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Ponce, en la plaza de toros de Gijón.

Talavante y Ponce triunfan en El Bibio

En el quinto y penúltimo festejo de abono de la feria taurina de Begoña se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, el primero devuelto por inútil y sustituido por otro de la misma ganadería

JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ CANAL

Domingo, 14 de agosto 2016, 22:39

La pésima condición del ganado, blando, inválido, con excepción del sexto y si se quiere el primero bis, más manejables, marcó la suerte del festejo. Con esta clase de género poco podían hacer los diestros, pero Ponce que es un maestro a la hora de enfrentarse a este tipo de reses con tendencia a la huida y a echarse, tiró de su repertorio inacabable de recursos y al primero de su lote le hizo una faena de correcta factura, aseada, que compensó la falta de colaboración del astado, un manso de libro, al que hizo embestir el maestro valenciano. Al cuarto de la tarde, que se caía con gran facilidad, Ponce lo trasteó como si estuviera entrenándose en un tentadero.

Fue el final a izquierdas de su labor muleteril lo único reseñable de toda la faena amenizada por la banda con la interpretación de 'El concierto de Aranjuez', de Joaquín Rodrigo, como lo había hecho en el primero de la tarde con la música de 'La misión' de Ennio Morricone, sorprendente aportación del diestro a la moderna tauromaquia que ahora prodiga, como se pudo apreciar, sin ir más lejos, en Santander, y se agrega a su extravagancia de torear vestido de esmoquin esta misma temporada en una plaza francesa.

A Sebastián Castella le tocó el peor lote. Su primero era un novillo adelantado, inválido total. La lidia fue una pantomima. Lo pasaportó de un bajonazo y la generosidad del público lo premió con una ovación. El quinto ya empezó a perder las manos en el segundo tercio, era muestra de un género impresentable por su falta de fuerzas, así que el francés se lo quitó de encima de mala manera, con dos metisacas y una estocada casi entera trasera.

Alejandro Talavante se encontró con que su primero, distraído y manso, no tenía mucho que torear por esas condiciones invalidantes. El extremeño, no obstante, se esforzó y le sacó con la muleta algún natural largo y templado para terminar con un brillante cambio de manos previo a unas bernadinas deslucidas por el mal son del astado. En el toro que cerró plaza, más de lo mismo en cuanto a la calidad de la res, que sin embargo, consiguió tenerse en pie durante toda la lidia. Talavante después de dos pares de banderillas de muy buena ejecución, dejándose ver, puestos por Juan José Trujillo, lo muleteó siempre al natural, con pases de mano baja, largos, siempre el torero por encima del toro. Fue a menos la calidad del trasteo en las postrimerías de la faena, previo a las manoletinas de cierre. Como pinchó antes de dejar una estocada trasera y caída, la insuficiente petición de oreja no fue, justamente, atendida desde el palco presidencial. Y a otra cosa mariposa.

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