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Uno de los dos motoveleros Grob 109 de Aerosparx, durante su exhibición de ayer, visto desde la cabina de su compañero de vuelo con Gijón al fondo.

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Uno de los dos motoveleros Grob 109 de Aerosparx, durante su exhibición de ayer, visto desde la cabina de su compañero de vuelo con Gijón al fondo. AEROSPARX

«¡Parez un kamikaze. Vaya mareo que tien que pillar!»

Desde el cerro de Santa Catalina hasta Bellavista, gijoneses y visitantes disfrutaron del Festival Aéreo en un día resplandeciente

IVÁN OTERO

GIJÓN.

Lunes, 23 de julio 2018, 01:39

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Faltaban varios minutos para el mediodía y el entorno de la playa de San Lorenzo era un río de personas que no se querían perder un espectáculo muy señalado en el calendario estival gijonés. Familias, parejas, grandes y pequeños ocupaban posiciones en todo el litoral. Entre tanto, puestos ambulantes y algún músico que trataba de amenizar la espera. El cielo completamente despejado y solo una ligera brisa que aliviara los 25 grados que marcaban los termómetros. Asientos, pérgolas e, incluso, la acera de Rufo Rendueles que da a los edificios, es decir, todas las zonas sombra, repletas de espectadores.

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Todo estaba preparado. Bandera roja en todas las zonas de la playa de San Lorenzo, para evitar que los bañistas se metieran en la zona de vuelo de las aeronaves. Y dio comienzo el espectáculo. Las mayores concentración de ciudadanos se dieron en El Náutico, con la plaza repleta; entre las escaleras 10 y 13 de la playa, donde tradicionalmente se coloca la organización, y el tramo de la avenida de José García Bernardo, entre el puente del río Piles y El Pery. Y fue esa zona la que eligieron gran número de fotógrafos, incluso ataviados de escaleras en busca del mejor plano. Los puestos de venta de helados aprovecharon el día con un flujo continuo de clientes.

En el Muro, los espectadores no perdían detalle de la exhibición aérea. Y tampoco del trabajo que tuvieron que realizar los miembros del equipo de salvamento en la playa. Con una mar completamente en calma y ante uno de los días de más calor del mes en la ciudad, era difícil convencer a los bañistas que no se metieran en el agua; especialmente a los más pequeños. Por eso, era continuo el sonido del silbato del socorrista y el deambular cerca de la orilla de la Zodiac y la moto de agua del equipo de salvamento.

En el paseo, la gente se maravillaba con algunas de las maniobras, como la del equipo francés Voltige, con un avión acrobático campeón del mundo. «¡Parez un kamikaze. Vaya mareo que tien que pillar!», decía un espectador. También un «¡Ohhhh!» unánime de admiración se oyó en un arriesgado cruce de los dos aviones de AeroSparx. Más afortunados fueron los espectadores situados entre la escalera 10 y el puente del Piles, ya que fue en esa zona donde hizo su famosa maniobra estacionaria el Harrier. Desde El Náutico, la perspectiva era muy lejana y engañaba: «¿Por qué para en la 'Madre del emigrante'?», se quejaba una ciudadana que quería ver el aparato más de cerca.

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Las exhibiciones se fueron sucediendo. A bastantes personas se les hizo un poco largo y, ya a las dos y media de la tarde mucha gente comenzó a desfilar en busca de un lugar donde comer. Y es que la fuerza del sol también tuvo mucho que ver en que la gente buscara con ansia la sombra. Un complemento perfecto fue el mercadillo portugués de la plaza Campo Valdés, que encandiló a sus visitantes. «Está muy bien que traigan cosas de otros lugares», afirmaba Cundi Fernández. Algunos también pedían que se ampliara para otros años.

Lleno de potenciales clientes gracias a la exhibición, «debería ir a más, porque es precioso», asegura Lauri García. La gastronomía fue lo más demandado. Cerveza, vino, jamón, especialidades de bacalao, postres y el mejor queso del mundo en 2009 y 2013: el 'amarelo', de elaboración propia de una de las tiendas, la Serra de la Estrela.

Pero lo que igualmente generó mucha expectación fue el estand de cuchillos de Vasco Matías. Y el más inusual, que permitía realizar visitas virtuales a través de parques y monumentos de Sintra con gafas de realidad virtual. El gran ambiente que hubo gustó ayer a los gijoneses, quienes esperan que el mercado continúe repitiéndose.

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