Noemí Pinilla-Alonso
Noemí Pinilla-Alonso, la astrofísica asturiana que estuvo dos años reclutada por la NASA, visita el colegio público de Jove, en Gijón
Leticia González
Martes, 8 de abril 2025, 07:07
Noemí Pinilla-Alonso (Oviedo, 1971) estudió Física en la Facultad de Ciencias de la capital asturiana, se especializó en Astrofísica en La Laguna y obtuvo ... su primer contrato posdoctoral en el Centro de Investigación AMES de la NASA, en California. Con posterioridad a su andadura trasnoceánica obtuvo una beca Juan de la Cierva para seguir investigando en el Instituto de Astrofísica de Andalucía. Ha observado el espacio desde los más prestigiosos telescopios (Galileo, Arecibo, Hubble, Spitzer o James Webb) y es líder en su campo: el estudio de las poblaciones de hielo en los sistemas planetarios, pieza clave para hallar vida fuera de la Tierra. Podría trabajar en cualquier lugar del mundo, pero ha elegido hacerlo en casa, en el Instituto de Ciencias y Tecnologías Espaciales de Asturias (ICTEA), de la Universidad de Oviedo. El miércoles visita al alumnado del Colegio Público Jove en Gijón.
–Tras sus dos años en la NASA y posterior estancia en el IAA-CSIC, ¿en qué circunstancias se produjo la llamada invitándole a regresar a casa?
–Con el ICTEA ya venía conversando desde hace un año. Se fue forjando de manera natural pues teníamos intereses comunes, hablábamos sobre proyectos, por mi parte les proponía nombres interesantes a quienes merecía la pena traer. Ya nos habímos planteado la posibilidad de trabajar juntos, aunque el momento determinante surgió cuando una investigadora del instituto se puso en contacto conmigo. Ella estudiaba los hielos en la Tierra; yo los hielos en el sistema solar, me planteó una colaboración y hete ahí el germen de esta realidad que se materializó en octubre del pasado año.
–Se repite, como una especie de axioma, que el talento asturiano y español se va fuera.
–Es muy importante irse una temporada, al menos de tu 'grupo mater'. Intercambiar conocimientos; las preguntas grandes no las puedes resolver tú sola, hay que establecer contactos. Por otro lado, hemos sido migrantes de la ciencia al no disponer del tejido necesario. Esto tiene que ir siempre a más, es decir, no dejar de hacernos preguntas. Si ves que el ecosistema te frena, hay que salir. No obstante, en aras de volver es necesario contar con las condiciones adecuadas, y eso no siempre es posible.
–¿Hay razones para enorgullecernos de nuestra cantera?
–En España se hace muy buena ciencia. Me gusta contar una anécdota: cuando yo me fui con mi primer proyecto de investigación a la NASA y toda mi carrera de investigación hecha aquí, fue precisamente esa la ciencia que allí reconocieron: «Me gusta tu proyecto, ven a desarrollarlo».
–Solo el 16% de los profesionales de las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mujeres. ¿Por qué no logran atraer al talento femenino?
–Yo tengo la fortuna de estar en un campo, el de las ciencias planetarias, incluso el de la astrofísica en general, en el que tal vez haya más mujeres, es decir, aquí no hay tanta brecha como en las ingenierías. Crecemos mucho leyendo artículos internacionales, donde los nombres de pila son omitidos a favor de los apellidos, por eso nos desprendemos de prejuicios de género, ya que cuando vemos la firma no tenemos por qué presuponer que se trata de un hombre. Muchas veces al indagar un poco más descubres que aquellas iniciales eran de mujer y te alegras al ver que estamos ahí, sin distinción. Creo que es positivo leer sin prejuicios y valorarlo por su calidad exclusivamente, aunque es indudable que sigue habiendo muchos micromachismos, edadismos y otros estereotipos culturales que nos limitan. Desaprender estas anomalías es trabajo de todo el mundo.
–Existe un discurso negacionista que cuestiona la eficacia de las vacunas, el cambio climático e incluso la esfericidad del planeta. ¿Está la ciencia lo suficientemente valorada por la sociedad?
–No podemos pretender que se celebre el descubrimiento de un planeta como si nos hubiésemos clasificado para la final de la Eurocopa, pero ahora que he regresado a Asturias sí que observo que se valoran mucho las carreras científicas. De manera individual, sí que se valora, aunque existen corrientes negacionistas que tratan de desautorizar a la ciencia, y da una mezcla de tristeza y miedo. Hay gente más cercana de creer a alguien que aparece en internet diciendo que beber lejía cura enfermedades, que a un médico con una dilatada carrera avalándole.
–¿Estamos preparados para la IA?
–A veces dudo que estemos siquiera preparados para ponerle un móvil en la mano a nuestros menores. Es indudable que no estamos preparados para su manejo, pero esta nueva tecnología ha entrado a gran velocidad y ha venido para quedarse así que nos va a exigir un esfuerzo colectivo muy grande.
–Pregunta ineludible: ¿cree que hay vida fuera de este planeta?
–Ojalá pudiese dar una respuesta rotunda. Aunque hay que seguir investigando para saber qué tipo de vida se podría desarrollar en otras de condiciones, una cosa es segura: nunca estuvimos más cerca de averiguarlo.
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