Miguel Barrero, director de la Semana Negra: «La opción del campus para la Semana Negra es la más efectiva»
«Aquí no se valora porque se ve como normal, pero no es normal que haya tanto público en las presentaciones. No pasa en ningún otro sitio
Está cansado, pero contento. Los diez días de locura concluyen con la incertidumbre de cuál será la ubicación del próximo año pero sin miedo. Un ... festival no sobrevive 38 años por capricho y esa es la razón de que habrá 39 y 40, que ya se está trabajando en la celebración. Miguel Barrero cumple su segundo año como director de la Semana Negra y dice adiós a Naval Gijón.
–Despedida del astillero, ¿fue bonito mientras duró?
–Cuando se instaló la Semana Negra fue un problema, era incómodo, pero cuando te encariñas es difícil dejarlo, porque además es un lugar muy 'noir'. El espacio determina desde el primer momento porque el tamaño modifica la Semana Negra. Hasta que no sepamos dónde vamos a estar y ver cómo se implanta allí el festival no podemos empezar a diseñar la próxima edición.
–La preferencia es la zona de Marina Civil, el Ayuntamiento en todo caso se ha comprometido a que habrá lugar adecuado.
–La relación con el Ayuntamiento es muy buena. Hay un compromiso evidente que no creemos que se vaya a deshacer. Nuestra preferencia ya se conoce: nos gustaría la opción del campus porque es a priori la más efectiva, toda vez que sería en una superficie concebida y acondicionada para acoger eventos de esta naturaleza. Ahora está el Circo del Sol, ha habido conciertos y entendemos que sería el recinto para un evento de esta envergadura.
–¿No le da pena perder la centralidad?
–Ya pasó otras veces y salió bien. Cuando se hizo en el Arbeyal o en el campus no eran lugares céntricos y sin embargo funcionó, hay una cultura de ir a la Semana Negra que supera el asunto de la ubicación. La primera fue en El Musel y nada más alejado.
–¿Hay otras opciones aparte de Marina Civil?
–No lo sé. Mañana empezaré a pensar en ello. Me gustaría saberlo pronto para ver cómo se puede moldear el espacio, porque no sé si voy a poder mantener cuatro carpas con actividad o van a tener que ser tres o dos. Puedo pensar en nombres, pero no puedo concretar mucho más hasta que sepamos dónde.
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–Carpas llenas, librerías llenas. ¿Qué le dicen?
–A los libreros todos los días les he preguntado y siempre me decían que muy bien. La gente ha respondido con momentos muy multitudinarios como el de Petros Markaris el domingo pasado, o el sábado Rosa Montero, que desbordaba la Carpa del Encuentro, con 400 personas. Eso es mucho para la presentación de un libro. Ha cumplido las expectativas como siempre. No recuerdo ninguna Semana Negra que haya sido un fracaso, la gente siempre responde tanto en la parte lúdica como en la cultural. Tampoco recuerdo ninguna carpa que como muy poco no estuviera mediada, la gente sigue respondiendo a la propuesta. Un festival no dura 38 años por capricho ni por empecinamiento, sino porque hay una especie de comunión con la gente a la que se dirige. La Semana Negra plantea un espacio abierto en torno a la cultura en su apreciación más polisémica, porque no es solo libros, es la forma en la que la gente vive su época. La Semana es eso: una celebración de la comunidad.
–¿Contento con la programación de este año y con ese gran homenaje a Ángel González?
–Nos acordábamos siempre de él, porque todos los años la velada poética es una invocación a su memoria, pero ya cuando terminamos el año pasado y advertimos la llegada del centenario pensamos que había que hacer algo, que fuera sencillo, nada solemne, que tuviera una calidez importante, porque así era él. Montamos un par de reuniones de amigos y esa lectura colectiva que era la acción de gracias por sus versos.
–¿Cuáles son sus momentazos?
–El director del festival es el que menos lo disfruta, porque es el que menos tiempo tiene para poder participar en las charlas.Pero mis momentazos son poder acompañar a John Banville en un paseo de vuelta al hotel, poder cenar con Claudia Piñeiro, estar sentado con Rosa Montero, charlar con Miriam Lewin y volver a ver gente muy querida. Son momentos más privados que públicos. También saber que Markaris, por ejemplo, cuando salió de la Carpa del Encuentro tras estar hora y media firmando, llamó a su hija emocionado para contárselo.
–Todos los escritores se sorprenden de que haya tanto público.
–No es nada común que pase esto. El otro día un escritor de Madrid me decía: 'tío, tienes cuatro carpas con actividad al mismo tiempo y están las cuatro llenas a las siete de la tarde'. Eso no pasa en otros sitios. No pasa que traigas a un autor prácticamente desconocido y que haya escuchándolo ochenta o cien personas, no lo han visto nunca. Lo normal es que vayan quince o veinte personas. Clara Usón, la ganadora del Hammett, estaba también muy sorprendida de la implicación de la gente. Lo que pasa aquí no se valora porque lo tenemos desde hace tanto tiempo que se ve como normal, pero no lo es, la Semana Negra no es normal.
–¿Cuántas veces quiso tener un Kalashnikov a mano?
–Hay momentos. Pero tengo la suerte de tener un equipo estupendo, gente que sabe lo que tiene que hacer y cree en lo que hace y siempre está ahí para apagar incendios.
–¿Hay muchos incendios?
–Hay muchos microincendios que si no se atajan pueden generar un incendio en cadena.
–Este año no han salido en la crónica de sucesos...
–Que yo sepa no. Cuando hay un recinto con una actividad por la que pasan miles de personas en diez días lo normal es que pase algo en algún momento. La gente que va a la Semana sabe comportarse.
–¿No hay datos de público?
–Ha habido mucha gente, pero no he pedido datos porque no me interesan. No creo que el valor de una propuesta cultural se traduzca en números, se traduce en lo que aporta a la sociedad en la que se desarrolla. Desde el momento que he tenido aquí a 230 escritores, de la categoría de Banville, que han estado hablando con el público, han llenado recintos y han ganado lectores, me parece que hemos triunfado.
–Pero a ojo de buen cubero...
–Se ha llenado. Me vale con eso y con que la gente esté satisfecha con el programa.
–¿Qué evolución ha de tener la Semana?
–Dependerá en buena medida del espacio. También hemos ido evolucionando de manera natural, el streaming, el podcast, todo ha ido surgiendo de forma orgánica, sin grandes reuniones. No sé aún qué voy a hacer el año que viene, sí tengo autores ya en la cartera, nombres que he apuntado estos días y con los que contactaré. No veo que mi Semana Negra sea muy diferente a la de Ángel de la Calle o la de Taibo, porque la esencia, la piel y el corazón son las mismas.
–¿Actividades el resto del año?
–Es complicado. La mecánica del festival tiene unos ritmos muy marcados, pero podría ser una meta.
–Están los cuarenta ahí...
–Y ya estamos planificando cosas, pero no se lo voy a contar. No hay muchos festivales que cumplan 40 años, así que lo celebraremos como hay que celebrarlo.
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