Duro Felguera puede retomar las obras de la central de Iernut

Se llega así a la recta final de la construcción de esta central, tras un trabajo que la empresa asturiana considera «perseverante» y que permitió llegar a un acuerdo para llevar a cabo con éxito la ejecución completa de los trabajos para la puesta en servicio de la instalación lo antes posible.

Esta infraestructura es considerada estratégica, tanto para Romgaz, como para el país en su conjunto. Iernut es un proyecto de interés nacional en Rumanía por la reducción de emisiones que supondrá. El ciclo combinado tiene una potencia instalada de 430 MW, incluye cuatro turbinas de gas más cuatro calderas de recuperación para la producción de vapor con tres niveles de presión y dos turbinas de vapor e incorpora importantes avances tecnológicos para la protección medioambiental.

El contrato para la ejecución de los trabajos asciende a 345 Millones de Lei (equivalentes a 70 millones de euros aproximadamente) y tiene un plazo de ejecución de 16 meses a partir de la fecha de la orden de reinicio de las obras (1 de agosto de 2023) con posibilidad de prórroga según lo dispuesto en el contrato.

El consejero delegado de Duro Felguera, Jaime Argüelles, ha expresado su satisfacción por alcanzar este hito, que considera un éxito que pone de relieve «la buena gestión por parte de Duro Felguera para superar las muchas dificultades, incluido un cambio en el marco normativo rumano» y el compromiso de la compañía «ofreciendo soluciones y valor diferencial, con el foco en la finalización exitosa de los proyectos y la la plena satisfacción de nuestros clientes». Argüelles también ha destacado la buena relación con el cliente y el papel de las administraciones rumana y española en el proceso de negociación para impulsar el acuerdo.

La obra de Iernut es de los contratos que más quebraderos de cabeza ha dado a la actual dirección de Duro. Heredado de gestiones anteriores, fue firmado en 2016 y, en 2021, Romgaz decidió rescindir el contrato, que incluía a Duro y a Romelectro. La compañía contratante –participada en un 70% por el Estado rumano– alegaba que la unión de la empresa asturiana y la local había incumplido el acuerdo al no ejecutar la obra en el tiempo establecido. Con la pandemia de por medio, Duro y Romelectro habían conseguido en 2020 una extensión del plazo y el reconocimiento de reclamaciones por un importe de 14 millones de euros, pero no fue suficiente y Romgaz tomó una decisión drástica. Ahora, tras prácticamente dos años de negociaciones, los trabajos pueden retomarse.