Jaeden Izik-Durko, transparencia y contención expresiva
Prodigiosas versiones de Liszt y Rachmaninov del joven pianista canadiense en el Teatro Jovellanos
RAMÓN AVELLO
GIJÓN.
Jueves, 8 de febrero 2024, 01:03
En el 2022, Jaeden Izik-Durko, joven pianista canadiense nacido en 1999, hizo triplete de galardones en el XX Concurso Internacional de Piano de Santander ' ... Paloma O'Shea'. Primer premio absoluto del concurso; primer premio de Música de Cámara y premio del Público. Galardones que se unen a un currículo brillante que le catapulta a la cima de los pianistas del siglo XXI. Jaeden tocó ayer, dentro de la temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón, en el Jovellanos, en un concierto copatrocinado por la Fundación Alvargonzález, con la colaboración del Festival de Piano de Santander 'Paloma O'Shea'. Bastante público que aplaudió con calor un concierto excepcional.
Izik-Durko es lo que podemos considerar un pianista apolíneo en el sentido del control de la claridad formal y de un toque siempre hermoso muy ligado y con grandes sutilezas de dinámica especialmente en los sonidos suaves. Tiene un idea del tiempo un tanto abstracta por la que le gusta retener las frases creando una sensación de relajación intemporal.
Con estas cualidades, el pianista canadiense ofreció uno de esos programas en los que se adivina la búsqueda de puntos de encuentro, de sensibilidad en común dentro de una variedad estilística, entre Bach, Liszt y Rachmaninov. Comenzó el concierto con la transcripción pianística realizada por Liszt, del 'Preludio y fuga en la menor', de Bach, originalmente para órgano. Es curioso que cuando Liszt transcribe obras operísticas, como por ejemplo las escuchadas hace dos semanas en las propinas de Illia Papoian, utiliza el término de «paráfrasis», por la libertad y subjetividad empleada. Pero en Bach, Liszt no parafrasea, sino que trata de trasladar al piano, sin añadido de notas, toda la riqueza polifónica impresa en la obra original de Bach. Fue un Bach equilibrado muy bien cantado y en donde ya percibimos esa cualidad del fraseo transparente.
Este sentido polifónico, bien estructurado en los motivos y con una variabilidad emocional lo llevó Jaeden Izik a la difícil 'Sonata en si menor', de Liszt. De esta sonata llamó la atención la concepción del joven pianista tendiendo a retrasar los tiempos pero sobre todo dando un color siempre variado cada vez que se repetían los motivos centrales sobre los que se articula la obra. Fue un Liszt más hacia dentro, más íntimo que pirotécnico, sin embargo, todas las notas, todas las complejidades escalísticas estuvieron perfectamente interpretadas.
La 'Sonata N.º1 en Re menor' de Rachmaninov es una obra compleja, difícil de tocar tanto por su variedad a veces atropellada de ideas y ritmos, como de escuchar, entre otras cosas por su excesiva duración. Inicialmente, Rachmaninov ideó un vago programa por el que en esta sonata se evocaban los tres personajes de Fausto -Fausto, Margarita, Mefistófeles- en cada movimiento. Sin embargo, lo que une una obra tan extensa no son ideas extra musicales, sino cierta reiteración cíclica de los temas, y una rara combinación de lo tétrico -las referencia al 'Dies Irae' es clave- y lo lírico. La versión de Jaeden Izik-Durko, sobresaliente, sobre todo el segundo movimiento, el tiempo más interesante de la obra. Esas melodías de Rachmaninov que parece que se hilan y se encabalgan sobre si mismas estuvieron perfectamente trazadas en diferentes planos sonoros.
A pesar de la longitud extrema de esta obra, el público asplaudió y se escucharon algunos 'bravos' por lo que Jaeden Izik-Durkoofreció dos propinas, siguiendo con Rusia: un preludio de Rachmaninov y otro de Scriabin.
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