Ver 18 fotos
Los bañistas de San Lorenzo desafían a las bajas temperaturas: «Se está mejor dentro que fuera»
Con dos grados en el exterior y doce en el agua el grupo de la Rampa 2 sigue acudiendo a su cita con el mar
Abrigos, térmicas, gorros, bufandas o guantes. Todo es poco para abrigarse en Gijón estos días heladores. Tan solo dos grados marcaban los termómetros a primera hora, cuando el sol comenzaba a despertar. A pesar de las bajas temperaturas, el grupo de bañistas de la Rampa 2 de San Lorenzo no ha perdonado comenzar el día dentro del mar.
Por tandas, los primeros valientes comenzaban a desvestirse y ponerse el traje de baño. La pleamar facilitaba el acceso al agua en uno de los días más fríos de lo que llevamos de invierno. «La dificultad siempre está en entrar», afirmó Rafa Gutierrez, por eso «que el agua esté tan cerca facilita que no te quedes congelado a la hora de cambiarte». El oleaje también ayudó al baño. «Da menos sensación de frío», explicó. Dentro del agua, la temperatura a las 8 y media era de doce grados. «Se está mejor dentro que fuera», rio Gutiérrez.
Quince minutos estuvo dentro del agua Graciela Álvarez. «Voy viendo como entran y salen. Hay un momento en el que el cuerpo olvida el frío y se relaja un montón», confirmó. «El cerebro reacciona a las bajas temperaturas, se genera un calor químicamente en el cuerpo y te da energía para todo el día», explicó Sergio Anes que acudió acompañado de su perra a bañarse, aunque el animal fue el único del grupo que en el día de hoy no se animó.
Pero con este frío «hay que tener cuidado de no quedarse congelado», previene la bañista Rebeca Minguito. «Un día como hoy te engaña. Estas dentro y una vez que pasas el 'shock' la sensación es agradable. Pero una vez que sales, tiritas. Tienes que ser consciente de los límites de tu cuerpo». A pesar de todo «es una sensación indescriptible. Tienes un torrente de energía en el que no hay ningún pensamiento. Solo estás tú y el mar».
Del grupo, la veterana es Elena Mosquera, de 87 años. Para ella el mar es su terapia física y mental. «El mar lo cura todo, es totalmente cierto», afirmó. «Es una manera de dejar atrás lo del día anterior, las olas se lo llevan y ya estás lista para comenzar un nuevo día». Los dos grados para Mosquera no significaban nada. «Me dicen que soy muy valiente, pero a mí me trae el mar». «Es una cosa gratis, en la que no hay que guardar cola y hay un ambiente maravilloso y muy variopinto. Es muy enriquecedor».
Desde el otro lado del muro los veía Gaspar Cayarga con su caniche toy, Bowie, que tiritaba entre sus brazos. «Me llama la atención la gente que sigue bañando», decía sorprendido. Aunque por otro lado decía que este fresco «al sol presta mucho». Para el paseo matutino, dueño y mascota se habían abrigado muy bien. «Llevo varias capas, parezco una cebolla», bromeó Cayarga. Su pequeño perro llevaba un abrigo para combatir las bajas temperaturas. «Creo que lo nota y que lo agradece». Por el muro paseantes diarios y corredores tampoco perdían de hacer sus actividades habituales. Y es que a los gijoneses ni el frío les para.