Última oportunidad
En 'Shy', Max Porter construye una breve novela que adopta la forma de un monólogo interior lírico, polifónico y atormentado
Un adolescente conflictivo apodado Shy se escabulle una madrugada de 1995 de una escuela llamada 'La Última Oportunidad'. Carga una mochila llena de piedras, escucha ... en su 'walkman' una cinta de 'drum n' bass' —música que considera «el mayor invento británico desde la máquina de vapor»— y se adentra en la oscuridad, en dirección al estanque que hay en los terrenos de la escuela «entre un batiburrillo de recuerdos».
Es con esa concreta ebullición de memoria y sentimiento con la que Max Porter construye esta novela breve que adopta la forma de un monólogo interior lírico, fragmentario, polifónico y atormentado. Otra forma de verlo es que Porter construye su historia diseccionando el peso que el protagonista lleva sobre los hombros. La carga con la que el chico ya no puede tiene que ver con la confusión, el desplazamiento y la furia y funciona de un modo suficientemente receptivo como para captar el dolor que genera alrededor. El protagonista tiene dieciséis años y es a la vez un niño perdido y un joven peligroso. Entre otras cosas, le ha clavado a su padrastro un cuchillo en la mano. Dentro de su cabeza, los pensamientos se mezclan con frases de sus profesores, ejercicios terapéuticos, epifanías musicales, discusiones familiares e informes que lo catalogan con frialdad: «Exámenes de secundaria suspendidos. Expulsado de dos escuelas. Primera advertencia policial en 1992, a los trece. Primer arresto a los quince».
Max Porter canaliza el torrente interior de su protagonista mediante una mezcla de lirismo y energía que acerca su texto al himno generacional y lo transforma en un mosaico tipográfico que funciona en su vertiente epigramática y alcanza también límites visiblemente caprichosos. Por ejemplo, llenar dos páginas con reconvenciones maternas transformadas en una especie de cita textual de un poema. En la novela no hay apenas trama, todo es evocación y tiene un sentido: a través de la impregnación emocional el autor va desvelando una clave en la personalidad del protagonista que tiene que ver con la enfermedad mental y lleva inevitablemente a otro lugar el juicio del lector, elevando la novela a un nivel más complejo.
Cierto exceso de sentimentalismo —que supera lo admisible en un final sorprendentemente edulcorado— impide sin embargo que la novela alce realmente el vuelo en esa dirección que es en cierto modo la que separa a un texto juvenil, por más valioso que sea, de uno destinado al lector adulto. Que la intención de Porter tiene que ver lo segundo lo demuestra el detalle de que su novela contenga una recreación tangencial y valiosa de la cultura 'dance' británica de los noventa (Pandonium, Mixmag, V Recordings), con lo que su lector ideal está hoy mucho más cerca de la cincuentena que de la adolescencia solidaria con el protagonista.
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