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Un comino

«En mi fin está mi principio»

Sábado, 15 de noviembre 2025, 01:00

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Cada vez que cierra un restaurante querido es como si talaran sin permiso un árbol en nuestro bosque. Con la definitiva bajada de persiana se ... empujan hacia el pasado todos los recuerdos de los días felices de vino y rosas allí vividos. Si esto nos pasa a los clientes, a los amigos, qué no les pasará a los dueños, a los cocineros, a los camareros que han echado allí más tiempo que en sus propias casas. Un local de hostelería no es solo una empresa. Es un arca de celebraciones, amistades, amores, negocios y noches felices, un espacio social trascendente, como una capilla laica. Cuando su luz se apaga definitivamente, un ánima arranca por la vereda, despacio, y se lleva en un saco los recuerdos hasta el cementerio de las tascas, allí abajo, a la orilla del río.

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