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Joaquín Sabina se despedía este domingo por la noche de su público madrileño y de los escenarios. E. P.
Despedida ante su público de Joaquín Sabina

El poeta del asfalto apaga el micro

Último concierto ·

El célebre cantautor dice adiós a medio siglo sobre los escenarios ante miles de incondicionales entregados en el Movistar Arena de Madrid

Joaquina Dueñas

Madrid

Domingo, 30 de noviembre 2025

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En un Movistar Arena abarrotado, Joaquín Sabina bajó este domingo por la noche en Madrid el telón de una carrera irrepetible. Una despedida llena de la verdad que siempre ha acompañado sus canciones: esa mezcla embrutecida entre poesía callejera y melancolía que convirtió al jienense en una referencia imprescindible de la música en español. Tras casi cinco décadas recorriendo escenarios, el cantautor ha dicho hola y adiós por última vez allá donde se cruzan los caminos, donde el mar no se puede concebir, donde regresa siempre el fugitivo, pongamos que hablo de Madrid.

El andaluz eligió para su despedida la ciudad que ha sido su hogar sentimental y su principal escenario narrativo. La capital de España ha sido una cómplice más del artista y un personaje en sus historias, no solo una escena para sus princesas tatuadas, perdedores con dignidad o camareras que buscan escapar.

Y ante ese mismo público madrileño confesó que «este es mi último concierto, el más importante, el que recordaré siempre...es muy emocionante que haya venido tanto amigo». «Me he colado en la memoria de varias generaciones. Sin vosotros, mis canciones no existirían», añadía emocionado. En el foso aplaudían emocionados rostros tan conocidos y amigos suyos como Ana Belén, Víctor Manuel, Benjamín Prado y David Trueba, entre otros.

La historia de Joaquín Sabina no empieza con la fama ni con los discos de platino, sino en el exilio en Londres al que le llevó a finales de los sesenta su activismo antifranquista. En suelo británico, viviendo de trabajos precarios, escribió algunas de sus primeras canciones. De vuelta en España, en 1981, nació 'La Mandrágora', un álbum grabado en directo en el local del mismo nombre junto a Javier Krahe y Alberto Pérez, cargado de ingenio e irreverencia y que definió su forma de ver el mundo.

Rendido a su público

«Me he colado en la memoria de varias generaciones. Sin vosotros, mis canciones no existirían», decía emocionado Sabina antes de interpretar sus últimas letras en público

Tras firmar algunos de los mejores relatos urbanos con discos como 'Juez y parte' o 'El hombre del traje gris', fue en 1987 cuando alcanzó su primer gran éxito popular con el álbum 'Hotel, Dulce Hotel'. A él pertenece 'Pongamos que hablo de Madrid', el himno que capturó la esencia canalla de la capital.

El gesto más reconocible

Joaquín Sabina interpretando una de sus canciones en su último concierto en público. EFE

Satisfacción indisimulada

Sabina, agarrándose su característico bombçin, sonríe al público madrileño. E. P.

Icono musical de Madrid

El cantautor jienense, afincado en la capital de España, salió a un escenario con claros guiños madrileños. E. P.

Concentrado en mantener el nivel

Joaquín Sabina no defraudó a sus fieles al interpretar sus canciones más conocidas. EFE

El cantautor más gestual

Una de las señas de identidad de Sabina, repetida este domingo por la noche, es su forma de interpretar sus propias creaciones musicales. E. P.

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La década de los noventa fue la de su consolidación como un gigante de la música en español con 'Física y química', 'Esta boca es mía' y '19 días y 500 noches'. Todos trabajos maduros que exploran, desde la lírica, la derrota cotidiana, el fracaso, la soledad e incluso la resaca.

Su primer parón llegó en agosto de 2001, cuando una isquemia cerebral leve le apartó temporalmente de los escenarios. Estuvo ingresado solo tres días y tras el alta redactó un correo electrónico de agradecimiento en el que aseguraba: «Estoy vivo y coleando, bien de las tres piernas y las dos manos». Aunque calificado de «leve», aquel accidente isquémico le obligó a cambiar de hábitos tras una vida de excesos confesos.

Dos años de agujero negro

Llegó entonces otro golpe de salud, una depresión que le duró cerca de dos años. «Me pasé semanas en que no salía ni al pasillo, venían amigos queridísimos a los que me negaba a ver, si tenía una entrevista vomitaba por las mañanas y sudaba frío», confesó. Una experiencia que canta en 'Nube negra', escrita por el poeta Luis García Montero. «Estaba en un agujero sin sentido, pues cuando tuve el ictus me recuperé perfectamente, sin secuela física alguna. Sin embargo, a los tres o cuatro meses después entré en este agujero negro», explicó.

Madrid, su tierra de acogida

El cantautor jienense puso el broche en su ciudad fetiche a una carrera gigantesca e irrepetible

Tras un periodo de silencio y reflexión regresó con 'Dímelo en la calle' y, posteriormente, firmó uno de sus discos más poéticos, 'Alivio de luto'. Luego llegarían 'Vinagre y rosas', 'Lo niego todo' y 'Contra todo pronóstico', este último publicado en 2023, después de que en 2020 fuera operado de un derrame cerebral provocado por una brutal caída del mismo escenario en el que esta vez protagonizó la despedida.

En los últimos años su legión de admiradores seguía cada concierto como si fuera el último, hasta este domingo en el que, definitivamente, ha bajado la persiana. «No va a haber un interrogante al final de esta gira, es el fin y tengo muchas ganas de quedarme en casa, de ser menos una persona pública a la que matan a selfis cuando sale a la calle y de dedicarme a leer y a pintar», le dijo hace un año a Carlos del Amor en una entrevista para TVE. Este domingo por la noche subió al escenario Sabina y bajó Joaquín Ramón Martínez. Tanto ruido y al final por fin el fin.

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