Raúl Entrerríos se corona en Europa

Imantado con el éxito, Raúl Entrerríos capitaneó al Barcelona para completar la temporada perfecta. 61 victorias en 61 partidos disputados, un hito sin precedentes que impulsó al club catalán al décimo cetro continental de su historia para refrendar su vitola de equipo más laureado de la competición. El triunfo ayer sobre el Aalborg (36-23) permitió al veterano central gijonés conquistar la Liga de Campeones y añadir el último entorchado en un palmarés azulgrana de leyenda, compuesto por tres coronas europeas, once Ligas, ocho Copas del Rey, una docena de Copas Asobal, nueve Supercopas y cinco Mundiales de clubes.

En una tarde de emotividad desbordante, con los ojos vidriosos mientras se fundía en abrazos con su entrenador Xavi Pascual y su excompañero David Barrufet, vivió la despedida que ambicionaba antes de enrolarse en el cuerpo técnico del conjunto azulgrana la próxima temporada. Fue el encargado de colgar uno a uno la medalla a sus compañeros en el preludio de la recogida del título, el broche de oro a una trayectoria trufada de victorias y un acicate más para ponerle el colofón a su extraordinaria carrera este verano en los Juegos Olímpicos.

El aplazamiento de esa cita en Tokio fue la que le llevó a estirar un extraordinario ciclo como capitán 'culé', con un cierre de ensueño gracias a una corona europea que se le había resistido durante el último lustro. Dejó su firma con un gol de campo a campo y contribuyó a atemperar el juego cuando el Aalborg encontró un efímero resquicio para poner en tela de juicio la superioridad azulgrana.

Con el ánimo de resarcirse de los reveses en los años previos, el Barcelona se mostró arrollador. No titubeó pese al acierto danés en los compases iniciales y fue de menos a más para imponer su ley ante la revelación del torneo y encarrilar su triunfo antes del descanso. Receloso ante la remontada que habían completado los nórdicos frente al PSG en semifinales, en la reanudación el conjunto barcelonés fue un rodillo, eficaz en ataque y con un ejercicio defensivo impecable, apuntalado por la brillante actuación de Gonzalo Pérez de Vargas, distinguido como mejor jugador de la final a cuatro.