Italo Calvino, un clásico eterno
Centenario. El escritor italiano fue esencial en el resurgimiento cultural en la posguerra y logró evitar que el peso de una época lo aplastara
Los últimos años de la década de los cincuenta y la primera mitad de los sesenta del pasado siglo vieron desaparecer el neorrealismo nacido tras ... la Segunda Guerra Mundial y encarnado en muchos escritores jóvenes que se sintieron custodios y representantes de una realidad social nueva. A partir de 1956, con la segunda edición de 'Si esto es un hombre' de Primo Levi, pasando por 'La tregua' (1963) del mismo autor y 'El léxico familiar' de Natalia Ginzburg, y hasta 1968, con la edición póstuma del manuscrito de 'El guerrillero Johnny', de Beppe Fonoglio, se desarrolló un período caracterizado por el predominio de lo histórico-memorialístico, algo totalmente diferente de la imaginería populista del héroe positivo de la última etapa del neorrealismo.
En esa coyuntura emergió Italo Calvino, posiblemente el único autor italiano de la segunda mitad de siglo considerado, incluso en vida, como un clásico. El próximo día 15 se cumplen cien años de su nacimiento en Santiago de las Vegas (Cuba). Considerado uno de los más importantes escritores del siglo XX, narrador en segunda persona, se enfrentó a un mundo que se solidificaba con una literatura caracterizada por la levedad, alejada de la ligereza y la frivolidad, y consiguió evitar que el peso de una época lo aplastara. Interpretó el mundo en su globalidad, incluyendo lo probable y lo posible, lo invisible y lo visible, lo creíble y lo aceptable; soñando relatos e historias atestadas de imaginación y excluyendo cualquier aspecto y rasgo anecdótico, superficial y no esencial.
Aunque también procedía del neorrealismo ('El sendero de los nidos de araña', 1947, 'Por último, el cuervo', 1949, y 'Los jóvenes del Po', 1951; representando la realidad y el compromiso político de forma fácil y legible), después de la inflexión fabulista de los años 50 -que empieza con la publicación de la trilogía 'Nuestros antepasados' (unificada en 1960 e integrada por 'El vizconde demediado', 1952; 'El barón rampante' 1957, y 'El caballero inexistente', 1959) y se cierra con la recopilación de los cuentos de 'Marcovaldo' (1963)- Calvino dirige cada vez más su poética hacia una investigación geométrica de la literatura, bajo la influencia de Borges, y con fuertes vínculos con Raymond Queneau y el grupo denominado Oulipo cuyos planteamientos literarios, basados en el juego formal y la combinatoria de formas y estructuras posibles, fue incorporando progresivamente a su obra.
Traslado a París
Había que hacer visible la estructura de la narración para aumentar la complicidad del lector. En este sentido fue vital su traslado a París a mediados de los 60, hecho que marcó su narrativa durante el principio de la década siguiente con textos cuya estructura siguen combinaciones modulares, como 'El castillo de los destinos cruzados' (1969 y 1973), 'Las ciudades invisibles' (1972) o 'Si una noche de invierno, un viajero' (1979).
Previamente, el escritor italiano se graduó en Letras en la Universidad de Turín con una tesis sobre Joseph Conrad, se enroló en la Brigada Garibaldi durante la Segunda Guerra Mundial y en el Partido Comunista Italiano y, más tarde, en una Italia que iniciaba su reconstrucción, ingresó en la compañía del editor Einaudi, avalado por Cesare Pavese, primero en tareas de publicidad y luego en el papel de editor. En esa época en la que se relaciona con filósofos, historiadores e intelectuales, se articula un pensamiento que se manifestará en toda su obra posterior y que fue recopilado en 'Los libros de nosotros', 'Por qué leer los clásicos' (publicado póstumamente en 1991) y 'Cuentos fantásticos del siglo XX'. También se interesó por los problemas de la sociedad industrial contemporánea y la alienación urbana, y así lo plasmó en la trilogía compuesta por 'La especulación inmobiliaria' (1957), 'La nube de smog' (1958) y 'La jornada de un interventor electoral' (1963), y por la semiótica, las ciencias y un nuevo impulso a la ciencia ficción en obras como 'Cosmicómicas' (1965) y 'Tiempo cero' (1967).
La ya citada 'Si una noche de invierno, un viajero' (1979) de Calvino, la primera novela de Umberto Eco 'El nombre de la rosa' (1980) y el volumen de prefacio de Pier Vittorio Tondelli 'Otros libertinos' (1980) confirmaron la ruptura de la narrativa italiana de los años setenta del pasado siglo con el período inmediatamente anterior. Calvino es ya un intelectual comprometido y crítico con la sociedad en la que le toca vivir y por ello escribe sobre temas como la libertad del individuo para buscar su sitio en el mundo, el miedo y la soledad ('Palomar', 1983). Escudriña la sociedad y el lugar del intelectual en ella generando un dualismo único entre narrativa y literatura doctrinal, intentando siempre desvincularse de los condicionamientos ideológicos y políticos, de las ideas preconcebidas y de las imposiciones intelectuales.
Italo Calvino murió en la madrugada del 19 de septiembre de 1985 en el Hospital de Siena y su testamento literario, recogido en el ensayo póstumo 'Seis propuestas para el próximo milenio' (1988), de las que sólo pudo elaborar cinco (Levedad, Rapidez, Exactitud, Visibilidad y Multiplicidad), pues Consistencia se quedó en el tintero, reunía los valores para él imprescindibles en la cultura del futuro. Su figura contribuyó a definir el espíritu cultural de una época y cumplió un rol fundamental en el resurgimiento cultural italiano después de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Por eso es uno de los escritores que no desaparecerán de los cánones literarios de los siglos venideros, al igual que autores como Naguib Mahfuz o Isaac Bashevis Singer.
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