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Natalia Menéndez,jefa de cocina de Casa Chuchu. JUAN CARLOS ROMÁN
TURÓN (MIERES)

Sidrería Casa Chuchu

Un ejemplo cumbrero de cómo los chigres apuestan por la cocina de autor cuando el pueblo va perdiendo población

Jueves, 27 de enero 2022, 10:23

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Turón pasó, en cuarenta años, de veinticinco mil a cuatro mil almas. Y Casa Chuchu, en noventa y un años, de bar tienda a restó ocurrente, creativo y habilidoso. La soledad de Turón se debe al cierre minero. El éxito de Casa Chuchu a tres generaciones haciendo camino con la cuarta en preparación.

Chuchu era Sabino Jesús que, junto a su esposa Iluminada, abrió en 1930 un establecimiento vecinal de pintas, culetes, chorizos, sardinas salones, potes y -tienda también- escobas o arena para chapas. Llegó la Guerra. Cuidando de ellos y de sus diez hijos, se fueron a Santandrés, güeria arriba. Y trabajaron, vivieron, sirvieron, acogieron y satisficieron.

SIDRERÍA CASA CHUCHU

  • Dirección: El Parque (Turón)

  • Teléfono: 650 75 84 61 y 985 43 02 26

  • Chef: Natalia Menéndez Ruíz

  • Sala: Rafael Rodríguez Gutiérrez

  • Fundación: 1932

  • Actual etapa: 2007

  • Sólo carta. Precio medio: 30 euros

  • Cierre: martes y todas las noches excepto viernes y sábados

  • Sidra: Villacubera

  • Bodega: buena

Tres décadas después, uno de los hijos, Rafael, junto a Guillermina, su media naranja, siguió la vocación hostelera y abrió Casa Chuchu en La Veguina, entrada turonesa de poniente. Corría 1965 y el valle se colmaba de mineros, pozos, humos, escombreras y sobrepoblamiento. Prosperaron sirviendo callos, fabes, chipirones y demás repertorio chigrero, y al iniciarse obras en el edificio pasaron aquí, frente a la plaza, el parque y el chalet del Ateneo. Para entonces, el Rafael de la nueva generación y la lenense Natalia -se repite por tercera vez que el heredero se case con una cocinera- preparaban la sucesión.

Natalia venía aprendida de la madre y la abuela; luego su suegra redondeó saberes. Y una voluntad de hierro: de no escanciar pasó a exhibir escanciados perfectos por Londres o Nueva York.

Otro tanto viene ocurriendo con sus pericias culinarias. Sabe que las sidrerías se van volviendo urbanas, de barrios y bulevares, y los pueblos deben ir apostando por tabernas cuidadas, cantinas selectas, gastrobares con firma. Por eso sus croquetas de cremosa ligereza, sus callos de mínimo corte y compleja densidad, sus alcachofas trufadas y confitadas con papada ibérica y trompeta de los muertos, su lasaña de rabo en salsa perigord, su atún rojo escabechado, o su paletilla de lechazo, la honran y destacan como chef en femenino. «Me gusta trabajar cosas de temporada y no demasiado habituales, como el cardo y la borraja, y persigo de manera obsesiva la excelencia», asevera.

El último y joven Rafael, tras estudiar lenguas modernas, de manera sorpresiva y con cinco idiomas dominados, quiso matricularse en el Basque Culinary, cosas de la genética, y mientras pone proa a su último curso, prepara las maletas para desplegar prácticas en Suecia: seguro que volverá preparando un smörgåsbord o unos arenques igual de ricos que las cocochas al ajo negro, las mollejas con setas o o los sutiles milhojas de su madre.

Cebollas rellenas de carrilleras

Para 2 comensales

- 4 cebollas curiosas-pimiento rojo

- pimiento verde

- puerro

- zanahoria

- vino tinto

- brandy

- aceite de oliva extravirgen

- sal

Elaboración

1. Peladas y ahuecadas, metemos las cebollas en una bolsa de vacío al horno de vapor durante 90 minutos a 90 grados, con el fin de extraer sus jugos y suavizarlas.

2. Las sacamos de la bolsa.

3. Preparamos una farsa con pimiento rojo y verde, puerro, zanahoria y cebolla cortados muy menudo.

4. Añadimos las carrilleras desmenuzadas.

5. Salteamos, revolvemos, retiramos y rellenamos las cebollas;luego las tapamos con el sombrerete quitado.

6. Aparte sofreímos la salsa:cebolla, pimiento verde, vino tinto, brandy.

7. Bien tierno, ponemos encima las cebollas y dejamos que guisen sobre dos o dos horas y media.

8. Separamos la salsa de las cebollas y la pasamos por el chino antes de guardarla en un recipiente toda la noche dentro de la nevera.

9. Al día siguiente retiramos la capa superior de grasa, y reducimos la salsa incorporando al final las cebollas para que templen.

10. Presentamos las cebollas con una parmentier de patata y la demiglacé de la reducción.

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