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María Álvarez, Miguel Mingotes y María de Álvaro, en el Antiguo Instituto.
Por los mundos literarios de Mingotes

Por los mundos literarios de Mingotes

El Antiguo Instituto de Gijón se llenó para la presentación de 'Abril un libro'

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

Martes, 18 de abril 2017, 00:18

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'Abril un libro' es la invitación personal del poeta y colaborador de EL COMERCIO Miguel Mingotes a darse un paseo por las principales librerías de la ciudad y encontrarse en cada una de ellas con un excelente anfitrión: Edgar Allan Poe, Emily Dickinson, Robert Louis Stevenson, Antoine de Saint-Exupéry, Fernando Pessoa, Leopoldo Alas 'Clarín', Antonio Machado, Benito Pérez Galdós, Pío Baroja, Wislawa Szymborska y el mismísimo don Quijote. Ayer presentó a estos y otros amigos literarios de toda la vida en el Antiguo Instituto en un acto que abrió el programa 'Los días del libro', el programa cultural del Aula de Cultura de EL COMERCIO con motivo del 23 de abril, que contó con numeroso público.

El escritor y artista gijonés fue presentado por María Álvarez, responsable del Departamento de Proyectos Culturales de la Fundación Municipal de Cultura como «nuestro historiador local por antonomasia», un creador inquieto a quien le gusta practicar «el juego entre la expresión verbal y la realidad». Los elogios hacia el autor de 'Coses míes' fueron reiterados por la coordinadora del Aula de Cultura, María de Álvaro, que definió a Mingotes como «uno de los lujos que tiene EL COMERCIO» y a su exposición repartida por once librerías como «la mejor manera de iniciar las dos semanas con las que celebramos el Día del Libro».

Con las luces apagadas de la sala fueron proyectándose las diversas 'coses' inspiradas en escritores que forman la muestra 'Abril un libro' y algunas que no están en ella, aunque sí muy presentes en la obra mingotiana. Abrió el desfile Dante, retratado por Botticelli, y el recuerdo a una señal de tráfico en Barcelona que podría haber salido de la Divina Comedia: «Cementeri. Canvi de sentit» (Cementerio. Cambio de sentido) y del gran poeta toscano se fue al encuentro con otros dos genios: Cervantes, con el Quijote con montera picona pintado por Evaristo Valle, a Shakespeare y una muestra de microteatro marca Mingotes, en la que el inglés se sorprende al hallar en un diccionario que el verbo morir es intransitivo. La supuesta intransitividad de la muerte llevó a Miguel Mingotes a una divertida elucubración escatológica con les fabes y el acto de digerirlas como leit-motiv.

Edgar Allan Poe -«Allan Poe sía»- y Robert Louis Stevenson salieron a la palestra, ambos para recordar uno de los pilares de la poética mingotiana: que la magia frecuenta los lugares cotidianos, como los gijoneses de la Isla de la Tortuga, Colina del Cuervo o la desaparecida Pensión de Morgan, por los que bien pudo haber andado el mismísimo John Silver. Al otro lado del Atlántico, en su rincón de Nueva Inglaterra, la poeta Emily Dickinson le serviría a nuestro poeta para reconocer entre los pájaros de un parque «cuáles cantan por ella o por Rosalía». El viaje literario nos devolvió a casa para encontrarnos con Leopoldo Alas Clarín y un color que no le resultaba extraño al varias veces citado maestro Valle: el «azul Clarín». Y ya que se estaba entre amigos, del autor de La Regenta a su admirador Benito Pérez Galdós -retratado por el pintor gijonés- y del autor de los 'Episodios Nacionales' a un Baroja -en el trazo de otro artista playu: Rubio Camín-, a quien un pajarito al pasar le llamó por su nombre de pila.

Las últimas estaciones de esta excursión por los mundos de la literatura tenían nombres propios de la poesía, el género en el que a Mingotes más le gusta volar: Lorca, a quien le habría divertido ver cómo la inversión de su apellido servía para recrear el juego infantil del 'jamón-jamón-ja...' con un inspirado 'Calor-calor-ca...' y con el que regresamos a la infancia para sumergirnos en la sabia manera de interpretar la realidad de los muñecos de Barrio Sésamo.

La poesía que roza las nubes con las alas de la imaginación y de la libertad de Antoine de Saint-Exùpery le valió a Mingotes para mostrarnos su hermoso epitafio para el creador de 'El Principito', abatido en su avión por un caza alemán: «La caja negra reveló que el poeta volaba alto». Y a ras de tierra nos aproximó a don Antonio Machado, San Antonio de una oración laica para bendecir casas y reconciliarnos con el sentido común en las inolvidables enseñanzas de su Juan de Mairena.

Fernando Pessoa, «lispoeta», y la polaca Wislawa Szymborska, «Polonia de mujer. Polonia fresca», vinieron desde sus respectivas geografías vitales a poner el broche final al itinerario propuesto por Mingotes para recorrer las librerías de Gijón en estos próximos días de abril en los que se presenta feliz la ocasión de abrir un libro o dos o un ciento, como lo es en cualquier otra época del año y de la vida.

Entre bromas y veras, memorias personales y homenajes a algunos de los maestros que lo marcaron como creador, Mingotes aprovechó su proyección comentada para embarcarnos una vez más en su singular universo de juegos, ocurrencias, complicidades y chispas de la más variopinta naturaleza imaginativa, con os que lleva haciendo más feliz la vida de sus vecinos y seguidores cada semana en las páginas del suplemento Culturas de EL COMERCIO y de sus 'librinos', auténticas joyas de la edición y del primor de leer.

Las librerías en las que se pueden visitar estas 'coses' son Paradiso, Cornión, La Buena Letra, La Central, Platero, Libros de Bolsillo, El Bosque de la Maga Colibrí, Senda, Clarín, Roy, La Casa del Libro.

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