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Tierra de almas abandonadas

'Baiôa sin fecha de muerte' es una acertada novela del joven Rui Couceiro

Viernes, 28 de noviembre 2025, 09:41

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Vengo leyendo últimamente espléndidas novelas de jóvenes autores que sostienen su narración no tanto en las tramas argumentales como en una reflexión profunda sobre el ... sentido de la vida, y que no lo hacen desde un insoportable intelectualismo, sino desde la cotidianidad de unas vidas insignificantes, sencillas y fácilmente reconocibles. Es el caso de esta ambiciosa y acertada novela de Rui Couceiro (1984), quien penetra en la mente de los personajes para interpretar con ellos la realidad, una interpretación que, como no podría ser de otra manera, tiene componentes mágicos. Un joven profesor, que sufre problemas de indecisión y pusilanimidad, hace un paréntesis en su vida para atender una llamada del destino que viene de más allá de los ruidos urbanos de Lisboa, de más allá del vértigo de la modernidad, concretamente de Gorda-e-Feia, la aldea de sus abuelos en lo más recóndito del Alentejo (allende el Tajo), con muchas viviendas vacías y en ruinas y habitada por personas mayores que se reúnen en una taberna decadente, que también es barbería. Baiôa es un anciano que se dedica a rehabilitar viviendas y emitir llamadas a posibles pobladores con el objeto de mantener viva la aldea. El joven profesor urbanita, que sufre una enfermiza dependencia de las redes sociales, empatizará de inmediato con Baiôa, a quien ayudará en su cruzada contra el abandono y encontrará en él una referencia que dará sentido a su vida, un guía generoso hacia una sabiduría desconocida hasta entonces por el lisboeta. En este camino iniciático, además de Baiôa, intervendrán otros personajes muy singulares, como Zé Patife, Tía Zulmira, la Fadista, el desgraciado Chiquinho Suicida. el tabernero Adelino o el fantasma del profético doctor Bártolo. Día a día el protagonista se topa de frente con la trágica realidad del abandono rural, de la soledad de unas vidas sin futuro y de la muerte. Conviven en la narración lo inmundo y lo celestial, desde el vómito de los borrachos o los efluvios viscosos de un muerto hasta la fragancia de una hierba o la danza de una golondrina. Me interesa especialmente la psicología del protagonista y narrador, que se apunta al inicio, pero no se desvela hasta muy avanzada la novela, sus dependencias, sus búsquedas desesperadas, sus patológicos insomnios y su permanente insatisfacción. Esta es una obra poliédrica, una novela sobre la amistad y sobre la muerte y en la que, mediante una metáfora afortunada (la acción civil y quijotesca frente a la inacción política), se contrasta el mundo vertiginoso y superficial de las metrópolis de la modernidad con la vida agónica del abandonado mundo rural. Rui Couceiro utiliza la literatura con ambición y talento para mostrarnos su implicación con un territorio, con su realidad y con la vida solitaria y desesperada de sus gentes. Se me antoja el joven autor de Oporto como un sucesor de aquel Miguel Torga, grande e irrepetible, que tanto hizo por revalorizar la vida rural portuguesa. Me gustan las novelas que, como esta, se desarrollan lentamente, sostenidas en todo momento por los hilos invisibles de la coherencia y de la emoción.

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