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En un escenario geopolítico en el que las antiguas alianzas (como la OTAN) están en duda, Europa ha decidido ponerse las pilas y anunciar ... un programa de rearme que permita garantizar la seguridad de su territorio. Sin embargo, tras más de una década en la que los presupuestos de defensa han sido cuando menos contenidos de forma generalizada, la industria europea –que se adaptó a esa caída de la demanda– no tiene actualmente la capacidad necesaria para hacer frente al nuevo escenario de gasto militar.
Esas fueron algunas de las conclusiones de la sesión organizada ayer por el Consejo General de Economistas de España (CGE) para analizar el panorama geoestratégico actual, en la que participó Antonio Fonfría, profesor de Economía Aplicada en la UCM, diplomado en Altos Estudios de la Defensa y profesor de Economía de la Defensa: «Existe una fuerte dependencia de los presupuestos públicos en estas empresas. Una parte de lo que Santa Bárbara vende lo vende al Estado español. Por tanto, cuando caen esos presupuestos hay capacidades ociosas y, cuando aumentan, como ahora, tenemos una presión tremenda porque no estamos dimensionados para ello».
En contraposición con ese escenario generalizado de desajuste entre oferta y demanda, la posición de General Dynamics, empresa matriz de Santa Bárbara, es que (independientemente de que esté dispuesta a ampliar su producción en Trubia) precisamente está preparada en términos de capacidad industrial para satisfacer las necesidades del sector, frente a las opciones que proponen Indra o Escribano para Asturias. Ambas compañías participan en Tess Defence, un consorcio que baraja implantar en el Principado una fábrica y una infraestructura de ingeniería avanzada y diseño para la defensa. Además, Escribano busca, también en la región, emplazamiento para un nuevo centro de producción en el que desarrollar los proyectos que tiene en marcha en el sector.
Esas y otras inversiones se producen en un contexto de anuncios del incremento del gasto militar por parte de los países e, incluso, de la Comisión Europea, que movilizará 800.000 millones de euros. Sin embargo, como también señaló el general de brigada y director del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) del CESEDEN, Víctor Bados, con elevar el presupuesto no basta: «Por mucho dinero que se les dé, las empresas no tienen capacidad de producción. Tienes que asegurarles una continuidad en el tiempo para que puedan garantizar sus inversiones». En esa línea, Bados insistió en la necesidad de ofrecer esas garantías a la industria «para que puedan revertir el desmantelamiento de las líneas de producción» que se llevó a cabo en los últimos años.
Por otro lado, Fonfría advirtió de la ausencia de una estrategia a largo plazo, tanto por parte de la UE como de cada uno de los Estados: «Hay países europeos que sí la tienen, pero España no. No tenemos una estrategia industrial de defensa que responda a lo que necesita España». Al mismo tiempo, señaló que uno de los puntos débiles del sector europeo es su fragmentación. En EE UU, apenas cuatro o cinco empresas representan casi el total de la industria, algo que «en Europa no ocurre, porque al ser muchos países cada uno tiene sus estrategias de defensa y su soberanía militar».
Esto, explicó, provoca que la europea sea menos competitiva y que, pese a no ser muy diferente en tamaño a la estadounidense, tan solo facture un tercio debido a que no dispone de las mismas economías de escala. Ese problema se visibiliza en que, por ejemplo, el Viejo Continente cuente con muchos más sistemas de armamento diferentes que EE UU, lo que dificulta la integración y eleva los costes de producción. Por ejemplo, la UE produce 19 tipos de carros de combate diferentes, mientras que el país norteamericano solo fabrica un modelo.
España, además, ni siquiera cuenta con una compañía de referencia que lidere el sector –lo que se conoce como un 'campeón nacional'– sino que hay cuatro empresas tractoras, y no todas de capital nacional, que representan entre el 85% y el 95% de la industria: Indra, Navantia, Santa Barbara y Airbus. Por eso, el Gobierno (a través de la propia Indra) ha manifestado su interés en adquirir Santa Bárbara (principal fabricante de carros de combate en España). La matriz –estadounidense– de la compañía que opera la fábrica de armas de Trubia manifestó ayer que no tiene intención de vender y señaló que su compromiso con España «es firme e inquebrantable».
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