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Que el origen de la pizza es italiano no es un secreto, que se replica en todo el mundo, tampoco. Prácticamente en cualquier lugar del globo terráqueo es posible disfrutar de la masa horneada cubierta de tomate y queso fundente, además de otros ingredientes al gusto del 'pizzaiolo' y del consumidor. La universalidad del plato multiplica sus versiones. La masa napolitana, con más cuerpo en los bordes y fina en el interior, difiere de la romana, muy delgada de principio a fin y, por supuesto, de la que se estila en Chicago, gruesa y contundente.
Y qué decir de los ingredientes adicionales. Hay pizzas clásicas presentes en las cartas de cualquier país pero también grandes rarezas. Son internacionales la margarita, madre de todo el trasunto —el origen de la pizza se sitúa en 1889, cuando el cocinero Raffaele Esposito habría creado el plato para honrar a Margarita de Saboya—, la diavola, la cuatro estaciones o la caprichosa. En Argentina trunfa la 'fugazzeta', colmada de queso y cebolla, en Francia le añaden 'creme fraiche', en Turquía la bautizan Lahmacun… España también cuenta con versiones e incluso en la región hay quien se atreve a elaborar pizzas muy asturianas.
El restaurante Boccalino, en Gijón, transforma la pizza piamontesa en una creación original y única en su versión asturiana. La pizza 'Pinsa Urriellu 1.414' incorpora Cabrales, nueces, manzana asturiana y sirope de sidra a la mozzarella y el tomate. «Es un viaje culinario y cultural que te transporta desde los confines de Europa hasta el corazón del macizo de los Urrieles en los Picos de Europa, Asturias», presume la pizzeria. En Cangas de Onís, La Parolaccia presenta una pizza de Gamoneu, queso con carácter y denominación de origen protegida. A Mc Charly and Company, en Mieres, le llegó la fama, incluso nacional, al elaborar una más que contundente pizza de callos de la tierrina - piquiñinos, picantinos y pegañosos- que casi tumba al mismísimo Joe Burgerchallenge.
Tras esas llegaron muchas más: la de la folixa, con cabritu bermeyu con patatines, la de pitu de caleya, la de picadillo y huevos… El restaurante Mamma Mia, en Lastres, se hizo también popular hará éste tres veranos por su pizza de fabada con compango y en Oviedo, la pizza campera de pitu y bacon se ha convertido en un clásico en la Finca Sidrería Agrobar.
Y es que esta es la grandeza del plato estrella de la gastronomía italiana. En la que prácticamente no existen los límites y sí los hay, como los del mismo universo, están en constante expansión
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