La amenaza de guerra comercial de Donald Trump acorrala aún más al acero asturiano
En el corto plazo, España sufrirá un menor golpe por la subida de los aranceles que la economía estadounidense, donde se disparará la inflación
Edurne Martínez / Clara Alba / N. A. Erausquin
Madrid
Domingo, 19 de enero 2025, 01:00
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca –o mejor dicho, el regreso– este lunes 20 de enero revolucionará el tablero de ... juego. Más allá de las implicaciones políticas, que serán muchas, el mandatario ocasionará un tsunami económico mundial si lleva a cabo todas –o algunas– de las medidas anunciadas en campaña electoral. Una de las grandes apuestas de Trump es la imposición de aranceles para los productos extranjeros con el objetivo de impulsar una economía más proteccionista y que los estadounidenses compren local. A largo plazo habrá que esperar a ver las consecuencias, pero a corto esta medida supondrá un impacto negativo mayor en la economía de EE UU que en la europea y, más concretamente, en la española e incluso la asturiana, relativamente poco expuesta al comercio con ese país –en 2023 el Principado exportó productos por 243 millones–.
Por tanto, esta política arancelaria que pretender salvar la economía local, puede desgastarla. Así lo ha calculado el Banco de España, que en un reciente informe detalla que un hipotético aumento generalizado de los aranceles «previsiblemente presionaría a la baja la actividad económica mundial y al alza la inflación». Dichos impactos dependerán, entre otros factores inciertos, de las potenciales represalias comerciales que adopten los países afectados, de los posibles efectos de desviación de comercio y del eventual deterioro que se produzca en la confianza de los agentes, apuntan desde el organismo. Pero prevén que estos efectos adversos en la economía sean más importantes en EE UU que en Europa.
Hace varias simulaciones. Ante la posibilidad de que EE UU aplique un arancel del 10% para todas las importaciones, el impacto directo sería la depreciación del euro en favor del dólar y unos tipos de interés comparativamente más altos en EE UU. A nivel macroeconómico, la inflación de la eurozona y de España aumentaría levemente, sobre todo motivado por la depreciación del euro, pero este empeoramiento económico sería mayor en EE UU. Los cálculos apuntan a un aumento de la inflación estadounidense de hasta 1,6 puntos extra este año y un recorte de 1,2 puntos de PIB. En tasa interanual, esto supondría que la inflación de EE UU escalase a cotas superiores al 4% este año, ya que los analistas prevén que –sin medir el impacto de los aranceles– los precios cierren 2025 en torno al 2,7%.
En cambio, en la eurozona también se viviría un impacto pero menor: el Banco de España apunta a un aumento de una décima en la inflación y cuatro décimas menos en el PIB. Los efectos serán aún más pequeños en España porque la exposición comercial directa es menor que la que se observa en el promedio del área del euro y en países como Alemania y en Italia. Asturias tampoco es de las comunidades más afectadas de la península. Así, el Banco de España calcula en una décima menos de crecimiento y una décima más de inflación en nuestro país.
Sin embargo, los efectos indirectos amenazan con ser más perniciosos que los directos. Ya sucedió en la anterior etapa de Trump en la Casa Blanca, con sus aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio. Con ellos, producción que iba a ser destinada a EE UU terminó en el mercado europeo desplomando los precios y provocando una caída de la actividad siderúrgica y paradas de instalaciones, también en el Principado.
El problema, además, es que el momento actual es mucho peor para el sector, ahogado por una profunda crisis de demanda y por unas importaciones de productos siderúrgicos que ya son masivas ante el exceso de capacidad global y el consumo contenido de China. Y todo ello cuando multinacionales como Arcelor tienen que decidir si apuestan por milmillonarias inversiones para su descarbonización, por otras más modestas para conservar los activos actuales o por iniciar un progresivo abandono de Europa. Nunca es propicia una crisis, pero para las instalaciones siderúrgicas asturianas puede llover sobre mojado y suponer una puntilla a la mala situación actual.
Otros productos
Pero hay otro aspecto que preocupa, incluso más, en la comunidad: que la guerra que se augura afecte aún más a los que sí son los grandes mercados de las exportaciones asturianas, como las debilitadas Alemania, Francia o Italia. Así lo subrayó el director general de Asturex, Bruno López, que insiste en la necesidad de que las empresas asturianas diversifiquen sus mercados. En 2023 vendieron productos a EE UU 378 compañías de la región, 88 de forma regular. Entre las más reconocidas que han hecho negocio en el país están Windar, Astufeito; Valle, Ballina y Fernández; Adaro Tecnología; TKE o la antigua Hiasa, rebautizada como Gonvarri Asturias.
Por otro lado, pueden tener problemas aquellas que están presentes en México, uno de los países puestos en el punto de mira por Donald Trump, y que incluso utilizan el Estado azteca como base de operaciones para trabajar en EE UU.
Además, queda por ver qué hace con la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) impulsada por su antecesor, Joe Biden, con 370.000 millones de dólares en inversiones para proyectos relacionados con el clima y la energía limpia. Trump ha trasladado su intención de recortarla y de dar marcha atrás a estas políticas, que han atraído inversión a EE UU en detrimento de Europa. Lo más probable es que se derogue parcialmente.
El mercado lleva tiempo preparándose para la llegada de Trump a la Casa Blanca. Los máximos históricos que Wall Street alcanzó en las semanas posteriores a la victoria del republicano vinieron alimentados por la perspectiva de grandes oportunidades de inversión ante cuatro años en los que las bajadas de impuestos, la expansión económica y la desregulación puede beneficiar a los inversores. En Europa, la situación se mira con mayor prudencia. No solo por los grandes exportadores y empresas como las renovables que pueden verse perjudicadas por las políticas de Trump, sino por el impacto que estas tendrán en los bancos centrales a ambos lados del Atlántico. «Con el PIB americano en el entorno del 3% durante los próximos trimestres, sin desempleo y probables bajadas de impuestos, la inflación difícilmente será inferior al 3%», apuntan los analistas de Bankinter. El mercado descuenta desde hace semanas que esta situación obligará a la Reserva Federal a frenar en seco su ciclo de bajadas de tipos de interés, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) podría tener que acelerarlas si la debilidad del crecimiento en la región se mantiene. Esa brecha de tipos más altos en EE UU que en Europa ya se ha dejado notar en un dólar más fuerte, con el euro en mínimos de dos años y rozando la paridad.
Y, aunque no sea su mandato principal, el BCE debe observar muy de cerca esta situación. La debilidad de la moneda única también puede generar ciertas tensiones inflacionistas, ya que eso provoca que, por ejemplo, las importaciones sean más caras, sobre todo las de productos que se negocian en dólares, como la energía. «La sensación es que, ahora, los agentes económicos están mirando más el lado negativo que el positivo de las políticas de Trump», explica Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad. «Percibimos un contagio a las bolsas de las tensiones de la deuda pública, un incremento perceptible de la volatilidad», añade.
«Aunque no tengamos un Trump agresivo, es probable que el temor a lo que está por venir provoque un aumento de la volatilidad en todas las clases de activos», augura, por su parte, George Brown, economista senior de EE UU de Schroders, quien detalla que han revisado al alza sus previsiones para la economía estadounidense porque, pese al furor de la campaña electoral, confían en que el presidente aplicará finalmente «una combinación de políticas a favor del crecimiento». Aún así, «existe un claro riesgo de que seamos demasiado optimistas» y que Trump termine haciendo lo que prometió. No obstante, en su opinión, frente a los efectos en Europa, China será el país más afectado.
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