Asturias en su pensamiento
Abogaba por la mejora de las comunicaciones y las infraestructuras de la región, por «sumar fuerzas» con León y por las nuevas tecnologías
C. TUERO
GIJÓN.
Sábado, 4 de febrero 2023, 02:03
Nunca quiso ser ministro. Le gustaba colaborar, pero hacerlo de manera «técnica e independiente». O, mejor dicho, hacerlo «en la sombra». Lo hacía, en ... cualquier caso, con la firmeza que le daba el carácter -«daba puñetazos sobre la mesa en determinados momentos, incluso delante de Don Felipe, cuando era Príncipe y le daba clases», dijo a este periódico- y con la seguridad que le otorgaba su vasto conocimiento. Sus certeras reflexiones y su crítica y constructiva visión global de la situación económica instaban a actuar, a «no encogernos de hombros», a asumir responsabilidades en busca de cambios. Incluso en épocas de crisis, como a principios de 2011, apeló a las reacciones ante los problemas de un ilustre: «No nos vendría nada mal un Jovellanos», aseveró. «Jovellanos aplicó muy bien la ciencia económica y encontró que ese era el camino adecuado».
Asturias estaba siempre en el centro del análisis del economista. Apuntaba, en el año 2000, como gran ventaja para la salida de la crisis de la región, a sus acuíferos. «La industria se localiza donde hay agua porque necesita enfriar y lavar, entre otras cosas. Es la oportunidad histórica para jugar esa baza, ya que está previsto que para 2040, se pueda desalar el agua del mar gracias a la fusión atómica». Hoy, 2023, esa desalación por fusión nuclear sigue siendo una opción de futuro. Y los recursos hídricos del Principado aún no están suficientemente explotados.
Las comunicaciones del Principado fueron, asimismo, uno de los puntos claves sobre los que Velarde fiaba el crecimiento asturiano: «Esta región -decía en el año 2000- tiene que apostar por las comunicaciones, que es la manera de captar inversores externos. Cuando se abrió la autopista del Huerna todos la calificaron como una obra inútil y faraónica. Hoy sabemos que no podemos prescindir de esa comunicación con Madrid». Y sin perder de vista esa centralidad, hace un par de años abogaba por «eliminar problemas con el peaje» del Huerna porque «el crecimiento de Madrid es extraordinario».
Su visión de las infraestructuras no se quedaba únicamente en las carreteras. También hablaba de la necesidad de impulsar las conexiones marítimas -«Asturias tiene posibilidades de crecer, si hay desarrollo en el conjunto de Europa, por su renta de situación»- , con los puertos de Gijón y Avilés como «conjunto extraordinario de comunicaciones interiores». Y, por supuesto, miraba a lo «esencial» que es «mejorar la red ferroviaria» y, además, replantearse la conexiones con Galicia y mirar más hacia Portugal: «Las inversiones portuguesas en España están aumentando y podrían venir a Asturias».
Pero junto a Madrid, Velarde miraba también a León, aspirando a una mayor coordinación con el Principado: «Considero que el eje astur-leonés debería convertirse en un distrito industrial totalmente diferente. Es como la región minera alemana del Ruhr, una zona aislada y con muchas limitaciones para el transporte, pero que ha logrado desarrollarse. Así que deberíamos sumar fuerzas con León».
Nuevas actividades
Junto a las comunicaciones, el economista asturiano puso ya hace más de dos décadas el acento en las nuevas tecnologías como motor del cambio. «Hay que apostar por la formación en las nuevas tecnologías, desde la aeronáutica a la robótica», señalaba a punto de cerrarse el siglo pasado. Y añadía: «Como asturiano, prefiero que mi región apueste por la nueva economía y no por estadios productivos más atrasados». Dos décadas después enfocaba aún más: «Asturias tiene grandes posibilidades para las industrias farmacéuticas, químicas y alimentarias». ¿Y cómo veía los proyectos de hidrógeno verde? «Creo que merecen la pena. Soy un simple economista, pero leo que los expertos ponen el hidrógeno verde en vanguardia. Técnicos serios lo están diciendo y los economistas que se meten a trabajar con ellos lo ratifican, así que yo también. Creo que hay que ir por ahí».
La visión reformista de Juan Velarde dejó su impronta en toda su trayectoria. Defendía esa necesidad de «políticas de reformas», aunque fueran «desagradables» para las personas y las autonomías. Porque, precisamente, el mapa de las autonomías centraba sus críticas. «Es un desastre», señalaba a este periódico hace un par de años, «porque crea posibilidades a cada región de montar lo que le dé la gana desde el punto de vista administrativo, de controles, de ordenamiento del territorio... Y esto tenía que ser mucho más universal». Y añadía: «La acción del sector público no es la adecuada, en absoluto. Desde el punto de vista económico, montar las autonomías como se montaron pone los pelos de punta».
Pero si en algo dejó su impronta el salense fue en el nacimiento del salario mínimo en España, eso sí, muy alejado de los 1.080 euros mensuales recién aprobados. Velarde defendió a principio de los 60, como vicesecretario de Asuntos Económicos del Ministerio de trabajo, un salario de 60 pesetas diarias «que era la cotización del dólar. Vimos que no iba a frenar el empleo, ya que había grandes posibilidades de aumentos de productividad. Los ministerios económicos empezaron a decir que iba a haber un caos de paro, pero no fue así». Eso sí, en la actualidad, una subida de ese salario mínimo la ligaba a esas capacidades de incrementar la productividad. Hablaba, incluso, hace dos años, de «caos» de darse unas circunstancias semejantes a las actuales. «En este momento, con déficit presupuestario, tendencia a subir los precios y desánimo en muchas zonas de España, una subida salarial mínimamente importante podría originar el caos», afirmó.
Respecto a las pensiones, Juan Velarde abogaba por un planteamiento «totalmente diferente» en el conjunto del gasto público. «Hay que arreglarlo de arriba a abajo porque las atenciones a las personas mayores deberían realizarse de otras formas, no solo con aportaciones dinerarias, sino también con servicios».
Velarde auguró que el impacto de la crisis generada por la pandemia, con cuya gestión fue especialmente crítico -«sería necesario que una mayoría de partidos derrocase a este Gobierno»- iba a durar mucho tiempo. «Como no lo hagamos bien, y no lo estamos haciendo bien, habrá dificultades serias». Eso sí, la visión para Asturias era mejor, sobre todo, apuntó, porque «sus niveles culturales son de los más altos de España y eso también es una ventaja muy grande, con la Universidad. Ese centro de Asturias es una maravilla».
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