España choca con Wolff y contra sus maldiciones

La portería hispana se mantuvo inexpugnable ante Egipto durante siete minutos, pero Alemania batió a Pérez de Vargas en la primera jugada. No se marcó hasta el minuto 8 ante Egipto, y se tardó otro tanto ante los germanos. Demasiados nervios en el parqué porque había una frontera mental, casi física, en la historia de los Juegos para el balonmano español. Siempre se había perdido en esta ronda.

Jordi Ribera tuvo que pedir tiempo muerto a los cinco minutos, con 0-3. No le gustaba lo que veía. «Más duros en los choques; provocar jugadas de superioridad al ataque», repetía el seleccionador. Kauldi Odriozola cumplió las órdenes y por fin desatascó el ataque con el primer gol a los seis minutos. Fue como despertar, pues Dani Fernández puso el segundo con una jugada 'made in Spain': buena defensa, parada y carrera al contragolpe. Pero el inmenso Wolff ya había comenzado su espectáculo particular: cinco paradas de ocho intentos a los diez minutos.

Faltaba productividad al ataque de los Hispanos por culpa de la precipitación y por una muralla llamada Wolff, mientras su defensa no se cerraba suficientemente. Todo ello propició que los alemanes estuvieran por delante de dos, de tres y hasta de cuatro tantos a mitad de la primera parte. España intentó reactivarse calmando los nervios y pausando los ataques, pero los adversarios, liderados por el gigante Wolff, no cedían. Pero con la perseverancia surgió la energía y un zurdazo lejano de Alex Dujshebaev significó el empate 12 antes del descanso.

Con mejores sensaciones y más confianza. Los germanos tenían como armas principales el 50% de efectividad de Wolff, la robustez de Golla y la fina puntería de Steinert, Uscins y Knorr, por lo que el partido volvió a ser una pelea cuerpo a cuerpo. Resultaba complicado penetrar por el centro, donde los pivotes alemanes lograban más réditos que los españoles. Así que se apeló a los extremos, como contra Egipto, sobre todo a Aleix Gómez. Así se igualaron las fuerzas, el marcador y también las prisas. Agustín Casado puso por encima a su selección (24-23) a falta de cinco minutos. Ribera intentó poner orden en el último tramo. Pidió calma, que se tuviera cuidado con Golla y se perdiera el miedo ante Wolff.

Pero este último consejo fue imposible llevarlo a la práctica. Se habían creado cincuenta ocasiones de gol, pero se habían hecho efectivas menos de la mitad. Tres tiros a bocajarro en los últimos dos minutos fueron blocados por Wolff, siempre Wolff, enorme Wolff.

A falta de un minuto, Knorr firmaba el 25-24 contra una España aún con posibilidades de empatar. Nueva jugada y pérdida de balón de los alemanes, pero no llegó el gol del pase a la prórroga. Se chocó con un muro en forma de portero y con un muro mental, ya que otra vez las semifinales son el límite olímpico. Toca recomponerse como se pueda porque mañana (9.00 horas) hay una opción de un bronce que se recordaría con cariño en el futuro si se consigue. Como los de Atenas 96, Sídney 2000, Pekín 2008 y Tokio 2020.