José Marcelino García, autor del libro 'Gijón al pie de la letra'
«Gijón es una ciudad que no se atrinchera y en la que pronto haces nuevos amigos»Articulista de EL COMERCIO desde hace más de 20 años, presenta el miércoles su último libro, una recopilación de sus escritos
Dice José Marcelino García que Gijón es una ciudad fácil, que acoge y que abre sus brazos a los recién llegados, pero también que ... tiene asignaturas pendientes. 'Gijón al pie de la letra' es su última publicación, un compendio de sus más de veinte años de articulista en EL COMERCIO en el que caben homenajes, críticas y recuerdos. Prologado por el director del periódico, Ángel M. González, se presentará este miércoles, a las siete de la tarde, en el salón de actos del Centro de Cultura Antiguo Instituto.
–'Gijón al pie de la letra' recoge más de dos décadas de la ciudad bajo su prisma. ¿Qué ha cambiado en todo este tiempo?
–Ha cambiado mucho su urbanismo, sus edificaciones en las zonas del extrarradio, pero sobre todo ha cambiado por las circunstancias laborales. Gijón siempre fue la capital de Asturias en muchos sentidos y aquí vinieron familias enteras tras jubilarse o cerrar las minas. También Uninsa y Ensidesa trajeron a gentes de la zona de Mieres. Todas esas personas dieron un nuevo carácter a la ciudad, un carácter casi internacional, diría yo. También en las aldeas se fueron cerrando casas y una nueva población se instaló aquí.
–En el libro estructura sus artículos en varios bloques: las cuatro estaciones (primavera, verano, otoño e invierno).
–A mí me afectan mucho las estaciones. Quizás la que más me gusta sea el otoño porque es la estación de los poetas. Comienzo con la primavera. En realidad, este formato obedece al concepto que yo tengo del columnismo, que es una subjetividad y pretendo que se cree una interrelación entre columnista y lector. En el fondo, creo que es lo que el ser humano persigue, querer al otro.
–Es usted muy optimista.
–Si te fijas, ¿por qué se venden las revistas de cotilleos? Porque te identificas con las casas y con las vidas de otros.
–Es candasino y ejerce de ello, pero se le nota su pasión por Gijón.
–Sigo muy vinculado a Candás aunque mi casa está aquí, de aquí era mi mujer. La gente de Gijón no marcha nunca de esta ciudad.
–¿Qué es lo mejor de Gijón, a su entender?
–Lo mejor es la mar y la playa y los alrededores, y el ambiente del personal; enseguida te haces amigo de la gente porque Gijón no es hermética, todo lo contrario. No se atrinchera, es fácil, es llana. La puedes pasear con mucha tranquilidad y conserva edificios hermosísimos. Y hay un nivel alto de cultura.
–¿Y qué cree que debe recuperar o que necesita con urgencia?
–La aldea de Gijón está muy abandonada. Hay que descontaminar la ciudad, mejorar el río Piles. El tráfico, la contaminación son asignaturas pendientes. Y, como ocurre en todos los sitios, hay un enfrentamiento muy grande entre partidos políticos.
–En el libro hay críticas a la política y a los políticos.
–Veo la situación del mundo con mucha preocupación. El ser humano siempre se peleó por el poder.
–También se lamenta de ciertas actitudes de la Iglesia.
–Yo era un teólogo avanzado. Fui al Seminario y me dijeron que no era vocacional, claro que en aquellos tiempos no había tanta escasez de vocaciones como ahora, así que me invitaron a salir de allí. Siempre he sido crítico con la política y con la religión. Me gusta ser liberal pero no extremista. Hay que respetar.
–El último apartado del libro lleva por título 'Mis queridos gijoneses', en donde aparecen personajes como Arturo Fernández, Antonio Merayo, David González, Chema Castiello y su paisana María Teresa Álvarez, entre otros.
–Es un pequeño homenaje. A todos los conocí y quería hablar de ellos en mis columnas. Y a María Teresa la quiero mucho. La conozco de toda la vida
–No faltan personajes anónimos como 'mi amiga la fumadora', 'mi amigo el bebedor', 'el desigualdado social', 'el pobre',...
–Salgo a pasear por la noche y voy conociendo perfiles de muchas personas. De quienes piden por la calle y a veces me paro con ellos y les pregunto; hay historias dramáticas. Me fijo mucho en todo ello. Además, voy todos los días a tomar café normalmente al mismo lugar y allí aparecen personas que quieren hablar y te cuentan sus cosas, como la fumadora o el bebedor. No desvelo sus nombres pero sus historias quedan en mí.
–La última de las columnas está dedicada a Gabino Díaz Merchán, el que fuera arzobispo de Oviedo.
–Fui su ATS durante su enfermedad. Estuve a su lado mucho tiempo y le cuidé.
–El libro tiene ilustraciones del pintor José Cuervo Viña, así como fotografías de distintos rincones de la ciudad.
–Cuervo ya me ilustró otros libros y con las fotos y a la hora de montar el libro conté con Roberto Santirso, una ayuda imprescindible.
–Ha cultivado la poesía, la novela, relatos, artículos. Y ha ganado el Dolores Medio de novela.
–Yo no soy escritor, soy un gran lector, ya desde niño. Hoy parece que si no escribes un libro eres tonto. Lo que hay que hacer es morirse leyendo. Mis ídolos son Juan Ramón Jiménez y Umbral.
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