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Una gran fiesta de puro rock and roll vivió anoche el Palacio de los Deportes de Gijón con el esperadísimo concierto de Fito y Fitipaldis en la gira que los ha devuelto a los escenarios con su nuevo disco 'Cada vez cadáver'. Tras la suspensión del doblete previsto para los pasados 18 y 19 de marzo, el bilbaíno y su banda cumplían ayer su compromiso con el público de la ciudad -hoy repetirán- derrochando a manos llenas toda la energía de su directo en una cita que incluía en el 'pack' la ocasión de disfrutar de una sesión previa de calentamiento con unos teloneros de lujo: Morgan, el grupo liderado por Nina de Juan que acompaña a Cabrales y los suyos en este tour por más de una veintena de ciudades españolas.
Con un llenazo histórico y unos fans absolutamente entregados, el mago de Zabala desmontó plenamente la broma contenida en el título del nuevo álbum mostrando que sigue más vivito y coleando que nunca. También que el engrase del conjunto de sus músicos no le anda a la zaga, con unos inspirados Carlos Raya, en las guitarras, Alejandro Climent 'Boli' en el bajo, Javier Alzaola al saxo y la certera incorporación en la batería de Coki Giménez. Consciente de la potencia de sus nuevas canciones, Fito no desaprovechó la oportunidad de exhibir cómo suenan en vivo y fue intercalando con atino entre su repertorio de clásicos casi todos los cortes de 'Cada vez cadáver'. Que cuenta con unos seguidores tan despiertos como sus compañeros de banda sobre unas tablas se percibía al oírles corear las frases de los temas más recientes con la misma aplicación que el 'Soldadito marinero'.
Una muestra del entusiasmo de sus incondicionales la daban, momentos antes de que se abrieran las puertas del pabellón, fitipaldistas de primera hora como las hermanas Verónica e Irene Alonso, de Pola de Lena, quienes no dudaban en afirmar sobre el rockero bilbaíno que «lo que más nos gusta es el rollo que tiene, que es impresionante, y la poesía de sus letras». Igual de contundentes los gijoneses Ignacio González y Alberto González aseguraban: «Fito es puro rock and roll, ni suave ni fuerte, el que nunca caduca». Fan desde sus días en Platero y Tú, el langreano Martín Neira proclamaba, ante la aprobación de su novia Silvia Álvarez: «Es un puro artista, un músico que todavía tiene que dar mucha guerra». Así estaban los ánimos antes de que la banda saltase al escenario.
Un ensordecedor rugido de bienvenida saludó el arranque de Fito y Fitipaldis con 'A quemarropa', uno de los temas señeros del nuevo álbum. Era el inicio de un acelerado menú en el que irían disparando, bala tras bala, 'Lo que sobra de mí' -y su «gracias por habernos esperado tanto tiempo»-, 'Por la boca muere el pez', 'Me equivocaría otra vez' -con renovada cadencia-, la reciente 'Cielo hermético' -y su guitarreo tan Dire Straits- o el añejo y siempre sabroso 'Whisky barato', como su puro rock and roll. Toda una lección del gran Fito y su combo de cómo administrar fama y energía bien llevadas cuando se es el amo de la pista y se sabe.
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