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Pelayo Sánchez (Tellego, 2000) ha empezado el año con mal pie. El corredor asturiano del Movistar Team, que el año pasado se destapó ... con una victoria de etapa en su primer Giro de Italia, sumó a unas molestias físicas una infección que le tiene sin competir desde la Tirreno. «Poco a poco» se va encontrando mejor y con el apoyo incondicional de su familia y su equipo da pasos con el objetivo de estar pronto junto a sus compañeros.
–¿Cómo se encuentra?
–Ahora, mejor, lo peor ya pasó. Uno ya sabe lo que tiene y le pone remedio, ya sea con tratamiento, ya sea con descanso. A medida que va remitiendo el tema y te ves mejorar, cada vez estás con más motivación y esperanza de volver pronto a competir.
–¿Desde cuándo puede volver a salir a rodar?
–Empecé el año bastante mal, con molestias, un tema de rodilla... Tuvimos un pequeño parón y parecía que todo estaba bien, pero enseguida en Tirreno tuve un rendimiento malísimo. Me encontraba bastante mal y no podía entrenar entre carreras. No recuperaba y en la competición no era capaz ni siquiera de desarrollar un buen rendimiento para ayudar al equipo. Ahí saltó la alarma e hicimos pruebas. Paré de andar en bici tres semanas una vez que teníamos diagnóstico.
–¿Tardó mucho ese diagnóstico?
–Nunca das con la tecla de primeras, vas buscando y acotando el círculo. Es como buscar una aguja en un pajar.
–¿Qué es exactamente lo que tiene?
–Tuve un herpes zoster, que es lo que hizo saltar la alarma. Esta dolencia es un virus que ya está en el cuerpo, la varicela, que se reactiva. No es en sí la enfermedad o lo que pudieses haber cogido, pero es motivo suficiente para que no rindas y alerta de que algo no va bien. Las defensas no estaban funcionando y llevó a más pruebas hasta encontrar la enfermedad de Lyme.
–¿Qué sentía con esta enfermedad?
–Es una bacteria y los síntomas son que tienes entumecimiento muscular, te sientes cansado, con febrícula, duermes pero no descansas, no tienes hambre... Estás como si te fueras a poner malo, pero nunca te pones malo. Te faltan las fuerzas, es una sensación extraña y que se perpetúa durante semanas hasta que le pones remedio.
–A un deportista profesional se le prepara para muchas situaciones. ¿También para este tipo de procesos?
–El deportista profesional se entrena para ganar, pero realmente para lo que está preparado es para perder, que es lo que hacemos el 99% del tiempo, sobre todo los que no somos como Pogacar (ríe). Estamos constantemente expuestos a la derrota y aprendemos a lidiar con el fracaso desde pequeños. Eso es importante para cuando vienen estos contratiempos, tratas de llevarlos de la mejor manera para intentar alcanzar el objetivo. No es plato de buen gusto, pero hay que tratarlo como lo que es, como cualquier otra lesión.
–¿Tiene previsión de cuándo va a regresar a la competición?
–No hay ninguna fecha y eso es positivo porque nos va a permitir tomarlo con calma y el día que el equipo me necesite estar al 100% para rendir o para ayudar, pero preparado para trabajar.
–¿Qué le transmite el equipo?
–Tiene mucha más experiencia que yo en problemas en general. Es una entidad con más de 30 años y nadie sabe gestionarlo mejor que ellos. Me transmiten calma. Es una carrera de fondo, tengo contrato otros cuatro años con ellos y la idea es que no por empezar a competir la semana que viene vas a sacrificar el año siguiente.
–Acaba de terminar la Vuelta a Asturias, donde logró su primera victoria como profesional.
–A uno se le pone el diente un poco largo, la carrera pasa por delante de casa y siempre te pica el gusanillo. Pero ahora estoy centrado el recuperarme y me toca disfrutar la bicicleta como aficionado.
–Su compañero Iván García Cortina se llevó una etapa y Hugo de la Calle y Samuel Fernández acabaron cuarto y quinto. ¿Está Asturias en alza?
–Hacía mucho que no se veían tantos asturianos en la carrera y sobre todo con un rendimiento tan bueno. Una victoria de Iván y Hugo, y Samu peleando por el podio hasta el último día es más que positivo y habla de la buena salud del ciclismo asturiano, que poco a poco se va recuperando.
–La cantera viene fuerte.
–Sin las escuelas de ciclismo sería imposible. Hay mucha gente trabajando en la sombra que nunca se lleva ningún mérito, pero que son los que hacen que salgan corredores.
–No estará en el Giro, donde ganó una etapa. ¿Cuánto cambió su vida tras esa victoria?
–Me da pena no estar, es mi carrera favorita del año y ahora que la conozco me gusta aún más. No pienso en esa victoria, es una más y sigo siendo el mismo. Quizá repercute algo en la confianza que uno tiene en sí mismo, saber que puedes pelear con los grandes y cuando estás trabajando y haciendo series esas dudas de si seré capaz se disipan un poco.
–La soledad del ciclista.
–Este es un deporte de equipo, pero a la vez individual. Sin los compañeros no podrías conseguir nada, pero el esfuerzo lo haces tú, el pedaleo es tuyo y todo el trabajo para la competición lo haces prácticamente solo.
–Queda mucha temporada. ¿Es la Vuelta a España una meta?
–No me pongo ninguna meta.
–Habrá mirado los perfiles de las etapas.
–Sí, sobre todo las de casa, que pasan muy cerca. Si tenemos la oportunidad de estar habrá que intentarlo y, si no, hay que ver a dónde vamos a acercarnos para ver a los ciclistas.
–¿Le tiene echado el ojo a alguna etapa?
–Sé que subimos el Angliru, que lo tengo aquí cerca de casa. Le echo un ojo todos los días, pero no se me ocurre ir a subirlo.
–El estar parado en esta primera parte, ¿le puede dar ventaja en la segunda?
–Queda año. 2024 fue un poco al revés, un gran inicio y un final un poco decepcionante por esa caída y una serie de problemas tras la Vuelta a España. A ver si podemos darle la vuelta este año.
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