Borrar
¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
El concejal de Educación y Cultura, Alberto Ferrao (izquierda), se unió a la Danza Prima sobre la arena de San Lorenzo. DANIEL MORA

La coreografía del 'hasta pronto'

Cientos de personas bailaron la Danza Prima en San Lorenzo y en el Muro antes de asistir a la descarga de pólvora del Restallón

MARLA NIETO

GIJÓN.

Viernes, 16 de agosto 2019, 01:09

Comenta

No pudo resistirse a las lágrimas de emoción que le provocó la Danza Prima. Noelia Varela, con un nudo en la garganta y su mejor sonrisa, explotó en cuanto sonaron las primeras notas del 'Asturias patria querida': «Soy de Gijón, pero mi marido y yo llevamos cinco años viviendo en Lleida. Este encuentro es muy especial para mí porque con el baile notamos que realmente estamos en casa. Si ya quería Asturias con toda el alma, desde que estoy fuera aún noto más el amor que siento hacia mi tierra. Es pasar por el País Vasco y saber que estoy a mitad de camino, pero en cuanto llego a Unquera ya siento cerca mi hogar».

Y es que la Danza Prima no es una coreografía cualquiera que se realiza por mero entretenimiento. Además de la parte divertida que conlleva bailar en público y en compañía, encierra una carga emotiva mucho más profunda: al ritmo de la música, cientos de personas recuerdan a quienes, por distintas circunstancias, un día tuvieron que abandonar Asturias. Igual que sucedía antaño, cuando tantos tuvieron que irse a buscar una vida mejor en otros países.

A la hora prevista ya estaban todos preparados, en sus puestos. Algunos sobre la arena de la playa San Lorenzo. Otros, en el paseo del Muro. Formaron largas filas dobles, engancharon sus meñiques y, mirando al mar, recordaron, anhelaron y se dejaron llevar por todo aquello que hace al humano más humano: el amor. Balanceo hacia delante, balanceo hacia atrás, en un cadente vaivén llegó la verdadera magia.

Desde Alemania

Las raíces son las raíces. Y aunque un asturiano lleve muchos años fuera de su tierra sabe bien dónde está el lugar donde fue feliz. Eva del Amor y la pequeña Rebecca Gondorf son madre e hija. Eva nació en Gijón, pero hace ya unos cuantos años que se fue a vivir a Alemania. Allí nació Rebecca: «Intentamos venir todos los años y bailar la Danza Prima. Ella aprendió la coreografía desde que era muy pequeña y le emociona muchísimo. Este año, sobre todo, porque sabemos que el próximo no vamos a poder venir y queremos aprovechar al máximo estas fiestas y, en general, nuestra estancia en la tierrina. Fuegos, Danza y Restallón son nuestros eventos imprescindibles de la Semana Grande», contaba la madre.

Luego están aquellos que, pese a vivir en Asturias, se emocionan en la Danza recordando a los allegados que están fuera. Fue el caso de Gadea Badal y su familia, que viven este encuentro como «un momento de reunión familiar y de acordarse de los que no están físicamente aquí». «Tratamos de coincidir también con otros amigos con los que siempre veníamos, pero ya no es lo mismo que de aquella, ahora cada uno tiene su vida y, al final, se conoce a otra gente y los planes van cambiando», confesó con nostalgia Badal.

La Danza Prima, que arrancó puntual y duró casi un cuarto de hora, llega tanto al corazón que no solo hace vibrar a los de aquí o a aquellos que tienen algún tipo de vínculo con Asturias. Fue lo que les ocurrió a Marina Martínez, Jesús Rodríguez y Diego Martínez, onubenses que están pasando unos días de vacaciones en la ciudad. Jesús, en cuanto vio el baile, se unió a él sin titubear. «Es la primera vez que lo vemos, resulta entretenido y sencillo, está bien», aseguró. Por su parte, Marina Martínez lo vio como «un momento íntimo y muy familiar. Se nota el cariño de Gijón y su gente», reflexionaba.

Después de los aplausos llegaron los tradicionales 'Asturias patria querida' y 'Gijón del alma'. Algunos aprovecharon las canciones para seguir danzando por la playa, otros mantenían la mirada fija en el horizonte mientras esperaban el comienzo del Restallón, que puso el broche final a la Semana Grande con una descarga de pólvora.

464 unidades de disparo

Los gijoneses son de ruido y luces. Quedó demostrado la madrugada de ayer con los fuegos artificiales, que miles de personas siguieron desde varios puntos de la ciudad. Y nuevamente ayer con el Restallón. La descarga de voladores tuvo lugar, como es habitual, desde el Cerro de Santa Catalina. Durante unos siete minutos, 183 kilos de pólvora en 464 unidades de disparo acapararon el cielo de la ciudad. Con el estruendo, una sensación agridulce se apoderó de los centenares de almas que en ese momento se encontraban en la calle: la del punto y aparte.

Un 'hasta pronto' a los festejos de Begoña y a esos familiares y amigos que, en muchos casos, solo se ven de año en año con todo un 'bombardeo de trueno', como se llama en lenguaje técnico de pirotecnia al comúnmente denominado Restallón.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio La coreografía del 'hasta pronto'