«La transversalidad es lo que hace singular al FICX»
«El festival tiene sello propio, se plantea como una oferta variada siguiendo la senda del cine indie, de vanguardia, rompedor y diferente»
Estaba José Luis Cienfuegos al frente del Festival de Cine de Gijón (FICX) cuando Tito Rodríguez llegó para incorporarse al departamento de Prensa. Luego ... emigró a Holanda, retornó como programador, a continuación hizo la maleta rumbo a Madrid y ahora está de vuelta a casa.
–Su relación con el FICX es muy larga.
–Es un largo romance ya. Empezó en 2009 cuando me incorporé al departamento de Prensa haciendo esas labores hasta 2011, también a cargo de las presentaciones y encuentros, entre otras cosas. Luego me mudé a Holanda y volví en 2017 ya con Alejandro [Díaz Castaño] como director para desempeñar las funciones de jefe de Programación, Industria y Relaciones Institucionales. Hice dos ediciones, 2017 y 2018, que fueron maravillosas, con un ritmo de trabajo vertiginoso y con toda la ilusión, pues queríamos insuflar aire al proyecto, creamos las jornadas de industria, ahora FICXPRO, le dimos una vuelta a la programación. Tuvimos buenos resultados y fue todo muy gratificante. Luego en 2019 me fui a trabajar al Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales en el Ministerio de Cultura.
–¿Por qué volver?
–Tenía muchas ganas de volver a Asturias después de cinco años en Madrid. Para mí es volver a casa, reincorporarme a un equipo que considero familia, y a un festival que para mí tiene un lugar muy especial en mi corazón, porque fue donde empecé. Programar es una tarea maravillosa, no solo por todo el acceso que tienes al cine de autor e independiente de todo el año, sino también porque te permite expresarte a través de la selección de películas que se realiza. Si bien este no es un trabajo individual, es un trabajo coral, puesto que tenemos un comité de selección amplio. Es un sistema ideal, porque todas y todos comentamos las películas, debatimos, le damos vueltas a la selección. Es un muy buen grupo, cada cual con su experiencia y sus gustos. Tenemos claro que hay que pensar en el público del festival, en las películas que se consideran necesarias y en mantener siempre un equilibrio, trabajando con rigor.
–¿Qué tiene este festival que lo hace diferente a otros?
–Su transversalidad. La programación se piensa así, en un conjunto –como decía– buscando los equilibrios, intentando no saturar, dar oportunidad a la gente de descubrir películas de diferentes secciones, de competiciones transversales. Con todo tipo de propuestas, dentro de la línea de programación independiente y de cine de autor, pero tocando multiplicidad de géneros, desde el fantástico al thriller, al documental o no-ficción, las propuestas arriesgadas, y otras más convencionales en lo narrativo, con diversos hilos temáticos, y dando cabida tanto a cortometrajes como largometrajes a modo de óperas primas. También la escala humana del festival es algo que cuidamos mucho, así como eliminar barreras entre público y cineastas, para que todo conviva durante nueve días sin limitaciones, tanto en las proyecciones a lo largo del día, como por las noches en las pinchadas y conciertos. Es una manera de apostar por construir una comunidad. Al final el festival es de la ciudad.
–¿Cada programador imprime su sello o el sello es el propio FICX en sí mismo?
–El festival, como decía, tiene un sello propio, se plantea como una oferta variada de cine, tanto de aquí de Asturias, como de producciones estatales e internacionales, siguiendo la senda del cine indie, de vanguardia, rompedor, diferente. Dando oportunidades a cineastas emergentes, esto es muy importante, porque luego vuelven a lo largo de sus carreras a estar presentes en el FICX, ha sido el caso de muchos nombres que ahora compiten en oficial en Cannes, Berlín, Locarno... tipo Kelly Reichardt, Bruno Dumont, Ruben Ostlund. También hay una apuesta por poner el foco, con pequeñas retrospectivas, de talentos españoles en un momento temprano de sus carreras, precisamente por impulsar sus trabajos, con una trayectoria en corto y con primeras y segundas obras en largo. Este año por ejemplo es el caso de Gala Hernández y de Celia Rico. Pero ya se hizo con Carla Simón en su día, mostrando sus trabajos de escuela y su primer largometraje, o con Elena López Riera.
