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El título del concierto de abono de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) que ayer se interpretó en el Jovellanos y hoy lo ... hará en el Auditorio Príncipe Felipe es 'Celebrando a Ravel', compositor francés muy vinculado a España, del que este año se cumple el 150 aniversario de su nacimiento. Efectivamente, Ravel ocupó buena parte del programa, compartido con el estreno de 'Étoiles sour fond blanc', de Manuel Martínez Burgos, catedrático de composición del Conservatorio Superior de Asturias Eduardo Martínez Torner, y la 'Sinfonietta' de Poulenc.
Nacido en Madrid en 1970, Manuel Martínez Burgos es uno de los compositores contemporáneos españoles más valorados. En Asturias no hace mucho estrenó con Oviedo Filarmonía un poema sinfónico inspirado en una frase de Clarín, «Humanidad que viene de las sombras y se esfuerza, incansablemente, por llegar a la luz». La obra que se estrenó ayer, 'Estrellas sobre fondo blanco', es un concierto para fagot y orquesta, que, aunque se toque de continuo posee una estructura en cuatro movimientos. El título nos hace pensar que hay cosas invisibles pero muy brillantes. En otras palabras, las estrellas se ven sobre el fondo negro de la noche, y no se ven, aunque, permanecen, en la claridad del día. ¿Metáfora de algunos aspectos musicales que están y no percibimos? Remitiéndonos a la obra, a lo que oímos, vemos, en primer lugar, una actuación soberbia de la fagotista Sofía Dervaux.
El virtuosismo del fagot se plasma en un fraseo continuo, en una afinación muy sugerente y en el intercambio de diálogos con la orquesta. Toda la obra tiene un carácter neoclásico, pero del siglo XXI, con una gran elegancia melódica y especialmente en el último movimiento, 'La Giga', de un empuje rítmico y danzante. El compositor estaba en el teatro y fue bastante aplaudido.
Ravel es un virtuoso de la orquestación. Sin duda, el primer orquestador ante el Altísimo. Esta cualidad se hace patente en sus obras compuestas originalmente para piano, orquestadas posteriormente, como son las que escuchamos ayer: 'Le Tombeau de Couperin' y 'Los valses nobles y sentimentales'. Fabien Gabel lleva los tiempos lentos, en algunas ocasiones algo adormecidos, lo que le quita por ejemplo en Couperin cierta plasticidad de movimiento. Fue excelente la versión del séptimo de los valses, una pieza que antecede una de las grandes obras de Ravel, el poema coreográfico 'La Valse'.
Se cerró el concierto con la 'Sinfonietta', de Francis Poulenc, con un colorido muy hermoso, especialmente en las maderas, la familia protagonista de gran parte del concierto.
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