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Luis de la Fuente, seleccionador español sub-21. reuters
De la Fuente, el éxito de un técnico discreto
Tokio 2020 | Fútbol

De la Fuente, el éxito de un técnico discreto

Estudioso del fútbol, el seleccionador de España se ha labrado un enorme prestigio desde la humildad que engorda ahora con una merecida plata olímpica

ASER FALAGÁN

Sábado, 7 de agosto 2021, 18:25

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Cuando el pasado 8 de julio, tres días antes de comenzar la Eurocopa, Luis de la Fuente (Haro, 21 de junio de 1961) dirigió a La Roja en el amistoso de Butarque mientras Luis Enrique y los suyos estaban confinados por el positivo de Busquets por covid, muchos se preguntaban quién era aquel tipo. No los 'boomers'. Tampoco en el País Vasco ni en La Rioja. Pero sí los más jóvenes. Porque De la Fuente ha sido siempre un actor secundario de la élite, tanto como futbolista como en su etapa en los banquillos, en la que se especializó pronto en el trabajo con la cantera.

Allá por los 80, este fino lateral zurdo era de esa curiosa estirpe en extinción de los futbolistas con bigote. A caballo entre esa década y la de los 90 había unos cuantos: los Sañudo, Carmelo, Zygmantovich, Tato Abadía, Sánchez Jara, Arteche, Meléndez y, por supuesto, Schuster. Lucía también media melena, hasta que no fue posible seguir haciéndolo.

Porque si algo fue De la Fuente es un clásico ochentero; lateral titular del Athletic del doblete que armó un entrenador en sus antípodas futbolísticas: Javier Clemente. Su historia, la de ese puñado de niños que coleccionaban cromos del Athletic y terminaron jugando en San Mamés. Aunque ejerce como riojano siempre que tiene ocasión (en su Haro natal un torneo de categorías inferiores lleva su nombre), su padre era de Bilbao y le llevaba a ver al Athletic a La Catedral. Esa misma ascendencia permitió que con 15 años se incorporara a Lezama captado por Piru Gaínza, un mito del equipo rojiblanco. La adaptación fue moderadamente sencilla: en la capital vizcaína vivían sus abuelos y tíos.

Después de una década en la élite, y como les sucedió a muchos de su generación, el cénit le llegó pronto; hacia la treintena, y se retiró aún joven con una temporada en Segunda B en el Alavés. No fue porque no se cuidara. Recién cumplidos los 60 luce casi el mismo tipo fruto de una disciplina soviética; obsesivo como es en su trabajo diario, como a la hora de analizar tácticas y adversarios. Lo que le toca a alguien que define el deporte como su vida y que mantiene mucho rigor tanto en el quehacer cotidiano como en la alimentación, el mismo que trata de inculcar a sus futbolistas, aunque no por ello deje de gustarle la buena mesa.

Lo que sí ha cambiado su aspecto es el trabajo en el gimnasio, que le confiere un tipo más fruto del anaeróbico que cuando jugaba al fútbol. Tanto como para bromear en sala de prensa con un desafío a Adama Traoré levantando pesas. La cercanía que transmite es otro ejemplo de un tipo con una gran capacidad didáctica.

Larga experiencia

Como entrenador, pasó por las categorías inferiores del Sevilla, tuvo otras dos breves experiencias en Vitoria, también en Segunda B (Aurrera y Alavés) y pasó, por supuesto, por Lezama; unas instalaciones que han marcado su biografía, como el sentimiento por el Athletic que inculcó a su hijo Alberto desde el optimismo.

Su peregrinar, el clásico de cualquier entrenador, terminó cuando hace una década se incorporó a la Federación Española de Fútbol (FEF) para dirigir a la sub-19, que ha alternado con la sub-20, la sub-21 desde la salida de Celades y la olímpica. Una etapa en la que ha sabido adaptarse a la perfección a las preferencias de Luis Enrique y a aplicar un 4-3-3 en el que se siente cómodo, aunque llegara a Las Rozas con el 4-4-2 como configuración por defecto.

Y, además, ejerce otro papel, el de, digamos, confesor-educador de unos futbolistas aún muy jóvenes. Lo admite en una entrevista concedida hace pocos días a este periódico. «Es cierto que este puesto tiene una carga afectiva importante, pero yo lo que trato de hacer con todo el mundo es inculcar una responsabilidad y una exigencia. Una mentalidad que les deje claro que con esfuerzo, todo se consigue. Me da igual que sean jóvenes o no, lo que me importa es que maduren y que lo hagan con estos valores. Y que entiendan que no hay que dejar nunca de aprender, tengas 20 o 30 años».

Buen comunicador

Por el camino, Luis de la Fuente también ha ejercido como comentarista en partidos de las categorías inferiores de La Roja. No se le da mal lo de la comunicación, como lo demuestra en unas ruedas de prensa, las de este año, que han estado más en el foco de lo que era habitual en un entrenador de la selección juvenil.

Soñaba con el oro en Tokio y se deberá conformar con una plata que no le desagrada. No deja de ser un premio a su trabajo que no se ha podido culminar como él tenía pensado. Pero tendrá continuidad y está convencido de que la felicidad futbolística máxima le llegará para engordar un nutrido palmarés forjado desde la discreción que ya adornan dos Ligas y una Copa como futbolista y las Eurocopas sub-19 y sub-21 y los Juegos del Mediterráneo como entrenador.

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