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Ayer llegó al Campoamor la ópera de cámara 'La Regenta', de Marisa Manchado sobre libreto de Amelia Valcárcel, basado en la novela homónima de ... Leopoldo Alas 'Clarín'. La compositora obtuvo el Premio Nacional de Música el pasado año por esta obra, coproducida por el Teatro Real y el Teatro Español y estrenada en 2023 en las Naves del Español en Matadero. La versión del Campoamor que escuchamos y vimos ayer es orquestalmente más compleja y completa. Ana Ozores regresó a su ciudad cuando se cumple el 140 aniversario de la publicación de la novela. Entre el público, que agotó las entradas, estaba el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli. La ópera no convenció por igual. Algunos espectadores salieron ofensivamente del teatro y, salvo con la protagonista, María Miró, y con el coro, aplaudidos con calidez, el público mostró una reacción cortés y fría.
Condensar los treinta amplios capítulos de 'La Regenta' en tres actos relativamente breves e ininterrumpidos –la ópera dura poco más de hora y media–, y sin que se aminore la tensión y el ritmo dramático es una labor titánica de poda y concepción teatral. Indudablemente, hay personajes secundarios, algunos de ellos entrañables como el bueno, en el buen sentido de la palabra, de 'Frígilis'. Pese a ello, el armazón, el esqueleto de la obra no se resiente y además adquiere nuevos cauces simbólicos en los personajes; por ejemplo, Doña Paula, 'niquelada' como el paradigma de la ambición en su única intervención y, especialmente, en la interiorización expresionista de Vetusta, representada por el coro. Indudablemente, el libreto estaba muy bien trabajado, con frases como la última en la que Ana siente que la besa un sapo, literales de 'La Regenta', pero peca de esquematización. Una persona que no haya leído la novela difícilmente puede seguir el hilo.
La música de Marisa Manchado para 'La Regenta', estructurada al compás del libreto en tres actos, cada uno precedido de una obertura, contiene en cada número aspectos descriptivos, simbólicos y expresionistas. Predomina la atonalidad, aunque hay secciones corales o el aria con acompañamiento de violín solo de Ana Ozores, de carácter más modal. Por otra parte, breves leitmotiv –motivos melódicos o rítmicos que representan un personaje, un deseo o una acción– cohesionan a través de la partitura la acción dramática. Algunos leitmotiv nos recuerdan a Bernan Herrmann, el autor de la música de algunas conocidas películas de Hitchcock. Otros motivos rítmicos se basan en glissandos, sonidos percutivos y notas arracimadas. La partitura es de una riqueza tímbrica muy bien trabada. Sin embargo, hay cierta monotonía en la parte vocal, donde se utilizan hasta la saciedad declamaciones o recitativos con intervalos aumentados que al final resultan cansinos. Salvamos de eso unas partes del coro y esa aria final con violín en la que la protagonista se queja de su soledad.
La directora de escena Bárbara Lluch plantea un espacio escénico dual, dividido el escenario simbólicamente en dos partes. La de abajo es la de la Regenta, a la que visten como si fuese un trapo inanimado. Arriba está el coro, con sus paraguas, sus sonidos de campana y unas vestimentas muy variadas. Por ejemplo, el Regente viste de hombre del XVII, el seductor Mesía de hombre del XVIII –probablemente en alusión a 'Don Giovanni'– y otros personajes con vestimentas más modernas. Probablemente se quiere simbolizar una historia que se da en diferentes épocas.
Jordi Francés al frente de Oviedo Filarmonía realiza una dirección detallista, de gran riqueza tímbrica, destacando el juego del saxofón, la percusión y el violín solista. Aunque 'La Regenta' es una obra coral en la que cada papel en escena es importante e imprescindible, hay dos personajes centrales. Uno es el coro, símbolo de Vetusta y que se interrelaciona directamente con el drama. El otro, Ana. La Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo cumple con creces su doble papel, de conciencia colectiva, a manera del coro griego, y acción dramática. Aunque en escena es un coro quieto, vocalmente tiene partes sugerentes, como las señaladas anteriormente.
La soprano María Miró, siempre en escena, recrea una Ana Ozores vocal y escénicamente muy interesante. Canta y declama con una voz muy clara, agudos muy cómodos y una línea de canto sugerente.
David Oller es un Don Fermín de Pas taimado y jesuítico. Su voz de barítono posee poca fuerza para el papel.
Vicent Steve, como Álvaro Mesía, correcto, con un curioso dúo, el de la seducción de Ana.
Christian Díaz en el papel de Víctor Quintanar, el marido de Ana Ozores, emite notas graves con claridad y siempre actúa con veracidad.
María Rey-Joly como Obdulia, la viuda frívola y sensual, vestida de cuero, tiene interesantes motivos melódicos cantados con precisión.
Destacamos muy especialmente a Laura Vila como Doña Paula, la madre de Don Fermín. El monólogo en el que reprende a su hijo es de lo más expresivo de la obra.
José Manuel Montero, como Paco Vegallana, muy natural, y Gabriel Díaz, como sacristán y sapo, llamó la atención con su voz de contratenor.
'La Regenta' en Oviedo no ha sido un éxito. Hay cierta monotonía en este canto declamado y es muy difícil meter en hora y media una obra tan compleja.
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