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¿Hay alguien que proyecte la imagen de una animal jadeante, sudoroso y acalorado al escuchar las palabras 'perrito caliente'? Quizás un niño en la más incipiente infancia participe de la confusión. Para el resto de los mortales, el significado está claro y la mente dibuja sin necesidad de preámbulos el alargado bocata relleno de una aún más alargada salchicha.
La expresión es incuestionable. No es, por ello, común pararse a pensar de dónde procede la conjunción de palabras y por qué los cánidos se han visto envueltos en la icónica propuesta de 'fast food', todo un símbolo gastronómico de la comida callejera en Estados Unidos. Quizás sea hoy, 24 de abril, día en el que el mundo rinde tributo al 'hot dog', la excusa perfecta para dar una vuelta a su origen, que conjuga emigración, cultura popular y marketing urbano.
La génesis del universal bocata está en Alemania, donde ya existían desde hace siglos las salchichas tipo frankfurter -de Frankfurt- y Wiener, de Viena. Se comían cocidas o ahumadas, y muchas veces se vendían como comida rápida en la calle. Los alemanes también tenían el famoso panecillo duro (brötchen), así que la idea de meter una salchicha dentro de un pan no era una locura.
En el siglo XIX, los inmigrantes germanos arribados en América comenzaron a vender los bocadillos en carritos en su país de acogida. Triunfaron, especialmente, en Chicago y Nueva York. Su forma recordaba a los 'dachshunds', raza canina, también de origen alemán, cuyo rasgo más característico es su cuerpo alargado; los hoy conocidos como perros salchicha, para entendernos.
En algún momento, los vendedores ambulantes empezaron a referirse a estas salchichas como «hot dachshund sausages». En 1901, un caricaturista neoyorquino dibujó un perro salchicha en un pan. Como no sabía escribir «dachshund» tiró por la vía rápida y lo tituló 'hot dog' sin imaginar que acababa de acuñar un término universal. De hecho, España es de los pocos países que traduce el nombre. Francia, Italia o incluso Alemania -el 'hot dog' no es lo mismo que el 'currywurst' o el 'Bratwurst im Brötchen', especialidades locales- lo llaman simplemente 'hot dog'.
El bocado pronto se popularizó. En 1904, en la Exposición Universal de St. Louis, celebrada en Missouri, se vendieron multitud de perritos calientes y a partir de ese momento todo fue crecer. Convertidos en propuesta ideal para comer mientras se camina, se popularizaron en el entorno de los estadios y con el tiempo también en su interior.
Su aparente sencillez fue incorporando matices en función del lugar en el que se cocinara y el plato germano terminó convertido en callejero símbolo yankee. Detroit, Seattle, Nueva York, Atlanta, San Francisco o Kansas tienen sus propias versiones y disfrutarlas es un rito que el celuloide ha contribuido a inmortalizar, convirtiendo en icono la propuesta más sencilla.
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