La salida de Reino Unido del mercado de emisiones, a expensas de la negociación

La salida del Reino Unido de la Unión Europea supondrá un evidente cambio de paradigma en las relaciones entre el archipiélago con el resto de países del viejo continente. Uno de los cambios más sensibles será, precisamente, el relativo al mercado comercial, que deberá definirse a lo largo de los próximos meses tras la consumación definitiva del 'Brexit'. Una vez ocurra, las dos partes tendrán un periodo de transición de un año, con fecha de vencimiento el 31 de diciembre de 2020.

La salida de Reino Unido del mercado común de emisiones será, precisamente, uno de los puntos a negociar. Hasta la fecha, las empresas británicas tienen que hacerse con bonos de emisiones para poder emitir gases contaminantes a la atmósfera, al igual que el resto de Estados miembros. El funcionamiento de este sistema es similar al de los mercados bursátiles. La UE fija un máximo de emisiones por año a las empresas y, en caso de que estas tengan que contaminar más, deben acudir a este mercado común para comprar derechos de emisión. Unos derechos cuyo precio fluctúa en función de las necesidades de las compañías y de la actuación de fondos especuladores, que invierten con vistas a obtener beneficio.

Al abandonar este mercado común, habría varias lecturas posibles en relación a las empresas de Reino Unido. Primero, cabría analizar la situación de los bonos que aún estén en manos de dichas compañías. En caso de que los vendieran a las empresas europeas, se daría un exceso de oferta que haría descender el precio de los bonos, abaratando por tanto los costes de las empresas con mayor carga contaminante. Estas empresas británicas, finalmente, podrían suponer un nuevo competidor directo, como ya lo son las empresas turcas y chinas, a la espera de ver qué sistema de regulación de emisiones rige el archipiélago.