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Así lo contó EL COMERCIO.
1947. Hace 75 años.

El ladrón de relojes

Las indagaciones de la Brigada Criminal dieron con el autor de varios hurtos de joyas, al que incautaron los objetos robados

Lunes, 30 de mayo 2022, 00:08

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Fue cuestión de días, ni siquiera de semanas, que las autoridades dieran con los huesos de Eliseo G. Cuando lo detuvieron -y de ello dimos cuenta en nuestro ejemplar de EL COMERCIO de hace hoy 75 años- habían transcurrido pocas semanas desde que José Blanco, «industrial establecido en la calle de Jovellanos con una joyería», denunciase en la Comisaría de Policía el haber sido víctima de un sonado robo. Blanco afirmaba que «de su comercio, y rompiendo el cristal de uno de los escaparates, le habían llevado varios relojes con un valor aproximado de 30.000 pesetas». Una cifra que para nada era moco de pavo en 1947, y que hizo ponerse en marcha a los agentes de la Brigada Criminal. Bajo las instrucciones del comisario jefe, «comenzaron sus indagaciones para dar con el paradero del autor, y aquellas tuvieron feliz resultado en la tarde de anteayer, martes». Ese día, los agentes observaron a un individuo sospechoso vagando por la calle del General Mola.

«Le siguieron, y poco después consiguieron detenerle. En un portal de dicha calle le hicieron un registro, encontrándole varios de los objetos robados». Eliseo G., el detenido, contaba con 27 años y era a la sazón vecino de la calle Miguel Primo de Rivera. No tardaría en derrumbarse. Pronto «se confesó autor del robo, y dijo que para llevarlo al efecto aprovechó la circunstancia del paso del tranvía, que en la curva de Moros y Jovellanos hace gran ruido, para, con una piedra, romper el cristal y apoderarse de varios relojes».

El fogonero de un barco

De una forma tan prosaica fue como consiguió su botín. A pesar de la celeridad de las autoridades, no lo tenía completo en el momento de su captura, ya que algunos relojes «los vendió a un fogonero de un barco mercante que iba a salir con dirección a Galicia». Afortunadamente para Blanco, el industrial joyero, «estos pudieron ser recogidos por la Policía antes de que el buque zarpase», siendo recuperado el botín en su integridad y conducido el delincuente a la Comisaría, «a disposición del Juzgado de Instrucción correspondiente». Una operación perfecta de la Brigada Criminal. Tanto como para contarlo.

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