En recuerdo del psiquiatra asturiano José Solís Suárez
PEDRO TRABAJO VEGA
Viernes, 7 de diciembre 2007, 03:36
PSIQUIATRA EL 26 de octubre de 2006, a los 97 años, murió en Madrid el psiquiatra asturiano don José Solís Suárez, con ejercicio profesional en León durante más de cuarenta años, hasta su retiro definitivo. Fue uno de los últimos representantes de la llamada 'generación dispersa' tan marcada en su porvenir por la guerra civil.
Nació en Gijón el 18 de diciembre de 1908 y se trasladó a Madrid en 1926, donde se licenció en Medicina en 1932 con una clara vocación psiquiátrica ya antes de finalizar la carrera. Vivió todos estos años en la famosa Residencia de Estudiantes, donde conoció a científicos como Severo Ochoa y Francisco Grande Covián, a poetas como Celaya y Lorca y a la que sería su mujer, Galia (rusa de nacimiento, que cursaba estudios de Geología), con la que tuvo dos hijos. En 1931 asistió como alumno becario a un curso práctico de Psiquiatría Clínica en el Manicomio de Mujeres de Ciempozuelos, dirigido por el doctor José Miguel Sacristán, y realizó trabajos de investigación serológica que publicó con José Salas Martínez. En 1933 obtuvo el puesto de psiquiatra de la Clínica de la Conducta del Tribunal Tutelar de Menores de Madrid, donde estudió la dinámica de las familias de los jóvenes delincuentes y fue pensionado con una beca por cuenta de la Junta para la Ampliación de Estudios, que le permitió trasladarse a Viena durante casi dos años. Permaneció allí bajo la dirección de Pötzl en la Clínica Universitaria, donde se interesó sobre todo por la citoarquitectónica cerebral.
Al principio de la confrontación se trasladó a Alicante, donde el Centro Superior de Menores creó centros de enseñanza y formó parte del cuerpo de psiquiatras del Ejército de la República. Él trabajó en la selección de pacientes. Aún en plena guerra civil, durante el otoño de 1937, acudió a París para presentar una comunicación sobre la asistencia en España al niño oligofrénico en el Congreso de Psiquiatría Infantil que se celebró ese año en la capital francesa. Al terminar la contienda fue desposeído de su plaza y pasó a colaborar con el cirujano Vara López en Burgos, cuyos frutos aparecen en varios artículos. Y ya en 1941, con permiso para realizar su actividad profesional, eligió la ciudad de León para el ejercicio privado de la psiquiatría. Abrió una clínica, en principio de 10 camas, que amplió a 22 posteriormente.
Hasta los años cincuenta no se le permitió viajar fuera de España. Empezaba entonces una nueva era de la psicofarmacología, que experimentaba con el Largactil como antipsicótico. Solís acudió a Basilea para familiarizarse con el uso de la nueva sustancia, que ensayó con sus propios pacientes. Sus resultados fueron presentados en Barcelona durante un congreso en 1958, con una casuística de 281 esquizofrénicos tratados con este fármaco desde 1953.
En 1965 fue nombrado director del Hospital Psiquiátrico de León (Santa Isabel), recién construido bajo el auspicio de la Caja de Ahorros, siendo su preferencia potenciar los aspectos rehabilitadores de la enfermedad mental. De sus dotes organizadoras, vasta cultura y participación en la vida leonesa valgan como ejemplo la fundación de la Sociedad Filarmónica y las presidencias del Ateneo y de la Alianza FrancesaTambién se encargó de promover la primera reunión de antiguos residentes de la ya mítica Residencia de Estudiantes.
Todos los psiquiatras somos, en cierta medida, deudores de esta brillante escuela de la que el doctor Solís formó parte. Estas líneas pretenden expresar mi gratitud, admiración y sincero afecto por su ejemplo.