Carolina García Suárez

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Carolina García Suárez
Carolina García Suárez (La Coruña, 1959) ha coordinado el Gijón Convention Bureau (Oficina de Congresos de Gijón) desde 1994, año en el que empezó a ... funcionar el proyecto. Se acaba de jubilar (a finales de mayo), pero durante más de treinta años fue, según sus propias palabras, «una gallega vendiendo Gijón». Desde el año 2000 vive en Cimavilla, algo que para ella forma parte de la identidad de Gijón. «Es una ciudad de acogida y una mezcla de muchas personas que terminan apostando, viviendo y defendiendo la ciudad como si fuera la suya».
–¿Cómo fueron los comienzos del Gijón Convention Bureau?
–Los técnicos de Turismo Gijón, que hoy es Visita Gijón, nos incorporamos en 1994. En el proyecto figuraba el objetivo de crear una oficina de congresos pero eso no se perfeccionó hasta que en 2001 conseguimos que se vinculen las empresas que permiten hacer ofertas concretas junto con el sector privado. En un principio, entré para hacerme cargo de la oficina de congresos y montar Infogijón, el servicio de Oficina Turística. Ahora es una organización mucho más grande y especializada, con distintos departamentos. Desde hace años estuve solo a cargo del Gijón Convention Bureau.
–¿Y cuál es la función del Gijón Convention Bureau?
–Lo único que no hace es organizar congresos (bromea). No organiza las reuniones sino que proporciona lo necesario para que las empresas se instalen aquí. Damos todos los contactos. Somos una ventanilla única que les pone en contacto tanto a nivel institucional como con todos los proveedores de servicios especializados. Nuestra fuerza reside en que no solo somos un equipo técnico sino que hay más de 60 empresas vinculadas al proyecto.
–¿Qué actividades realizan?
–Una oficina de congresos es un órgano de desarrollo local basado en algo muy especializado que es la industria de reuniones. Dentro de esta distinguimos dos sectores de mercado: el asociativo (congresos, seminarios...) y el corporativo. Apoyamos al talento local, que es el que puede traer esas reuniones. Les ayudamos a presentar y defender las candidaturas o creando programas de fidelización que surgen de la parte privada como la Gala de Embajadores. Somos como el Comité Olímpico cuando una ciudad presenta candidatura. Hacemos lo mismo, pero en pequeñito.
–¿Por ejemplo?
–En 2024 dos científicos de reconocido prestigio querían traer un congreso mundial para 2028 (trabajamos a medio y largo plazo, nunca te puedes dormir en los laureles). Una candidatura siempre lleva respuesta a unas necesidades y unas ventajas de que serán atendidas. Analizamos esto junto con ellos, realizamos una propuesta logística y les elaboramos el documento y el vídeo de candidatura. Una vez hecho esto, fueron a Borneo a defenderla.
–¿Se consiguió?
– Sí. En 2028 tendremos el congreso mundial de herpetología.
–¿Ha ayudado la mejora en las comunicaciones?
–La mejora en el transporte nos ayuda a competir. Siempre he defendido desde la Oficina de Congresos, incluso cuando las comunicaciones eran difíciles, aportar cliente internacional. La gente va a los congresos o reuniones no por el destino, sino por la temática. Las ventajas vienen sobre todo en el sector corporativo. Ahí es donde nos ha beneficiado mucho porque las empresas necesitan llegar rápidamente porque tienen programas muy cortos de tiempo.
–¿Hay algún congreso que recuerde con especial cariño?
–Un hito para la ciudad fue una candidatura de 1997 que se consiguió en 2000. Fue un congreso de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria de unas 3.000 personas. Las empresas se dieron cuenta de cómo funcionábamos y de que eso permite generar riqueza fuera de los meses de julio y agosto.
–¿La ciudad de Gijón resuena en el mundo de los congresos?
–Sí, los congresos no vienen por casualidad. Cuando salgo por España me doy cuenta de que tenemos muy buen cartel y producto que hay que seguir enseñando. Gijón es una ciudad que ha ido creciendo en congresos y haciendo que su nombre resuene en las sociedades científicas porque es muy profesional y responde rápidamente. Cuando eso se alinea con buenas instalaciones, paisaje y gastronomía hace que cuando la reunión llega a Gijón los participantes disfruten. Aparte de asistir, es un paquetito con lazo estupendo.
–¿Se marcha contenta?
–Me voy sabiendo que este es un proyecto vinculado a una visión que se ha recogido, que se mantiene y que se sigue apostando por ella. Lo único que queda es seguir trabajando.
–Tantos años de eventos darán para muchas anécdotas.
–Cuando estábamos comenzando éramos un equipo pequeño y ayudábamos a Festejos. Tanto es así que llegué a ser la primera chófer de la Sardina del Antroxu (ríe). Bueno, más bien sardino, porque en aquella ocasión era un actor. Iba en un escarabajo, con una sardina de dos metros detrás completamente vestida de negro porque la única condición que puse es que no se supiera quién era. Puedo decir que no me reconoció ni mi madre. Eso sí, lo pasé muy bien. También ayudé cuando vinieron los Rolling Stones en 1995.
–¿De qué manera?
–Por aquel entonces, todas las grandes estrellas se alojaban en el Hotel Reconquista y estábamos trabajando en que eso cambiara y vinieran a Gijón, pero no contábamos con hoteles de 5 estrellas. Al final lo conseguimos y, aunque sea de cuatro, estuvieron en el Hotel Begoña Park.
–¿Tuvo usted contacto directo con la banda?
–No, mi trabajo fue principalmente de oficina. Pero, en congresos pude tener trato con Jeremy Rifkin, quien trabajó como asesor de la administración de Bill Clinton y es autor de libros como 'El fin del trabajo'.
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