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El resurgimiento del voto a los partidos extremos –tanto de izquierdas como de derechas– es una realidad en Europa que, lejos de responder a una ... cuestión de azar, obedece a una serie de factores socioeconómicos que provocan descontento y desafección en la población de una determinada zona o región. Intentar encontrar una explicación racional a esa dinámica –más allá de la política– es uno de los objetivos del proyecto europeo Exit, que la Universidad de Oviedo desarrolla junto a otros centros educativos europeos. Normalmente, siguiendo criterios económicos y de cohesión social, los gobiernos europeos y nacionales dedican más fondos a las regiones que más lo necesitan. Después ya los gobiernos regionales deciden en qué invertir.
En Asturias, la mayoría del dinero se invierte en la zona central, que es donde llega al mayor porcentaje de población, «pero si nos creemos el tema de la cohesión social y económica se debería dedicar más a las alas», asegura Ana Viñuela, profesora de Economía Aplicada que, además, desde inicios de este año ejerce como directora ejecutiva de la RSAI (Asociación Internacional de la Ciencia Regional, por sus siglas en inglés). Esta organización, fundada en 1954, es una comunidad de académicos interesados en los impactos regionales de los procesos nacionales o globales de cambio económico y social.
El tema de fondo del proyecto Exit consiste en cuantificar, comprender y estudiar en profundidad las desigualdades territoriales en Europa. Eso, en el ámbito asturiano, sirve para explicar cómo las alas se sienten «abandonadas» por la zona central de la comunidad, sostiene Viñuela: «Esto ocurre en todas las regiones de Europa, porque los políticos dan prioridad allí donde hay más votos y eso se corresponde con las áreas metropolitanas donde se concentra la mayor parte de la población. Desde el punto de vista económico es normal y racional, porque se llega a más gente, pero también acentúa los desequilibrios territoriales y aumenta el malestar».
Esa sensación se genera, según explica la experta, porque la gente percibe que tiene menos oportunidades de acceso a servicios públicos o de crecimiento económico respecto a otras regiones, y esas desigualdades territoriales acaban manifestándose en el incremento del voto a los populismos.
Sin embargo, en materia electoral los movimientos en el voto se producen, sobre todo, por la percepción que se tiene de la situación, independientemente de si esta se corresponde o no con la realidad. «Una de las hipótesis que surgieron tras el 'Brexit' es que las zonas que apostaron por salir de la Unión Europea fueron aquellas con más población de inmigrantes. Sin embargo, Londres es donde más inmigración hay y ahí el voto fue claro a favor de permanecer. Cornwall, una zona con muchos proyectos financiados por la Unión Europea, también votó a favor del 'Brexit'», afirma la directora ejecutiva de RSAI.
La tesis de Viñuela es que el sentimiento colectivo y el discurso impuesto en la sociedad pueden ir en un sentido y, sin embargo, los datos reales de desempleo, de PIB y de crecimiento económico en otro: «Hay que discernir muy bien entre la percepción de que las cosas van mal y lo que realmente sucede. Eso depende mucho de la historia de la región, del punto del que se parte. Asturias, como Sheffield o Birmingham, viene de una gran industrialización, de ser grandes centros de trabajo, de actividad económica, de ser receptor de inmigración del resto del país. Es muy difícil ver cómo los indicadores empeoran cuando partías de una posición muy elevada en relación con el resto».
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