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El próximo jueves, 12 de junio, está marcado en rojo en el calendario de la dirección de Duro Felguera. Es la fecha en la ... que se acaba el período de preconcurso de acreedores en el que se encuentra inmersa desde el pasado mes de diciembre y, antes de que llegue ese día, deberá encontrar una solución si no quiere entrar en concurso de acreedores.
En ese escenario, la firma de ingeniería intenta acceder a una nueva línea de avales con la garantía del Cesce, compañía de seguros controlada por el Estado. Sin embargo, las negociaciones llevan su tiempo y la empresa no lo tiene, por lo que en paralelo trata de prolongar el plazo de un preconcurso que ya fue prorrogado en marzo. En caso de autorizarse, se trataría de una extensión temporal extraordinaria que, si bien no es habitual, sí cuenta con antecedentes similares.
En las últimas semanas, la dirección ha puesto sobre la mesa diferentes fórmulas para tratar de encontrar una salida a la delicada situación actual. Hace unos días, este periódico pudo saber que la hoja de ruta planteada incluye una quita de entre el 95% y el 98% de la deuda que acumula con las entidades bancarias y con los proveedores. Al afectar a un organismo público, no estarían incluidos en esa quita los préstamos por valor de 120 millones de euros que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) concedió durante la pandemia y que se niega a capitalizar –una operación que la convertiría en máxima accionista de la firma asturiana–.
En cualquier caso, el problema de Duro Felguera, más allá de su cuantiosa deuda, es que no dispone de la liquidez necesaria para poder operar. Dadas las circunstancias y a falta de un inversor que inyecte capital, la compañía debe deshacerse de algunos de sus activos. Por eso trata de colocar su sede del parque tecnológico de Gijón y ultima con Indra la venta de 'El Tallerón'. La empresa de defensa (de la que la SEPI controla el 28% del capital) le ha ofrecido tres millones de euros por unas instalaciones que prevé renovar con el objetivo de fabricar vehículos blindados. No obstante, la falta de respuesta por parte de Duro Felguera está empezando a provocar ciertas prisas, especialmente entre los trabajadores, pues la multinacional que preside Ángel Escribano ha prometido mantener la plantilla de la fábrica –unos 150 empleados– y, de hecho, ya les ha sido solicitado el curriculum.
Si no se alcanza una solución ni tampoco se llega a un acuerdo para una nueva prórroga, Duro Felguera entraría en concurso de acreedores, una situación que suele percibirse como el paso previo a la desaparición de una empresa, pero lo cierto es que no siempre implica la disolución completa. Este procedimiento legal, que está regulado por la Ley Concursal, se activa cuando una compañía no puede hacer frente a sus obligaciones de pago. El objetivo es jerarquizar el pago a los acreedores en función del orden legalmente establecido.
Hay dos escenarios posibles: la fase de convenio —en la que se busca un acuerdo con los acreedores para reestructurar la deuda y permitir que la empresa siga operando— y la fase de liquidación, que se inicia si no hay posibilidad de acuerdo o si se considera inviable la continuidad del negocio. Aun así, incluso en fase de liquidación, la empresa no desaparece por completo de forma automática. El juez puede autorizar la venta de unidades productivas —partes del negocio que son viables y operativas por sí mismas— con el fin de conservar el empleo y maximizar el valor de los activos. Esta figura ha sido clave en numerosos concursos en España para evitar la desaparición total de compañías estratégicas o con capacidad operativa.
Un precedente reciente y comparable a Duro Felguera es el de Abengoa. La ingeniería andaluza entró en concurso de acreedores en 2021, después de años de dificultades financieras. A pesar de la gravedad de la situación, la empresa no desapareció completamente. Se vendieron diferentes filiales y unidades productivas —como Abenewco 1, la principal sociedad operativa del grupo—, que continuaron su actividad bajo nuevos dueños o con otros marcos societarios. Algunos trabajadores fueron absorbidos por estas nuevas entidades, aunque también hubo pérdidas de empleo y reestructuración.
Por tanto, si Duro Felguera acaba entrando en concurso, no implicaría necesariamente su desaparición completa. En función de esas variables, parte de la actividad industrial e incluso de la plantilla podrían mantenerse en funcionamiento.
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