Arcelor estudia apagar un horno alto en Asturias a partir de noviembre por la crisis del acero
El grupo prepara la operación, aunque recalca que «la decisión aún no está tomada» y depende del mercado, que está cada vez más deteriorado
La dirección de Arcelor en España ha dado la orden de que se vaya preparando una posible operación de salamandra en el horno alto ' ... A' a finales de octubre o en noviembre. Y esto significa, básicamente, que baraja el apagado de la instalación para un plazo más o menos largo, ya que se trata de vaciar el crisol del arrabio y la escoria, de forma que pueda estar inactiva sin sufrir mayores desperfectos.
Según fuentes oficiales de la empresa consultadas por este periódico, «la decisión de la parada aún no está tomada, pero la realidad del mercado es que se sigue deteriorando, con una baja demanda y altos niveles de importaciones extracomunitarias que no pagan derechos de emisión».
Los hornos altos asturianos, como los de toda Europa, llevan un par de años amenazados por una especie de tormenta perfecta, en la que se une la obligación de reducir emisiones con los problemas que atenazan a los grandes consumidores de acero, como la industria de la automoción, y con la debilidad de la economía china, que conlleva una mayor sobreproducción mundial. Con ello, el mercado comunitario se ve invadido por productos siderúrgicos a bajo precio y más contaminantes, ya que proceden de países que no tienen las mismas obligaciones ambientales y laborales.
«Si no se toman medidas urgentes para proteger la producción de acero en Europa el futuro es muy complicado», dice Arcelor
«Si no se toman medidas urgentes para proteger la producción de acero en Europa el futuro es muy complicado», advierte la dirección de Arcelor en España.
Precisamente, esta semana, el comisionado especial para el PERTE de la Descarbonización Industrial, Luis Ángel Colunga, argumentaba que esta situación del mercado es uno de los principales obstáculos que están teniendo los proyecto de Arcelor para descarbonizar sus plantas, entre ellos, la planta de reducción directa del mineral de hierro (DRI) anunciada para Gijón. La multinacional tiene concedida una ayuda de 450 millones de euros para construirla, pero no ha llegado a aceptarla porque duda de la viabilidad económica de la instalación, más aún en el actual contexto de crisis. Puede ser mucho más rentable traer el DRI de fuera que producirlo 'in situ'.
Tampoco es casualidad que sea el horno alto 'A' el que se vaya a parar y no el 'B', que está en mejores condiciones y además cuenta con la ventaja de la inyección de gas de cok, que permite una reducción anual de 200.000 toneladas de CO2.
Además, el 'A' está al final de su vida útil y uno de los principales temores es qué puede implicar ese apagado. Existe el miedo de que cualquier parada pueda ser definitiva, como ha sucedido con una instalación similar en la factoría francesa de Arcelor de Fos-sur-Mer, que ya se ha anunciado que no va a volver a funcionar y cuya parada se ha enmarcado ya en el proceso de descarbonización.
La amenaza directa sobre el horno alto asturiano no es nueva. El pasado mes de enero se desveló que los presupuestos para este año del grupo incluían una parada a partir de mayo si la demanda no mejoraba. Esta no lo hizo, pero las instalaciones de la región han ganado competitividad en los últimos tiempos, hasta situarse en las primeras posiciones de todas las plantas europeas. De ahí que primero se atrasara a julio el posible apagado y después se lograra salvar todo el verano e, incluso, el inicio del otoño.
Durante todos estos meses los dos hornos altos asturianos no han funcionado a plena capacidad. Realmente no lo han hecho desde inicios de 2022, cuando la escalada de costes y la guerra de Ucrania vinieron a romper una evolución extraordinaria, derivada de la recuperación de la pandemia. No obstante, aunque trabajen a medio gas, es fundamental para el empleo que ambos estén en marcha y en las plantas asturianas se intentará que la parada no se confirme.
US Steel amenaza con el cierre de factorías en EE UU
Los gigantes del acero están en crisis a este lado del Atlántico, pero también al otro. La Casa Blanca se dispone a bloquear la adquisición de US Steel lanzada por la japonesa Nippon Steel por 14.000 millones de dólares, suspendida de momento por falta de autorización de los reguladores. Hay un rechazo unánime político y sindical a la operación. De hecho, Kamala Harris y Donald Trump han expresado su oposición, al considerar estratégica la compañía y defender que debe seguir siendo estadounidense. Sin embargo, frente a esto, US Steel advierte de que un bloqueo podría conllevar el cierre de factorías y el despido de miles de trabajadores por falta de financiación. Precisamente, Nippon Steel se impuso en la puja por ella a Arcelor, que también pretendía hacerse con este gigante americano.
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