He vuelto a Tenerife como cada año, pudiendo constatar un mal dato que se repite y llega a ser alarmante. Canarias figura una vez más ... como la comunidad autónoma que menos pescado fresco consume. Así lo refleja el último informe elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que asigna a cada habitante del archipiélago la cantidad de 14,4 kg. al año, frente a los 19,19 de la media nacional. Unas cifras que reflejan, además, el progresivo descenso que se viene observando durante la última década. Y valga como apunte que en España ya se come casi la misma cantidad al año de pescado que de platos preparados. Con una población esclava del tiempo y atada a la prisa, sucede que cada vez se cocina menos en los hogares, y en una sociedad que deja de cocinar se ve cómo su acervo se empobrece. Lo cierto es que este comportamiento de la población isleña resulta paradójico si se tiene en cuenta que están rodeados de mar. Las aguas del archipiélago disponen de abundantes especies y de una flota artesanal con una dilatada tradición pesquera.
El estudio del ministerio destaca que el bajo nivel de los salarios es el principal factor que explicaría este déficit, una pérdida de poder adquisitivo que ha obligado a las familias canarias a buscar alternativas más económicas para completar su cesta de la compra como el pescado congelado, la acuicultura o el género importado desde países como Senegal o Mauritania, a precios más baratos. Este decreciente consumo afecta directamente a las pescaderías, abocadas al cierre de actividad; a la flota pesquera, que ha disminuido un tercio en los últimos quince años, y también a la dieta, en consecuencia a una óptima salud, que se priva de esa fuente de proteínas, ácidos grasos, vitaminas o calcio.
La excepción en ese agitado mar la protagonizan especies como los diferentes túnidos que sí han incrementado sus ventas, un hecho ligado al consumo extra doméstico y a la moda de ceviches y sushis, unas tendencias gastronómicas que se imponen y están cambiando los hábitos de alimentación, desplazando a productos tradicionales en las islas, como la vieja, el cherne, la sama, el bocinegro o la salema.
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