Marta Robles, periodista y escritora: «Quiero alzar la voz por las mujeres que tuvieron que estar calladas»
La novelista acaba de publicar 'Amada Carlota', una nueva entrega de la saga de historias que protagoniza el detective Roures
Con una más que sólida trayectoria en prensa escrita, radio y televisión, Marta Robles (Madrid, 1963) cuenta también con más de una veintena de ... libros entre ensayo, biografía, divulgación y ficción. A esta última categoría se suma ahora 'Amada Carlota' (Espasa), la cuarta entrega de la saga que protagoniza el carismático detective Roures, recién llegada a las librerías.
–¿Qué tal se está recibiendo la novela?
–La verdad es que los compañeros que la han leído están muy contentos, y yo también.
–Es una historia que toca muchos temas: robo de bebés, maternidad, feminismos...
–Es una novela que recorre tres espacios temporales: empieza en 1985 cuando una adolescente embarazada va a una clínica clandestina en un lugar de Asturias donde, nada más nacer su bebé, se lo arrebatan. Después vuelve al presente, que es 2018, porque quería que fuera antes de la pandemia. Y por último viaja a los años 60, y abarca desde ese período hasta el presente. Al recorrer todo ese espacio y tiempo hace una radiografía de un montón de años de la vida de nuestro país. Toca muchos temas, como el abuso y la manipulación de las mujeres, tanto en la dictadura como en los primeros años de la democracia y también, curiosamente, en nuestros días.
–¿Por qué le interesaba hablar de todo esto?
–Muchas mujeres, por distintas circunstancias, han permanecido calladas, han sostenido muchos secretos de su familia que les resultaban bochornosos y que no les permitían revelar, e incluso se les amenazaba. Y me parecía que era imprescindible alzar la voz por todas ellas y darnos cuenta de que incluso ahora, en el siglo XXI y en la época del 'me too', muchas veces seguimos callando cosas porque están relacionadas con la 'honra', que hace que nos atemorice todo y no nos salgamos del camino.
–Son temas que suceden habitualmente pero, ¿hay algún caso concreto en el que se haya inspirado?
–No, no hay casos concretos. Yo tenía mucha información y había hablado con mucha gente, incluso algunas personas que habían sufrido robos de bebés dentro de sus propias familias, y he escuchado muchos relatos de personas que han vivido historias de apariencias, de dobles vidas y de tantas otras circunstancias. Sí que sale algún nombre real porque curiosamente, hace unos años, la hermana de una compañera del colegio me dijo: 'Tienes que escribir mi novela'. Entonces me contó una historia con un personaje real, del franquismo, que había tenido una relación con su madre. Cuando fui a escribir la novela quise recuperar ese dato porque preparando un reportaje de malos tratos a mujeres, me encontré con que su hermana, es decir, mi amiga del colegio, había sido asesinada por su pareja. Y aunque no sea su historia, pensé que algo podía contar que de algún modo fuese reparador, si es que en estos casos hay algo que se pueda reparar.
–¿Es complejo emocionalmente enfrentarse a la escritura de algo así?
–Sin duda. Todos los asuntos que requieren una denuncia y un compromiso siempre son delicados a la hora de escribir sobre ellos y son dolorosos, al escribirlos y al leerlos. Esta novela es muy dura, aunque es verdad que tiene momentos luminosos y rayos de esperanza. Y luego, igual que la vida, tiene hasta momentos de humor. Pero realmente es una novela dura.
–¿Su experiencia como periodista influye en la necesidad de hablar de estas cosas?
–No, en absoluto. Yo creo que los periodistas prestamos más atención a la vida que sucede a nuestro alrededor, pero a cualquier escritor al que revises te vas a dar cuenta de que normalmente parte de relatos que tienen que ver con sus propias experiencias, con cosas que ha mirado, visto, oído o leído y que luego le exigen una exhaustiva documentación.
–En este libro, la música y la cultura también atraviesan a los personajes y la historia.
–A mí me parece fundamental que cuando lees una novela de cualquier tipo hayas aprendido algo. Creo que lo más importante es que los relatos emocionen, porque si no, de poco sirven. Y en el caso del detective Roures, que es ex corresponsal de guerra y que ha sufrido mucho, quería que tuviera algún bálsamo para paliar sus heridas. Y en todas las novelas él se muestra como lo que es, un gran melómano capaz de poner la música adecuada en cada momento. Yo siempre digo que Roures es más culto que yo pero que bebe de mi música, de muchas lecturas y algunas reflexiones.
–Y también tienen gran importancia las localizaciones, muchas de ellas en Asturias.
–A mí Asturias me apasiona. Me he hecho casi una clásica de la Semana Negra de Gijón, con lo cual, poder darle una pincelada con algunos personajes reales de la Semana Negra me hacía especial ilusión. Pero es que, además, le venía muy bien a la historia ubicar en Asturias esa clínica que aparece al principio de la novela. Y a partir de ahí, me empecé a encontrar muchas señales cuando investigué todos esos pueblos que yo no conocía: la primera, que lo que es ahora un restaurante japonés que se llama Amada Carlota, en Cabranes, en el tiempo en que yo lo ubico era además también un hotel. Me sorprendió tanto que fui a conocer a los dueños, y me dijeron que ella se llama Yolanda Carlota, pero que la Carlota a la que alude el nombre es la Carlota del 'Werther' de Goethe, que para mí es indispensable en la literatura, lo cual me pareció que era una señal.
–Conoce bastante bien la región, escribe desde la experiencia.
–Desde luego que hay una experiencia y una devoción, me parece una tierra absolutamente maravillosa, distinta, mágica. Y me parece un privilegio poder ubicar parte del relato de 'Amada Carlota' por allí.
–Con su larga trayectoria como periodista y como escritora, ¿qué le queda por explorar?
–Me queda todo. Los escritores, cada vez que nos enfrentamos a una nueva novela, salimos igual de atacados de los nervios. Cada página que escribo, me da igual que sea en un periódico o en un libro, para mí es como si fuera la primera. Creo que el secreto para que las cosas salgan bien es dedicarles la misma pasión independientemente del tamaño que tengan. Y a mí me queda todo por delante.
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