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Héctor Rato, ayer, con su cuaderno sobre la historia cambiante de La Camocha.
Las dos caras de La Camocha

Las dos caras de La Camocha

Héctor Rato presenta un cuaderno sobre los cambios vividos en el poblado

Óscar Cuervo

Jueves, 16 de octubre 2014, 00:15

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Pasó de ser un núcleo rural a convertirse en una impresionante poblado minero. El geógrafo Héctor Rato Martín presentó ayer su monográfico 'Del carbón al ladrillo: la transformación del territorio de La Camocha', un estudio publicado por el Ateneo Obrero que refleja a la perfección los cambios experimentados por esta parroquia de Gijón y que retratan, ampliando el campo de visión histórico, los vaivenes económicos y sociales habidos en el Principado.

Esos cambios comenzaron a intuirse en La Camocha a principios del siglo pasado, cuando los Hermanos Felgueroso, explicó Rato, se interesaron en abrir una explotación minera cerca del litoral. «Realizaron sondeos en el sur de Gijón entre 1901 y 1930, que confirmaron que había carbón en la zona. Incluso hubo tiempo para los sustos por culpa del 'mecheru' de Caldones -una bolsa de gas que terminó por explotar-», apuntó el geógrafo y máster en Historia y Análisis Sociocultural por la Universidad de Oviedo.

Cinco años después, en 1935, la mina de La Camocha vendía a la panadería Zarracina el primer carbón allí picado. Pero aún había muchos obstáculos por salvar. «Había problemas de transporte -se solucionaron con la creación del ferrocarril entre La Camocha y Veriña- y de mano de obra ya que, al ser una zona rural, no había interés por bajar a la mina. Quien lo hacía era como complemento a lo que obtenían en su trabajo agrario o ganadero», anotó. Así las cosas, no quedó más remedio que «importar» trabajadores. «De Galicia, Andalucía, Extremadura y las dos Castillas. Rejuveneció muchísimo la zona», añadió.

También supuso un importante empujón para la construcción -«se levantaron más de 700 viviendas de todo tipo en 20 años»- y el movimiento sindical. Cuenta Rato que en La Camocha, en 1957, se organizó una de las primeras comisiones obreras de toda España. «El mito dice que la de La Camocha fue la primera. No está claro que fuese así, pero sí fue una pionera». Todo ello, sin importar la represión.

La decadencia

Héctor Rato fijó el inicio del período de decadencia de la mina al principio de la década de los 60. «El carbón pierde importancia y caen la producción y el número de trabajadores», explicó. Ello provoca un estancamiento en la construcción y, lo que es peor, el inicio del envejecimiento de la población.

Y así, con el pasar de los años, incluida la escisión de la compañía Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) -«que en un principio generó muchas expectativas»-, llegó, en 2008, el cierre definitivo del pozo. Pero el cambio ya había comenzado a fraguarse tiempo atrás, con la construcción de viviendas unifamiliares que nada tenían y tienen que ver con la mina, con la correspondiente pérdida de identidad minera del poblado.

Las dudas asaltan ahora. ¿Qué se puede hacer con la mina? «Los vecinos y las instituciones jugarán un papel muy importante en ello». Descartada la conservación íntegra de la instalación, herida casi de muerte por culpa del cierre y del abandono, parece ser que las únicas alternativa pasan por su derribo total -algo no deseado- o por rescatar sus elementos más significativos. Solo el tiempo lo dirá.

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