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Uno de los hornos altos de la planta de Gijón. PALOMA UCHA
La importación de acero supera por primera vez en diez años al exportado

La importación de acero supera por primera vez en diez años al exportado

El precio del CO2 ha subido un 328% en tres años y la factura eléctrica es hasta un 40% más cara que en Alemania

NOELIA A. ERAUSQUIN

GIJÓN.

Miércoles, 8 de mayo 2019, 05:16

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El año pasado fue de récord para Arcelor, pero la multinacional ya empezó a alertar entonces de los nubarrones que ahora se ciernen sobre el sector y por los que ha decidido recortar su producción en Asturias, Cracovia (Polonia) y no aumentarla, como era su previsión, en Ilva (Italia), al ser plantas más afectadas por las importaciones de acero y por el coste del CO2 y de la electricidad

El mercado siderúrgico español, en el que la multinacional es la reina indiscutible, vivió el pasado ejercicio un hecho insólito. Por primera vez en más de una década la balanza comercial del sector fue negativa. El importe de las exportaciones se situó en 7.996 millones de euros, mientras que las importaciones se dispararon hasta los 8.206 millones, un incremento que ronda el 14% y eso a pesar de la caída de precios, en parte producida por esa invasión del mercado del acero extracomunitario.

España importó un total de 10,8 millones de toneladas de productos siderúrgicos y de primera transformación, que también es el volumen más elevado de los últimos diez años. Lo que más preocupa son los que llegan de fuera de la Unión Europea, donde se juega con otras reglas, con menores costes laborales y, sobre todo, sin el precio añadido de los derechos de emisión de CO2.

Se trata de una especie de daño colateral de la guerra comercial emprendida por Estados Unidos. Las medidas restrictivas a la importación impuestas por la Casa Blanca han impulsado a diversos países a aumentar sus exportaciones hacia la UE. En el caso de Italia y España afectan, sobre todo, las turcas, que aquí crecieron un 52% hasta superar el millón de toneladas. Taiwán protagonizó otro de los ascensos importantes del año con un 80%, que le ha permitido posicionarse como el tercer origen de las importaciones de bobinas laminadas en caliente no inoxidable y chapas y flejes recubiertos no aleados. Para Polonia, el enemigo viene de Rusia.

La situación no mejora en 2019. En el primer trimestre, la importación de productos planos, en los que centrará el recorte Arcelor, aumentó un 7% en relación a 2018 y un 14% con respecto a 2017. En el caso de la bobina caliente las importaciones se dispararon un 126% en comparación con dos años antes y un 49% desde el año pasado.

Las medidas de salvaguarda comercial que la Unión Europea (UE) impulsó el año pasado para impedir la entrada en su mercado de acero rebotado de Estados Unidos (EE UU) y basadas en un sistema de cupos no está teniendo los efectos deseados. «No son eficaces», se quejan fuentes de Arcelor, que además denuncian «la relajación» de la cuota, un 5% más elevada ya que la media de importaciones de los últimos años.

Los otros dos argumentos que emplea la empresa son el incremento del precio del CO2 y el elevado coste de la electricidad en España. En el primer caso, los derechos de emisión han subido un 80% en el último año, un porcentaje que aumenta al 230% con respecto a principios de 2018 y un 328% en relación a tres años antes. Y lo peor está por venir, en 2020 se entrará en una nueva fase y este mercado será aún más restrictivo. Arcelor cifra el sobrecoste por tonelada en 45 euros en comparación con el acero que procede de países que no tienen que acogerse a este mercado, como puede ser Turquía, Rusia, China o India. Y, aunque es cierto que afecta a todas las plantas de Europa, recuerda la multinacional que hay factorías más eficientes que necesitan recurrir menos a este mercado.

En el caso de la electricidad, Arcelor cifra el diferencial de la factura eléctrica con Alemania en entre un 25% y un 30%, porcentaje que la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (Aege) eleva, incluso, al 40%. Y eso que el coste inicial llega incluso a ser más caro en el país germano, pero cuenta con menores tarifas añadidas a la factura y la industria tiene más ayudas.

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