Restaurante El Uría
Abre en puertas de pandemia, lo soporta, se hace un nombre y resiste la marejada que no cesa. Hay que tener fuerza y virtudes
Invirtieron, luego se arriesgaron por amor al arte; al de Lúculo y Apicio. Previamente se enfrentaron a los mil y un problemas que toda iniciativa contribuyente sufre en nuestro país. A los pocos meses de la inauguración saboreaban el éxito y los comensales sus pescados y arroces. De pronto vino el apagón. Y la intermitencia, con aforos reducidos y poder adquisitivo en continua mengua.
Pero a pesar de los errores y pesares ajenos que la hostelería paga, el derrotero de El Uría sigue firme y convocante. Su base es sólida. Y añadiendo esdrújulo, mítica: la antigua cetárea de Tazones, punto de selección y compra para quienes, de vez en cuando, deseábamos darnos el lujo de una centolla, ñocla o langosta a precio casi económico.
Restaurante El Uría
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DIRECCIÓN: Muelle Pesquero (Tazones)
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TELÉFONO: 985 89 73 44
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PROPIETARIO Y SALA: José Raúl Chacón Arias
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COCINA: Pedro Chacón Fernández, Mercedes Fernández Rodríguez 'Merche' y Covadonga Rodríguez Camino 'Bongui'
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INAUGURACIÓN: 14 de julio de 2019
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DESCANSO: ningún día
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PRECIO MEDIO A LA CARTA: 35 euros
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BODEGA: excelente
Con el tiempo la cetárea cambió su ubicación, y el edificio cayó en abandono y ruina. Hasta elegirla Raúl, miembro de familia numerosa y labradora del concejo de Salas que empezó adolescente fileteando xatu, alcanzó carnicerías propias, y compartió la dirección de sidrerías en la Gascona ovetense y en este pequeño puerto.
«La hostelería me capturó por completo», asegura. Y esa deseada captura le permitió ver al alma y las posibilidades de la cetárea tras el cierre y el silencio. Antes tuvo que convencer a autoridades y vecinos, asunto nada fácil, pero finalmente pudo transformar los vaciados estanques y desolados conductos u oficinas en un nuevo restaurante tazoniego: lo precede una terraza portuaria, adorna su piso chigrero con cancelas, escudilleras y tejadillos rústicos, y el comedor superior, elegante y sereno, claro de suelos y paredes, azul de los ventanales, comunica el mar que nos emplatan con el mar que vemos.
Porque de mar se trata; pescados y mariscos del puerto que nos acoge (la rula se une pared con pared en un simbólica coyunda) hechos con respeto, es decir, a la plancha, respetuosa sencillez que los frutos cantábricos exigen.
¿Qué pescados? Los de la última singladura: chopas, fañecas, rubieles, lubinas, doradas... Y andariques, amasueles, ñoclas, percebes, pulpín de pedreru, calamar de potera...
Y arroces. Grano acquarello blanco, suelto, justo de dente y con los mismos nutrientes que el integral, a los que añaden suculentas almejas, bugres, nécoras, langostas, andaricas, calamares y cuanta marinería demande esa cazuela baja y con asas llamada paella y universalizada con el nombre de paellera, la guisandera especializada.
Aquí hay dos: Covadonga, de La Petaca de Pola de Siero, cuyas famosas fabadas nos clausuró la pandemia, y Merche, la mujer de Raúl. Cierra el equilátero Pedro, hijo de ambos, que plancha un sanmartín o un bugre azul como lo que son, satén y seda plateados de ola, roca, arena o bajío al alcance de currantes o de futuros emperadores del orbe (Carlinos I, qué bien comiste).
Arroz con bogavante azul de Tazones
Ingredientes.
-1 buen ejemplar local de bogavante
- 500 gramos de arroz acquarello
- 1 pimiento
- 1 cebolla
- 1 diente de ajo
- 1 ramín de perejil
- 1 litro de fumé de marisco y pescado
- hebras de azafrán en rama
- sal
- aceite de oliva extravirgen
Elaboración
1. En una paellera sofreímos, muy fino, todas las verduras.
2. Mientras se hace, abrimos el bogavante a lo largo, y luego de lado a lado, extrayendo y cortando la carne en trozos como de bocado grandes.
3. Echamos la carne del bogavante al sofrito y dejamos que dore un poco.
4. Seguidamente va el arroz; lo salteamos, que tome color.
5. Y vertemos encima el fumé ya preparado con cabezas y espinas de pescados y mariscos, en proporción de dos por una de arroz.
6. Una vez arranque el hervor, dejamos que se haga suave de 20 a 25 minutos sin dejar de mover o 'ximielgar' por las asas.
7. Dejamos reposar y listo.