Simón Cortina
«La directriz sobre el uso de dispositivos digitales vulnera el principio de autonomía pedagógica. Estamos estudiando seriamente impugnarla»
Pone fin Simón Cortina Hevia (Gjión, 1971) a una etapa de 23 años en los que ha sido profesor, jefe de estudios de Bachillerato y, ... los últimos catorce, director del Colegio Corazón de María de Gijón (en el que estudió durante otros trece). El 1 de septiembre le cederá el testigo a Aitor Casielles, que será el primer director laico del colegio. Cortina, que mantendrá la presidencia de Escuelas Católicas de Asturias –le quedan dos años en el cargo– se va a Madrid, a coordinar los siete centros educativos y dos colegios mayores de la provincia claretiana de Santiago.
–Fin de curso intenso el que están viviendo tanto la educación pública como la concertada asturiana. En su caso con huelga y reivindicaciones que no son nuevas pero que parecen haber rebosado el vaso...
–Hay una sensación de cansancio y de hartazgo. De ahí el lema de la concertada de 'Hasta aquí'. Buena parte de las reivindicaciones de la pública son compartidas por la concertada. Pero si ponemos en una balanza los recursos de una y otra, hay un desequilibrio total. Los centros concertados estamos infrafinanciados, pese a que representamos el 30% del alumnado no universitario. La consejería lo sabe. Desde que la comunidad autónoma tiene transferida las competencias de Educación, hace veinticinco años, las cosas han evolucionado muy poco. Siempre es lo mismo. La excusa es que no hay dinero.
–¿En cuánto calcula ese desequilibrio económico?
–Desde que en el año 1985 se arbitró este sistema de dos redes complementarias, ha habido un desfase en la partida para gastos de funcionamiento de un 40%. Cómo será que otras comunidades autónomas, incluso con gobiernos socialistas, han sido sensibles a esta realidad y han mejorado estas partidas. En Asturias no.
–Dice la concertada que no pide más que la pública, sino lo mismo.
–La diferencia de salario anual entre un docente de la concertada y uno de la pública al inicio de su carrera era de 2.120 euros el año pasado. A los 25 años de carrera, esa diferencia es de 13.351 euros, Las diferencias son abismales. Pero es que, además, los profesores de la concertada de Asturias son los peor pagados del país. Cobran menos, pero trabajan más. Aquí un profesor de Infantil y Primaria tiene 25 horas de clase. En la pública, 23. En Secundaria, aquí son 25 horas de clase. En la pública, 17.
–¿Ve con envidia los acuerdos que han alcanzado los sindicatos de la pública con el Principado esta semana?
–Yo me alegro. Ahora, nosotros también deseamos alcanzar una mejora, si no igual, real. La Ley Orgánica de Educación de 2006 ya dice que hay que ir progresivamente trabajando por la equiparación salarial. No tenemos nada en contra de la pública, pero queremos que también nos lleguen esas mejoras. Porque estamos bastante peor que ellos.
–¿Confía en que esta vez el plante de la concertada sirva para algo?
–Yo quiero creer que sí. Que las movilizaciones que han planteado los representantes sindicales de los trabajadores, con los que tengo muy buena relación y cuyas reivindicaciones coinciden en buena parte con las de la patronal, servirán para algo.
–Ya hay nueva consejera de Educación, Eva Ledo. ¿Confía en que con ella haya entendimiento?
–No entendería que comience su labor sin tender la mano también a la concertada.
–Una de las últimas decisiones de la anterior consejera fue la de regular el uso de dispositivos digitales en las aulas. ¿Les sorprendió el contenido de la directriz que se publicó en mayo?
–Sí, porque es contradictorio con aquello por lo que la consejería había apostado decididamente estos últimos años. En Asturias seremos unos treinta centros de escuelas católicas los que tenemos planes de digitalización con el modelo 1:1. Para nosotros es un paso atrás.
–Escuelas Católicas está analizando con sus servicios jurídicos qué hacer. ¿Lo impugnarán?
–Lo estamos estudiando seriamente. Creemos que vulnera claramente el principio de autonomía pedagógica que reconoce la el artículo 120 de la LOE.
–La buena noticia es que en un escenario de bajada de natalidad, el Codema mantiene matrícula y alumnado: 1.600 desde Infantil a Bachillerato.
–De cuando yo empecé de director en 2011 a ahora hay un 40% de niños menos en Gijón. Pero mantenemos alumnado. Cubrimos todas las plazas de tres años y hemos despegado también mucho en Bachillerato. Hace cuatro o cinco años que llenamos las 232 plazas. Y nos queda gente fuera.
–¿A qué lo achaca?
–Hay muchos factores que contribuyen a ello pero creo que uno fundamental es el boca oreja. Se valora nuestro día a día. Nuestro trabajo para personalizar el aprendizaje de cada alumno, dando respuesta a sus necesidades.
!00% de éxito en la PAU
–Por cierto, ¿qué tal les ha ido a sus alumnos en esta última selectividad, más competencial?
–Se presentaron 92 estudiantes y han aprobado los 92. Pero para mí la excelencia académica tiene que ir vinculada a la inclusividad, a conseguir que cada uno saque lo mejor de sí mismo, el que sea de diez un diez, y el que sea de cinco un cinco. El éxito es que, en septiembre, cada uno esté donde quería estar.
–Usted en septiembre estará en Madrid. ¿Cómo asume esta nueva responsabilidad?
–Pues eso, con responsabilidad y con ilusión, porque la que me han encomendado es una tarea atractiva e ilusionante. Aunque da cierta pena irse del colegio de uno, de la ciudad de uno... Creo que mi experiencia en Gijón puedo pues exportarla a otros centros de mi congregación.
–¿Qué ha sido lo mejor de estos últimos años al frente del colegio?
–Yo me suelo entregar a tope en todo lo que hago y la verdad es que he estado muy contento. Sí, me voy contento, satisfecho y agradecido.
–¿Y lo peor?
–La pandemia. El desafío educativo de seguir atendiendo a los alumnos de forma telemática durante el confinamiento. Y el curso siguiente, el 2021-2022, con tantas limitaciones y restricciones. Fue complejo.
–¿Ya le ha dado algún consejo a su sucesor en la dirección?
–Le he dicho que esté tranquilo, tiene conocimiento y experiencia. Aitor lleva once años en el equipo directivo y está más que preparado para asumir esta nueva función.
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