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–Este año hay una vuelta a la sección oficial que había cuando usted se fue. ¿Se ha demostrado errado el sistema de tres secciones oficiales?
–No comparto esa visión de modelo errado con las tres secciones, de hecho, visto desde fuera cuando se propuso, yo todavía trabajaba en el ICAA en Madrid, me pareció un planteamiento precioso y para nada confuso, muy bien estructurado. Y de hecho la variación de este año lleva a Tierres en Trance a ser competición transversal, con su jurado propio, con lo que sigue en realidad siendo una sección pero repartida en otras. Y se ha buscado potenciar secciones que antes estaban dentro de Esbilla y que ahora tienen entidad propia y más títulos como son FICX Premiere, con películas que tienen su estreno estatal dentro del festival pero que no están en Albar o en Retueyos, y que son igualmente llamativas e interesantes, con propuestas de cineastas como Guillaume Brac o Virgil Vernier, y con nuevas miradas como las del Col.lectiu Vigilia por ejemplo, un grupo de jóvenes cineastas que presentaron su ópera prima en Giffoni este año. Y también se ha potenciado la sección, ya como tal, Generación Mutante, con ocho largos y tres cortos.
–¿Qué es la sección Albar en lo puramente cinematográfico?
–Algunas de las mayores revelaciones del audiovisual en 2024 conviven con los últimos trabajos de cineastas esenciales que continúan abriendo nuevos caminos.
–¿Qué refleja en el plano puramente social?
–Hay un poco de todo, desde el retrato de la comunidad educativa con la cámara puesta a la altura de la mirada de los niños y las niñas, el alumnado, que plantea Claire Simon en 'Apprendre', el ritmo trepidante en el acompañamiento de un inmigrante que hace entregas a domicilio que nos regala 'L'Histoire de Souleymane', los modelos alternativos de familia que plantea 'Le roman de Jim', de los hermanos Larrieu, el 'coming of age' con vuelta de tuerca de India Donaldson en 'Good One'. Creo que es una programación muy humana, con historias personales, la superación, el luto por la pérdida de un ser querido, la empatía, la familia, la inmigración y la integración social, la educación.
–¿Retueyos, la otra sección oficial?
–Como el propio nombre de la sección significa, brotes en asturiano, Retueyos se alza como una selección en la que se exhibe cómo nacen, crecen y florecen nuevas voces, miradas, talentos emergentes y discursos fuera de norma habitual del cine. Así, esta competición ofrece tanto primeras como segundas y terceras películas, documental y ficción, en planteamientos estéticos apabullantes como es el caso de 'Fogo do vento', de Marta Mateus, por ejemplo, reinterpretación de archivo y construcción narrativa alternando con filmaciones ex profeso como 'Algo viejo, algo nuevo, algo prestado', de Hernán Rosselli, retratos surrealistas y punkies como 'Peaches Goes Bananas', de Marie Losier, o el misticismo y construcción de ambiente selvático que plantea Santiago Lozano en 'Yo vi tres luces negras', que es casi una historia de realismo mágico, por mencionar algunas.
–El año pasado el FICX lideró el ranking de la cultura en Asturias. ¿Les pone el listón muy alto?
–Es un orgullo que el festival lidere ese ranking, pero debo decir que el listón está siempre alto porque nos esforzamos por hacer el trabajo siempre de la mejor manera posible, con una amortización de recursos comprometida y rigurosa. Es decir, nos ponemos siempre el listón un poco más alto, para seguir construyendo y evolucionando.
–Focos, exposiciones, música... ¿Le falta algún aliño más al cóctel?
–El festival es muy completo ya, pero siempre se puede añadir más aliño.
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