Lorenzo Silva o cómo llevar a ETA a la ficción con verdad, hechos y sin adjetivos
M. F. ANTUÑA
gijón.
Lunes, 6 de julio 2020, 01:36
Llevaba años esperando el momento. Y llegó. Por fin Lorenzo Silva y su Bevilacqua se adentran desde la literatura en una realidad cercana en el espacio y el tiempo sobre la que todavía hoy reina un cierto silencio: ETA. El agente de la Guardia Civil creado por el escritor madrileño estuvo allí, en el norte, en Euskadi de los años de plomo, y ahora lo cuenta en 'El mal de Corcira', la novela que ayer presentó en la Semana Negra.
Nunca falla Silva a su cita con Gijón. Y este año, con más motivo, porque esta novela lleva tiempo rondando, porque le toca, como a todos, muy de cerca, porque después de leer todos los adjetivos dedicados por los medios de comunicación a la banda terrorista quería contarla, quería novelarla, con un 90% de verdad mayúscula, pero sin calificativos. «Quería recuperar los hechos para que el lector asista a ellos».
Y el lector asiste a una trama de ficción -todo comienza cuando a nuestro guardia civil le llaman para resolver un homicidio, pero en este caso la víctima es alguien que ha militado en la organización- y a todo lo que el autor halló hablando, en conversaciones que hoy son más posibles y sinceras que ayer, con testimonios conmovedores que están ahí y tienen nombres y apellidos reales. «La fuente de toda narrativa es siempre el relato oral», apunta Silva, que asegura que el novelista ha de saber hacer acopio, gestionar y dar forma a esas narraciones. Eso ha querido hacer él. En el libro aparece una joven de 18 años que entra en un bar de carretera para hablar con el jefe del comando Arava; conoce a esa mujer. Se habla de de un niño de ocho o nueve años que al salir del colegio vio cómo a su padre le pegaban cinco tiros en el pecho; también ha hablado con él. Hubo un guardia civil que se disfrazó de cura para pasar inadvertido en un pueblo del País Vasco; más de lo mismo. «Todo eso te estremece, el problema es cómo procesarlo literariamente», explica. Pero antes, obvio es, hay que ganarse la confianza de quien tiene que contar lo que aún escuece. Él, como narrador, sabe que en ellos, en sus recuerdos, están magníficos relatos que superan cualquier otro que pueda salir de la imaginación.
La sustancia de toda esa realidad, todo eso que «yo no lo podría inventar jamás», está en un libro que no será el único. Cree Lorenzo Silva que se abre la veda, que llega el momento de que la literatura y también el audiovisual revisen ese «hecho tan extremo» que significó la banda terrorista. «Hay que contar no empantanándose en el rencor ni en el ajuste de cuentas infinito». Pero hay que contar porque peor es taparlo con «el apósito de la desmemoria».
Lorenzo Silva presentó libro pero tuvo también conocimiento de otras novedades literarias como 'Progenie', de la escritora sevillana afincada en Extremadura Susana Martín Gijón, que se adentra en una serie de asesinatos de mujeres embarazas que acontecen en Sevilla. Los investiga una inspectora pasota y descreída de nombre Camino Vargas. Y con ella, con sus pesquisas y sus cosas, un viaje a través de lo que supone la maternidad, y el proceso de muchas mujeres dispuestas a ser madres a cualquier precio y los distintos modelos de familia. Todo comienza con un atropello que a todas luces no es involuntario y en el que la víctima aparece con un chupete en la boca. «Mis novelas siempre tienen trasfondo social», anota la escritora, quien revela que ha creado una «trama tensa, ágil, trepidante para mantener la atención». Susana Martín Gijón visita por segunda vez la Semana Negra y tiene ya en mente volver el año próximo con la segunda entrega de esta serie protagonizada por la policía sevillana.
Carlos Zanón, otro clásico del certamen, llegaba con retraso con su 'Carvalho. Problemas de identidad'. Confesó que su respuesta inmediata a la propuesta de dar vida al detective de Vázquez Montalbán fue un no rotundo, consciente de que aquello podría ser «un estropicio» monumental. Pero los «celos y la envidia», el miedo a que fuera otro, le hicieron cambiar de idea y decidió crear su propio Carvalho. «Me gusta meterme en líos, y quise hacer un Carvalho que fuera mío, pero que respetara también al escritor». Lo gozó y lo sufrió. Y, en principio, no tiene ninguna intención de repetir: «Lo hice y salí vivo, pero no voy a tentar a la suerte».
Con su detective negro sobre blanco esperando acaparar más lectores, Carlos Zanón trabaja en una nueva novela, que afronta como todos sus proyectos: «El reto es siempre no copiarte». Se mete en la peripecia de un trío, una chica y dos chicos muy enamorados, que viaja por España. No sabe cuándo verá la luz la nueva obra, pero sí sabe que de momento habrá nuevos versos que añadir a su producción literaria. «Félix Grande decía que hay un momento en que la poesía te abandona, pues creo que a mí me ha abandonado, no sé si se habrá enfadado», confiesa. Pero ni lo sufre ni lamenta enormemente: «Creo que hago las cosas mejor como novelista». Claro que si algún día deciden volver las musas, serán siempre bienvenidas.