La alegría, la emoción y lo extraordinario de la resurrección de Jesús se materializaron ayer en el Encuentro que tuvo lugar frente a la antigua pescadería municipal, a orillas del mar, y que puso el broche de oro a una Semana Santa que empezó pasada por agua y terminó con sol. Los tres pasos que conforman la procesión de la Resurrección (el de la Resurrección, el de la Virgen de la Alegría y el de San Pedro Apóstol) recorrieron las calles de Gijón, para encontrarse finalmente en el Campo Valdés, bajo un cielo despejado en el que el sol iba ganando cada vez más protagonismo.
El primero en salir fue el paso de San Pedro Apóstol. A hombros de 24 porteadores de la Santa Vera Cruz, partió de la iglesia de San Pedro a las doce menos cuarto y recorrió las calles de Cimavilla acompañada con su propia banda musical. Quince minutos más tarde, a mediodía, hicieron lo propio de manera simultánea los pasos de la Virgen de la Alegría y de la Resurrección. El primero arrancó desde la capilla de la Soledad y fue llevado por los cofrades de la Santa Misericordia. Tras él marchaba un grupo de manolas, que habían cambiado el manto negro por uno blanco, en señal de pureza y gozo por el encuentro de la Virgen María con su hijo resucitado.
La imagen de la Resurrección, por su parte, llevada por los cofrades del Santo Sepulcro, salió de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús –la 'iglesiona'–. Esta última estuvo encabezada por los pequeños cofrades del Niño del Remedio, así como dos representantes de la Guardia Civil y otro de la Asociación de Veteranos Paracaidistas del Principado de Asturias (Asvepa), y acompañada por la música de la Agrupación Musical Sagrado Corazón de Jesús y la banda de la Organización Juvenil Española (OJE) de Colloto.
Se contaban por cientos las personas que aguardaban en diferentes puntos de la ciudad para ver el encuentro. En la calle San Bernardo, recorrido principal de la imagen de la Resurrección, gijoneses y turistas pausaban su paseo atraídos por la solemnidad del Cristo resucitado. Lo fotografiaban, lo grababan o simplemente quedaban perplejos a su paso. Y más multitudinario aún era el grupo que esperaba pacientemente frente a la antigua pescadería.
«Gracias por tanto calor»
El momento culmen del día llegó cuando por fin se juntaron las tres imágenes en el Campo Valdés. El párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, dio la señal para que se le retirara a la Virgen su velo negro, quedando al descubierto otro blanco. Al mismo tiempo, todos los penitentes descubrieron sus cabezas de capirotes y capuchas. Se acercaron entonces las manolas, una a una, y colmaron de flores a la Virgen mientras sonaba el himno nacional.
Al acabar, ya descubiertos, los porteadores de la imagen de la Virgen realizaron con ella dos reverencias frente a la imagen del Cristo, a las que siguieron las tres reverencias del paso de San Pedro. «Feliz pascua a todos y muchas gracias por acompañarnos con tanto calor durante estos días», agradeció Ignacio Alvargonzález, presidente la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales. Tras la procesión, hubo misa de Pascua en San Pedro.
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