Metidos de lleno en la Semana Santa procede practicar la pasión en todas sus formas. Sábado noche de pasión callejera por ejemplo, tan abandonada. Después ... del curro, un vino en la terraza del Varsovia para calentar motores, un rico picoteo en la calle de las Cruces en la Pequeña Vermutería (el gran Oscarín está a reventar) y luego, ya metidos en danza, unos güiscazos, tipo Beth, en la calle del Rosario, en el Babilonia, toda una experiencia religiosa. En la barra, bien escoltado, güisqui sin hielo, de paisano y de muyer con arrestos, modelo 'Yellowstone', para purgar los pecados. Hacía tiempo que no palpabas la noche. En tu condición de fósil antediluviano, disfrutas como un enano de este reencuentro nocturno con Cimata Mondata acompañado de dos guapas mozas, una la propia y otra de la familia, ojo al dato. Los papeles, en regla. En plenas chanzas, llega un puntu y entra educadamente a una de tus dos acompañantas, con su chupa vaquera y su barbita entrecana. Qué tiempos. El menda al menos lo intenta, como debe ser. Hace un amago, intuye rápidamente que la misión hace aguas y se va. La tertulia se prolonga, el güsiqui 'made in Beth' sabe rico, toca repetir ronda, el Babilonia tiene una agradable media entrada, es un garito en toda regla y la cosa se alarga.
De madrugada, en la huida hacia casa, atravesando la guerrera Cimavilla nocturna, te encuentras de repente a las puertas del Escocia. ¡Qué añorados tiempos! Posas para una foto apoyado en su fachada como si estuvieras tomando la quincuagésima Mahou. Luego llamas a la esposa. En el mismo lugar, la besas amorosamente como en los viejos tiempos escocieros. Comentan en el Telediario que la gente ya no se besa por la calle (se supone que la juventud sí). Que no se diga. Y menos en la Semana de Pasión. Beso amoroso con la más bella, con quien cortejaste en la barra del Escocia lustros atrás. Qué pena de pub en ruina. ¿Lo reabrimos? ¿Hacemos una colecta popular? ¿Montamos un Escocia de autoservicio? ¡Ay, Gijón!
El domingo, Garitano resucita al Sporting en un partido por momentos infartante. Es la pasión rojiblanca quizá la más sufrida de todas, la más sangrienta, la más perenne, esa que no deja de desgarrarnos sea cual sea el mes del calendario. Bendice, Señor, a Dubasin y Gelabert, porque de ellos es el reino del fútbol. Llega el lunes y te llega la foto del mocoso de cuatro años, llamado Nico, con el ramo que te va a regalar en cuanto sea posible. Tú hiciste los deberes y tienes ya un balón de fútbol de chocolate blanco. Que no se diga. Pese a su rostro angelical, el neñu tiene genio, vive la vida con pasión, como debe ser. Esta semana y todas las demás. Ay, cuando vaya a Cimavilla. ¡La que se va a armar!
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