«Salam aleikum, hay una bomba en el juzgado de Gijón»
Estas fueron las palabras que alguien con acento árabe pronunció tras llamar al Palacio de Justicia de la ciudad en torno a las 10:30 horas de la mañana de ayer, según explicó una funcionaria de Fiscalía. La Policía Nacional desalojó el edificio y fue precisa la intervención de un efectivo de los TEDAX, que inspeccionó el inmueble durante dos horas. Resultó ser un falso aviso
Cristina M. Gayo
Miércoles, 7 de octubre 2015, 11:55
La mañana del miércoles se preveía sin sobresaltos en el Palacio de Justicia de Gijón, ya que no se encontraba en la agenda del día ningún juicio de esos que acapara la atención mediática. Sin embargo, a las 10:30 horas todo cambió. «Salam aleikum, hay una bomba en el juzgado», fueron las palabras que alguien pronunció al otro lado del hilo telefónico en la oficina de Fiscalía, relató una funcionaria. Según confirmaron fuentes de la Comisaría gijonesa, la persona que llamó tenía acento árabe.
El nivel 4 de alerta terrorista por yihadismo en el que se encuentra España hizo saltar las alarmas y se tomó la decisión de desalojar el edificio con diligencia. Los primeros en salir fueron los reos que se encontraban en las instalaciones judiciales y, después, sobre las 11:15, se procedió a evacuar a resto de personas, unas 300, entre abogados, jueces, citados ante el magistrado y trabajadores del Palacio.
El dispositivo estuvo coordinado por la inspectora del Cuerpo Nacional de Policía Patricia Zárate, jefe de la policía adscrita a los juzgados.
La Policía Nacional, que estableció un perímetro de seguridad de 200 metros, acordonó la zona en la que se encuentra el edificio, situado además junto a la estación de tren y un hotel. Los aledaños no se desalojaron, aunque se mantuvo la vigilancia en los mismos. La calle del Palacio de Justicia fue cortada al tráfico y se desvió la circulación hacia la avenida de Carlos Marx, pero no se suspendió el tránsito ferroviario en ningún momento, aunque una cinta policial obligaba a los pasajeros a dar un rodeo para acceder a la terminal.
Tres cuartos de hora después del desalojo, llegó a la zona un efectivo de los TEDAX (técnicos en desactivación de explosivos) de la Policía Nacional, que inspeccionó con un perro el edificio durante dos horas. Los trabajos de reconocimiento se realizaron tanto por dentro como por fuera de las instalaciones y, tras comprobar que no existían explosivos, a las 14:10 horas, los agentes retiraron el dispositivo de seguridad desplegado y las personas que aún permanecían en los alrededores de los juzgados pudieron volver a sus puestos de trabajo o a recoger sus pertenencias.
Durante las casi tres horas que el edificio de la Justicia gijonés permaneció cerrado, la tranquilidad fue la nota predominante entre los desalojados, aunque las palabras «aviso de bomba», que se extendieron de forma rauda, sembraron inquietud y las teorías sobre las intenciones del aviso iban desde lo rocambolesco: «habrá sido alquien que tenía un juicio hoy y no quería venir»; a las versiones más pegadas a la actualidad: «¿no será el Estado Islámico?».
Manuel Remuge, que asistía a un juicio, relataba así lo vivido: «Llegó un hombre gritando "¡todos fuera, todos fuera!"». El desalojo, explicó, se produjo de forma ordenada y sin producirse situaciones de pánico. Remuge señaló que no les informaron del porqué de la medida.
Por su parte, Conchi Fernández, que estaba esperando para entrar en sala, confirmó que llegó un funcionario de mantenimiento y les pidió que saliesen inmediatamente. «Al principio no estábamos muy seguros de la veracidad de la orden, pero al ver a la Policía ya vimos que iba en serio».
Antonio Acebal, letrado que se encontraba trabajando en el Palacio de Justicia, aseguró que estaba en la segunda planta del inmueble y «pasaron unas funcionarias, que yo creía que irían a tomar el café, que nos comunicaron que abandonásemos las instalaciones. Obedecimos y, con absoluta tranquilidad, salimos. Hemos perdido toda la mañana de trabajo».
El juez Daniel Díez, por su parte, destacó la calma con la que se desarrolló la evacuación, aunque, eso sí, a él no le había dado tiempo ni a quitarse la toga, que portaba sobre el hombro. «Si me dicen que es una broma, me lo creo», concluía en tono jocoso.
La Policía está llevando a cabo las investigaciones necesarias para localizar al autor de la llamada, determinar sus motivos y averiguar, incluso, si el acento árabe era real o fingido.