sobre determinados asuntos sin necesidad no siempre es bueno para mí.

-Pues ahora, ya lo siento, tendremos que hablar del Gobierno.

-Sí, sí, sin problemas.

-De momento, como no hay, ¿qué le parece el pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias?

-Pues un abrazo torpe y a destiempo, francamente. Nos podíamos haber ahorrado unas elecciones, meses de incertidumbre...

-¿52 diputados de Vox?

-Está clarísimo. Es algo que me pone los pelos de punta, como a tantísimos españoles. Es un retroceso en nuestros país. Ha habido muchísimo trabajo por parte de la política y también de la sociedad para salir de 40 años de oscurantismo para caer a estas alturas en el error de darle voz y peso a un partido como Vox.

-¿La forma en la que se sacaron los restos de Franco del Valle de los Caídos le dio alas en vez de cortárselas?

-A la vista está que esa fue otra de las torpezas del Gobierno de Pedro Sánchez. Se podía haber ahorrado eso en el momento en el que lo hizo.

-¿Y si volvemos a hablar de cine?

-Ay, sí, por favor.

-Pues vamos con 'El Autor', la película que se proyecta mañana en el FICX. Le gustó hasta a Boyero, y eso ya es una noticia.

-¡Bueno, no es que le gustase, es que le gustó mucho!

-Interpreta a un escritor fracasado capaz de cualquier cosa por triunfar. ¿Cómo abordó un personaje que, por decirlo suavamente, resulta tan complicado?

-Nunca juzgo a mis personajes, trato de entenderlos por poco defendibles que sean. ¿Qué no serías tú capaz de hacer por conseguir algo que verdaderamente quieres si no te estuvieran observando?

-Puede que lo más sorprendente no sea lo que hace sino lo que expresa, cómo refleja lo que se calla. Es un trabajo impresionante.

-Bueno, yo estoy especialmente orgulloso de eso, pero he de decir que en gran parte es gracias a Manuel Martín Cuenca, uno de los grandes directores de este país. Trabajamos muchísimo antes del rodaje, con semanas y semanas de ensayo, y él siempre dice que actuando hay que 'tapar', igual que hacemos en la vida. A ti se te acaba de morir alguien y por lo que sea tienes que dar la mejor cara de ti mismo y tapas. Pues esto, igual. En una mirada de Álvaro o de cualquiera del reparto de esta película hay mucho trabajo por debajo.

-Le acompañará mañana en Gijón y vuelven a trabajar juntos: esta vez con 'La hija'. Estará feliz.

-Mucho. Es un thriller muy potente, un guion de lo mejor que he leído nunca. Tiene oscuridad, nervio, potencia, giros sorprendentes... A poco que lo hagamos bien va a ser una de las pelis de la temporada.

-Todo lo que toca triunfa. Ahora con ese macarra que es Jesús en 'Vergüenza', una serie poco al uso.

-No se ha visto mucho en nuestro país. No estamos acostumbrados a algo tan poco políticamente correcto. Desde luego no es un humor muy amable, pero es que Jesús es el rey del 'cuñadismo'. Si me apuras, esta Nochebuena habrá uno en cada mesa.

-Tampoco es muy al uso 'Estoy vivo'. Demasiada ciencia ficción para la tele española, ¿no?

-Es un trabajo muy interesante, la verdad. Daniel Écija vuelve a dar en la tecla. Ahora no nos acordamos pero 'Águila roja', que nos parece una cosa divertida, fue en su día una revolución: abrió la brecha y logró que las cadenas se atreviesen con producciones históricas y trabajos de más envergadura.

-Hay quien opina que se hacen mejores series que películas.

-A ver, el cine es cine y la televisión es televisión, aunque es verdad que cada vez se fusiona más y se rueda prácticamente igual. Pero las buenas historias que se cuentan en cine son muy difíciles de contar de otro modo, y en España hay grandes cineastas, la prueba son las cintas que llegan cada año a los Goya. Luego están las cadenas o los directivos que se plantean asaltar la taquilla por ejemplo con comedias facilonas, pero eso es otra cosa.

-Hablamos de cine y de tele, pero el hábitat natural del actor es el escenario.

-Sin duda. Es difícil, pero yo siempre trato de compaginar todo con el teatro, y además suelo participar como productor. Hay una forma de entender este oficio que tiene que ver con ese libro de cabecera que yo tenía de joven, 'El viaje a ninguna parte', quiero seguir viajando y llevando la cultura, o mi pequeña aportación a la cultura, por todos los rincones de este país. No hay nada más placentero que el encuentro con el público. Eso no sucede delante de una cámara.

-El fútbol es otra de sus pasiones. Y, con permiso del Racing del Ferrol, creo que su mito es Quini.

-Uy, sí, y eso que me interesaba más el fútbol de lo que me interesa ahora que solo es un negocio. A Quini tuve la oportunidad de conocerle, pero lo que más recuerdo es la foto firmada que me envió de pequeño: me dedicaba a escribir a los clubes pidiéndolas, y me contestó. Fue el delantero centro por antonomasia, pero es que no es solo eso: el corazón y la bondad de un hombre como él son necesarios, en el fútbol y en el mundo. Nos hacen falta muchos 'quinis'. No solo es el buen jugador, es el buen tipo.

-¿Sabe que eso mismo dicen de usted sus compañeros? ¿Es cierto?

-Hombre, la verdad es que trato de mejorar, como dicen los chicos en el colegio 'progresar adecuadamente'. No me muevo bien en el conflicto, trato de solventar los problemas sin malos rollos, así que en ese sentido sí me considero un buen tipo.

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