Rubén Correa. Creador de Soft Belt, empresa de aprendizaje mediante IA

«Las grandes transnacionales ya no buscan universitarios, sino expertos»

–Usted trabaja con IA para un fin muy concreto, el de mejorar la velocidad de lectura y la comprensión lectora. ¿Cómo ayuda la IA en este campo?

–Se trata de detectar de manera certera y científica las capacidades de las personas cuando empiezan a estudiar algo, pero también las carencias y en qué fallan. La IA ayuda más que cualquier otra técnica a detectar esto y a adecuar constantemente el programa al aprendizaje del usuario en concreto. Hay momentos donde el software detecta que la persona ya no está comprendiendo, no está interactuando bien. Y entonces es la IA la que aprende y se adecúa en cada caso. Aprende cómo es la persona que tiene enfrente.

–No es solo lectura rápida...

–De lo que se trata es de que la gente mejore en un periodo de tres a cuatro meses y adquiera una técnica de estudio, un método de estudio que no solo es lectura, es también cómo resumir, cómo alcanzar, cómo detectar diversos tipos de textos. Podemos detectar en 25 minutos el nivel de un joven, de una persona que esté en bachillerato o en la Universidad. Y podemos detectar cuáles son las carencias.

–Nuevas formas de aprender, nuevos expectativas...

–El Foro Económico Mundial ha dicho que las empresas en el mundo entero no es que van a contratar gente que sale de la Universidad. Ya se está dando que las grandes transnacionales tienen a la mitad o más de la mitad de sus trabajadores que no han terminado una carrera universitaria.

–Eso es un mundo nuevo.

–Sí. Google, las grandes transnacionales como Twitter, Amazon, no buscan gente que ha terminado la carrera universitaria, sino experta en algo. Y la educación tradicional no ha formado a gente experta en nada. Terminan la Universidad y tienen que hacer una maestría, un máster para poder desempeñarse bien en alguna especialidad. Eso no puede ser. Contrariamente, en el mundo empresarial surgen carreras que son específicas y son valiosas para la era actual. Los aspectos comerciales que se necesitan en la empresa de manera urgente no los cubre la Universidad.

–Usted dice que la Universidad debe transformarse o morirá.

–Una de las capacidades fundamentales de las 'soft skills' fundamentales es la capacidad de autoaprendizaje, de aprender a aprender. Y eso no lo enseña la educación tradicional. A eso nos dedicamos, a mejorar la capacidad de aprendizaje de una persona. O sea, que la persona puede ser capaz de aprender muchas cosas porque hay dos pilares, la inteligencia verbal y la inteligencia lógica matemática. Pero la persona tiene que estar lista.

–Usted dice que España ha bajado en comprensión lectora. ¿Cuáles son las causas?

–Hay cierta permisividad. En muchos países no se presiona al alumno, porque 'pobrecito, se va a traumar, va a dejar de estudiar'. Y esto ocasiona una cuestión psicológica, lo que mucho se habla de la generación de cristal.

–Dotar de capacidad lectora es como dotar de carné de conducir para circular por la carretera del conocimiento...

–Lo primero es tener una capacidad lectora muy alta. Y luego ya empezar con los contenidos complejos. A la gente se le debe mejorar la capacidad de lectura al más alto nivel, la velocidad de lectura. Está comprobado científicamente que se puede triplicar sin problemas esa capacidad. Lo cual va a satisfacer al alumno, porque no hay nada más satisfactorio para una persona que resolver un problema y dominar algo.

–Usted cree que esto nos hará casi superhombres.

–Creo que sí. Nunca antes tuvimos tanto conocimiento estructurado, almacenado y clasificado que puede servir a uno para progresar. Si ahora mismo ocurriera otra covid u otra variante, sería muy fácil sacar otra vacuna. Porque toda la información está compendiada absolutamente en los centros de investigación más grandes del mundo. Toda. Uno tiene toda la información en un celular en tiempo récord.

–En medio siglo hemos pasado de un mundo analógico a este, que nos abre las puertas de todo.

–Sí, hemos pasado de ir a una biblioteca y tomarnos nuestro tiempo para estudiar a que todo vaya al vuelo. Eso tiene que ver con el aprendizaje. El aprendizaje significativo tiene que ver con la concentración, tiene que ver con que la persona sepa distinguir cómo aprende mejor, en qué momento del día y cómo fija ese conocimiento. Por cierto, la inteligencia artificial no es futuro, es pasado.

–¿Cómo que pasado?

–La inteligencia artificial está en función de información y datos hasta el momento. Lo que se crea a partir de ahí son conocimientos. Y los conocimientos los crea el hombre. La visión de la educación es que la gente puede utilizar inteligencia artificial, sí, pero para producir conocimiento e investigación a partir de lo que ya existe, eso es futuro. Todo eso es futuro. O sea, la inteligencia artificial no tiene que servir de repositorio de todo lo que existe en el mundo de manera articulada. Pero solo el ser humano produce conocimientos y el futuro.

–¿No está capacitada la inteligencia artificial para dirigir hacia dónde tiene que ir una investigación, por ejemplo?

–La inteligencia artificial está capacitada para aprender. Y la primera prueba fue la Deep Blue, que aprendió todas los movimientos posibles y las mejores rutas para ganar a un campeón mundial. Y la Deep Blue le ganó al campeón mundial de ajedrez. En eso la inteligencia artificial tiene una enorme ventaja. Pero si un médico mete al ordenador todos los datos de los síntomas de una persona, aún así la intuición y la observación clínica y el diagnóstico lo va a dar mejor un médico que una inteligencia artificial...

–...A día de hoy.

–Sí, a día de hoy. Pero eso llegará también. Hace muchos años hay un círculo de expertos que investigan el fenómeno de la conciencia, que es que las computadoras tengan conciencia. Eso ya viene de hace varios años, más de veinte. Yo trabajé con un neurocientífico que me dijo que este es el mayor objetivo de la neurociencia, que es encontrar y desentrañar el fenómeno de la conciencia, que tiene que ver con la computación. Porque el día en que las máquinas puedan decidir en qué momento apagarse y encenderse, será una especie de conciencia. No conciencia como la del ser humano, pero es una especie de conciencia. Ese es un momento dificultoso. Hay una barrera ética.

–¿El momento en que la máquina o la conciencia artificial empiece a pensar por sí misma en cuestiones éticas y plantee una ética diferente a la nuestra que afirme, por ejemplo, que es preferible un mundo con 700 millones de habitantes felices que con 8.000, como ahora, pero lleno de pobreza y sufrimiento? ¿No nos acerca peligrosamente a los fascismos 'perfectos'?

–Sí, esa es la posibilidad de que haya un mundo un poco peligroso; por eso que hay que reglamentarlo muy bien. Y el tema también peligroso es el de la automatización del armamento, que ya está unido al hardware, o sea, a los drones y todo. Estamos enfrentándonos a algo sumamente disruptivo. La inteligencia artificial, de hecho, va a cambiar. Hablar con una inteligencia artificial es como hablar con el 1% de personas más brillantes del mundo. O sea, que no es cualquiera que está frente a ti en tu celular. Y por el momento, es gratis. Es como si tuvieras a Cicerón, o Platón, o Aristóteles a tu costado. Es realmente una cosa prodigiosa que hay que saber usar. Y hay que ponerle coto legal a muchas cosas. Hay que ponerle límites legales, sí o sí.