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Adrián Fernández, en el viñedo familiar. E. C.
«La gente quiere todo corriendo y en el vino no se puede atajar»

«La gente quiere todo corriendo y en el vino no se puede atajar»

aDRIÁN fERNÁNDEZ, PROPIETARIO DE SEÑORÍO DE iBIAS ·

Señorío de Ibias, con lista de espera, afronta nuevos retos tras triplicar ventas en 2020

Ana Segura

Gijón

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Jueves, 18 de febrero 2021, 10:57

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Crecer entre viñas marca carácter. Cuando apenas contaba seis años, los padres de Adrián Fernández compraron una finca para cultivar las vides y, sin saberlo, marcaron el destino de su hijo, enamorado precoz del mundo del vino. Soprende escucharle hablar y su discurso sereno cuando apenaacaba de de cumplir 22 años. Desde 2015 es la cabeza, y también el corazón, de Señorío de Ibias, un vino que ha encontrado su hueco en los grandes restaurantes de Asturias y que cuenta con lista de espera. En 2019 sacaron sus primeras botellas y, desde entonces, el proyecto, en el que padre e hijo trabajan de la mano, no ha cesado de crecer.

–La trayectoria de Señorío de Ibias no la frena ni el coronavirus.

–En 2020 vendimos más que el año anterior, y eso que nuestro producto se dirige fundamentalmente a la hostelería. En concreto, tres veces más.

–¿A pesar del confinamiento y los cierres?

–La producción fue mayor y, hasta ahora, por suerte, colocamos todo lo que elaboramos. Nos gustaría hacer más pero necesitamos más uvas. Hay que plantar más viñas. Solo con el consumo regional, ya se agotan las existencias. Si produjéramos diez veces más, venderíamos diez veces más.

–De hecho, tienen lista de espera.

–Manejamos muy bien las ventas para no quedarnos sin vino antes del fin de la temporada. Vendemos directamente a los restaurantes y no podemos dejarles tirados a mitad de año. Por eso, sobre todo con clientes de fuera de Asturias, hemos creado esa lista de espera, sabiendo que, si nos comprometemos, tiene que ser a largo plazo.

–Estrellas Michelin, soles Repsol... se han colocado en las mejores mesas

–Tenemos unos clientes estupendos que nos ayudan mucho. Les ofrecemos un buen producto y ellos lo saben vender muy bien. De hecho, su labor es vital. La gente, cuando va a comer a un restaurante y va a pagar treinta euros por una botella, quiere saber cómo se elabora el vino, de donde proceden las variedades de uva...

–Intentan personalizar todo el proceso, ¿no?

–Sí. En la contraetiqueta viene el nombre de la parcela, las coordenadas, la altitud en la que se encuentra y el número de botellas que se producen de cada marca Además, no dependemos de ninguna distribuidora. Somos nosotros los que vamos directamente a nuestros clientes a presentarles y llevarles el vino.

–Con apenas veinte años ya era la cabeza visible de la bodega

–Nada más terminar el instituto, con 18 años, estudié Enología en la Escuela de San Gabriel, en Aranda de Duero. Como es semipresencial podía trabajar en los viñedos y formarme al mismo tiempo. Estudiaba y aplicaba, estudiaba y aplicaba...

–Las nuevas generaciones no suelen interesarse por el campo.

–Hay que tener mucha paciencia y saber esperar. No es un negocio que dé resultados inmediatos. La gente joven y la no tan joven quiere todo corriendo pero en esto del vino no se puede atajar. Es imposible. Requiere de mucho tiempo y trabajo. La gente ve más facil trabajar en una empresa y ganar un sueldo.

–¿Juventud divino tesoro?

–Para algunas cosas es bueno ser joven. En mi caso, creo que soy muy innovador. Siempre estoy haciendo pruebas, macerando blancos con pieles y buscando nuevos matices y aromas.

–¿Cuáles son los retos de Señorío de Ibias?

–Llevamos tres años tratando de pasar los viñedos a la producción ecológica, con buenos resultados, y esperamos poder inscribir este año la primera parcela en el Copae para embotellar el primer vino ecológico de Asturias.

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